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Mi Guía práctica de Cracovia para ahorrar tiempo y dinero

Cracovia, antigua capital de Polonia situada a orillas del río Vístula, es una de las ciudades más bellas de Europa y del mundo, reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Calificada como la segunda Roma por sus 150 iglesias, bastantes de las cuales serían catedrales en otras urbes, alberga monumentos de primer orden como la basílica de Santa María, con uno de los retablos más grandes y magníficos de la Cristiandad, y, en la colina de Wawel, su particular Acrópolis, el Castillo  Real y la Catedral, ésta con las tumbas de los reyes polacos y de los personajes más importantes del país.

La Basílica de Santa María vista desde la antigua torre del Ayuntamiento

Su historia contemporánea ha quedado marcada por la ocupación nazi, el exterminio de los judíos del barrio de Kazimierz y la construcción del gueto en Podgorze, recreados por Steven Spielberg en la famosa película, aquí rodada, ‘La lista de Schindler’. En su entorno están el campo nazi de concentración de Auschwitz y las antiquísimas minas de sal de Wieliczka, ambos inscritos en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, así como Zakopane, la capital invernal de Polonia por sus pistas de esquí y sus paisajes alpinos. Por doquier se puede ver la huella dejada por quien fue cardenal de Cracovia, el Papa Juan Pablo II.

Capilla de Santa Kinga esculpida en sal en las Minas de Wieliczka, Patrimonio de la Humanidad

Una vez que se normalice la situación tras los confinamientos provocados por el coronavirus recomiendo a quienes aún no la conozcan que visiten esta preciosa ciudad polaca de la mano de ‘Mi Guía práctica de Cracovia para ahorrar tiempo y dinero’, editada en Amazon y que completa una trilogía con las anteriormente dedicadas a Turín

y Estocolmo

El lector hallará en esta Guía toda la información práctica para moverse, alojarse, comer, cambiar dinero, comprar y, en suma, disfrutar del riquísimo patrimonio histórico-artístico de Cracovia y de sus leyendas (desde el dragón flamígero de la cueva de Wawel hasta el toque de trompeta desde la torre de Santa María interrumpido por una flecha tártara) de la forma más económica posible y estirando el tiempo con una inteligente estrategia para rentabilizar al máximo su viaje.

Escultura que recrea la leyenda del dragón flamígero que habría habitado la cueva bajo la colina de Wawel

A modo de aperitivo, en este enlace se puede contemplar en 360 grados la Plaza del Mercado, una de las más grandes de Europa con sus 40.000 m2, en la que destacan la basílica de Santa María, la Lonja de los Paños y la torre del antiguo Ayuntamiento.

http://krakow.pl/panoramy/

Entre los numerosos temas que se abordan en la Guía figuran los siguientes:

-Cómo y dónde cambiar el dinero a la divisa polaca sin ser timados.

-Los inspectores del transporte no son una leyenda urbana.

-Alojamientos donde quizás no habría pensado.

-Por qué no se debe apagar ni poner nunca en silencio el teléfono móvil.

-Hasta al peso se puede comer en la primera Capital Gastronómica Europea (los obwarzanki y zapiekanki; los bares de leche; mercados tradicionales, supermercados y grandes centros comerciales; restaurantes  para todos los gustos; cafeterías y pastelerías para desayunos y meriendas; sitios para veganos y vegetarianos; platos de la cocina polaca).

Uno de los batidos que sirven en Cracovia

-Agencias recomendadas para ir con garantías a Auschwitz, las minas de sal de Wieliczka y Zakopane y cómo organizarse la visita de forma particular y hasta en el mismo día.

Latas de Zyklon B, el pesticida a base de cianuro con que los nazis gaseaban a los judíos en Auschwitz

-Todo sobre la fábrica de Schindler y el rodaje de la película de Steven Spielberg.

El famoso pasaje, que recuerda a un corral de vecinos andaluz, donde se rodó una escena de ‘La lista de Schindler’

-El buscador de misas para saber cuándo están abiertas las iglesias y poder verlas sin perder el tiempo de forma infructuosa.

La iglesia neogótica de San José, en Podgorze, el barrio donde los nazis crearon el gueto para confinar a los judíos

-Qué hay que hacer para ver abierto el gran retablo de la basílica de Santa María y el toque de trompeta en lo alto de su torre.

Toque del Hejnal, el símbolo musical de Cracovia vinculado a otra de sus leyendas, en lo alto de la torre de Santa María

-Itinerario por el Camino Real.

La barbacana, una de las tres que quedan en Europa

-Cómo ver el Castillo y la Catedral en la colina de Wawel sin sucumbir en las colas.

Vista exterior de la Catedral en la colina de Wawel

-El Casco Antiguo en el sentido de las agujas del reloj.

La Lonja de los Paños en la Plaza del Mercado, que con sus 40.000 m2 es una de las más grandes de Europa

-Kazimierz, bastante más que un barrio judío.

Interior de la sinagoga Temple en Kazimierz

-Podgorze, tras las huellas del gueto y del exterminio nazi.

Las sillas que simbolizan las pertenencias judías abandonadas ante los nazis en la Plaza de los Héroes del Gueto

-Desde el tranvía del Papa (Juan Pablo II) hasta el distrito comunista de Nowa Huta.

Nowa Huta, el ideal del urbanismo comunista, construido tras la II Guerra Mundial

-Dónde ver un refugio antinuclear de la guerra fría.

-Los montículos de Cracovia y sus leyendas.

Montículo Kosciusko, monumento nacional de Polonia

-El perro Dzok, la última leyenda de Cracovia.

Monumento al perro que esperó durante un año en una rotonda a su dueño fallecido

-La iglesia de madera más grande y antigua de Polonia.

Iglesia de madera de San Bartolomé

-La milenaria abadía de Tyniec, en un escarpe sobre el río Vístula.

Abadía de Tyniec

-La curva del Vístula al pie de la colina de Wawel.

La curva del Vístula con la colina de Wawel al fondo

-Recorrido por los principales museos.

La dama del armiño, cuadro de Leonardo da Vinci (sólo pintó una veintena en su vida) que puede admirarse en Cracovia

-Cracovia gratis.

El retablo de la basílica de Santa María se puede ver gratis en ciertas horas

-¿Interesa comprar la tarjeta turística?

-Cultura para todos los meses del año.

Una de las vidrieras en la casa-museo del pintor Mehoffer, que acoge conciertos y otras actividades culturales

-La ciudad para/con niños.

Juegos de agua en las fuentes de la Plaza Szczepanski

-Guía de compras, desde ámbar a artesanía.

Cuadros de artistas callejeros a la venta en la muralla

-Estrategia para ver lo esencial en tan sólo dos días.

Patio del Collegium Maius, donde en las horas impares desfilan figuras históricas al son de una melodía musical

-Seguridad, sanidad, tráfico y aplicaciones útiles.

Un tranvía pasando junto a la basílica de San Francisco, una de las preferidas de Juan Pablo II

-Pequeño diccionario español/polaco.

Más de 200 ilustraciones y numerosos enlaces a vídeos y visualizaciones en 3D permiten poner imágenes a la exhaustiva información sobre una ciudad que, por tener, tiene hasta uno de los escasos cuadros pintados por el genial Leonardo da Vinci.

Portada de la Guía de Cracovia

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Sevilla versus Cracovia

En la ciudad polaca vaciaban las papeleras del parque hasta los domingos por la tarde

Triple limpieza de una plaza: dos con agua a presión y otra más con barrido manual

 

La suciedad se ha convertido, brote de listeriosis aparte, en el gran tema de debate en la ciudad tras la vuelta de las vacaciones de verano. La percepción general es que Sevilla está más sucia que nunca, aunque por lo que se lee y lo que se oye esta suciedad parece de origen desconocido, como si los sevillanos no tuvieran arte ni parte en la misma y la responsabilidad de este estado de cosas fuera únicamente de Espadas, de su gobierno y de Lipasam.

Al parecer, ninguno de nosotros arrojamos papeles u otro tipo de residuos a la vía pública, dejamos  cáscaras de pipas al lado de los bancos en los parques, no recogemos los excrementos de las mascotas (hay más de 50.000 en la urbe, entre perros, gatos y otros animales), abandonamos las bolsas de basura fuera de los contenedores ni tenemos ninguna otra conducta incívica de la larga lista relacionadas con el ahora denominado medio ambiente urbano. Eso siempre lo hace un tercero con el que no tenemos nada que ver.

No es de extrañar que se haya recrudecido el debate sobre la suciedad/limpieza de Sevilla tras las vacaciones de verano porque es la época en que los sevillanos tienen más tiempo y oportunidad de viajar fuera, de conocer otras urbes en España y/o en el extranjero y de comparar el aspecto que presentan sus calles, plazas y parques con el de los nuestros. Generalmente acaban con un sentimiento de pesadumbre e indignación al ver la diferencia. A favor de las ciudades que visitan, obviamente.

CRACOVIA

 

Veamos el caso de Cracovia (Polonia), una urbe un poco más grande que Sevilla (767.348 habitantes frente a los 688.711 sevillanos) que ha ostentado la capitalidad europea de la cultura gastronómica, de la que salió su cardenal Karol Wojtyla para ser elegido Papa bajo el nombre de Juan Pablo II (es una figura carismática y de culto allí) y cuyo Casco Antiguo y su contiguo barrio judeo-cristiano de Kazimierz están declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sólo en estas dos zonas hay al menos doscientos bienes patrimoniales de interés histórico-artistico dignos de conocer.

El Casco Antiguo, coronado por la colina de Wawel con vistas al río Vístula y en la que se asientan el castillo y la fastuosa catedral, es la almendra de la ciudad. Mide unos 1.700 metros de longitud de una punta a otra y  unos 740 de anchura, algo así como el equivalente a la distancia entre la Puerta de Jerez y la Plaza de San Lorenzo por un lado y entre la Plaza de la Encarnación y el puente de Triana por otro.

 

ANILLO VERDE

 

Las murallas que protegían esta almendra fueron demolidas en su mayor parte, como las nuestras, pero en vez de construir sobre el espacio resultante una ronda de circunvalación para el tráfico, como aquí, allí crearon un anillo verde denominado Planty, lleno de árboles, plantas y flores. Está articulado por un sendero asfaltado -lástima lo del alquitrán- para el paseo de viandantes y ciclistas y flanqueado por bancos dedicados a figuras de la cultura polaca y universal. Por ejemplo, hay uno que lleva el nombre del poeta argentino Juan Gelman.

En este anillo verde de 21 hectáreas de superficie y unos 4 kilómetros de longitud, para sorpresa de mis acompañantes y mía propia, este verano no se veían siquiera hojas secas caídas en el sendero, en las praderas, en las rosaledas y en las lagunas del parque. El aspecto, en todas las veces que lo recorrimos en distintos días y horas, era impoluto y no tuvimos más remedio que comparar la diferencia con el parque de María Luisa.

En Planty hay papeleras artísticas de hierro forjado giratorias. Pues bien,  un domingo hacia las 19 horas vimos pasar una cuadrilla de operarios de la limpieza armados con grandes bolsas negras. Con un simple movimiento de mano daban la vuelta a las papeleras y vaciaban su contenido en las bolsas. Todo de una forma rápida y sencilla. Y subrayo: un domingo a las 7 de la tarde. ¿Qué pasa en Sevilla un domingo a esa hora en materia de limpieza?

Cracovia es una ciudad mucho más turística que Sevilla. Recibe unos 10 millones de visitantes  al año, casi cinco veces más que nosotros. Pese a esa masificación y a que la denominada ruta real (desde la iglesia de San Florián, en la que estuvo de párroco Juan Pablo II, hasta la colina de Wawel pasando por la enorme Plaza Mayor, de 200 x 200 metros) está habitualmente de bote en bote de gente no se veían residuos por el suelo.

 

COMO LA EXPO

 

Aparte del mayor civismo y amor por su ciudad de los nativos, atribuyo este grado de limpieza a lo que denomino el efecto Expo en los turistas. Recordarán que el recinto de la Exposición Universal de 1992 en la isla de la Cartuja se mantuvo con una limpieza exquisita hasta casi el final. Los responsables de la Muestra dispusieron un sistema de barrido y de recogida de residuos prácticamente en continuo, de modo que los visitantes, al ver todo tan pulcro, sentían pudor de pensar siquiera en arrojar un papel al suelo.

Fue el resultado de un factor de psicología colectiva. Si la gente veía limpieza a su alrededor se comportaba de manera cívica  para no señalarse ante los demás, pero si se dejaba que las calles de la isla presentasen visos de suciedad, gradualmente los visitantes perdían el impulso de reprimirse y empezaban a dejar huellas de su paso en forma  de basura. Por tanto, en esta cuestión creo que impera bastante el dicho de “donde fueres, haz lo que vieres”. Si te ves rodeado de un ambiente limpio, instintivamente te contienes para no ensuciar. Así vimos también que funcionaban en Lausana (Suiza) cuando acompañamos a la entonces alcaldesa Soledad Becerril a la presentación de la candidatura olímpica de Sevilla: nos admiramos todos al ver la pulcritud que reinaba en la ciudad, en la cual ¡ni siquiera había papeleras en las calles!

CABALLOS

Volvamos a Cracovia. Allí también tienen coches de caballos para pasear a los turistas por el Casco Antiguo. Los animales, tipo percherones y no tan estilizados como los nuestros, van enjaezados a coches blancos decorados con diversos motivos o de vistosos colores, y los cocheros van perfectamente vestidos con una indumentaria típica de aquellos lares, en comparación con el desaliño de los cocheros sevillanos.

Los coches se alinean en una larga fila en la Plaza Mayor (Rynek Glówny) y casi enfrente de la maravillosa basílica de Santa María. Allí no había ni rastro ni olor de excrementos de caballo, ni tampoco a lo largo de la ruta habitual por la calle Glodzka hasta Wawel. Cómparese con el aspecto del entorno de nuestra Catedral y del Archivo de Indias y con los cagajones que habitualmente nos encontramos allí y en la calle de San Gregorio, en la ruta al Alcázar.

En la plaza del pintor Jan Matejki, que salvando las distancias y estilo podríamos equiparar en longitud a la sevillana de San Francisco, se hallan el monumento conmemorativo de la batalla de Grundwal y, a sus pies, la tumba del soldado desconocido, donde a principios de agosto se depositaron decenas de coronas y de ramos de flores.

Al día siguiente, hacia las 13 horas, se presentó allí una cuadrilla de trabajadores de la limpieza. Dado que la plaza aparecía ante nuestros ojos perfectamente limpia pensamos que habían ido a retirar los ramos de flores antes de que deslucieran marchitos, pero no. Apoyados por una cuba y armados con una máquina que esparcía el líquido a presión, primero le dieron una pasada al suelo a toda pastilla  con una sustancia jabonosa.

Una vez enjabonada la superficie la aclararon también con agua a presión y dirigieron la mezcla resultante hacia las alcantarillas de evacuación. Y, por último, un barrido manual para que no quedara resto alguno. Una triple actuación que dejó refulgente tan emblemático lugar. Y una vez más nos acordamos de Sevilla, donde parece que se ha perdido hasta la conjugación del verbo baldear.

 

Y no vimos allí a ningún operario, como los nuestros,  con sopladora en ristre, esos artefactos antiecológicos por el ruido que hacen, la contaminación que causan y la alérgica polvareda que forman para agrupar las hojas y otros residuos en las calles, como si nunca hubieran existido las escobas de toda la vida.

 

¿Por qué Cracovia estaba limpia y vemos, como tantos otros convecinos, Sevilla sucia a nuestro regreso? Primero, porque los cracovianos y sus visitantes no ensucian la urbe polaca como nosotros la nuestra y, segundo, porque Cracovia es limpiada con mucha mayor frecuencia e intensidad que Sevilla.