El penúltimo escándalo municipal es el del examen para 116 plazas de auxiliar administrativo. Tras esperar cuatro años a la convocatoria, los 7.233 aspirantes no saben si tendrán que repetirlo, por las irregularidades detectadas y la impugnación presentada por el sindicato CSIF. Se denuncia que la prueba no se ajustaba a las funciones de los puestos a cubrir; que no se inició al mismo tiempo en todas las aulas, por lo que pudo haber chivatazos o desigualdad a la hora de pensar en la solución a los tests; que se obligó a hacerla con lápiz, fácilmente borrable ‘a posteriori’; que los impresos no iban dentro de sobres lacrados y que en una de las salas se entregaron cuestionarios con las respuestas marcadas en 12 preguntas. El Ayuntamiento niega el tongo y alega que si había respuestas marcadas fue ¡por un error de la máquina fotocopiadora! Como si la máquina, en vez de fotografiar el papel que le ponen encima, escribiera sobre él. Los periodistas nos amparábamos en los duendes de la imprenta; el Ayuntamiento se inventa ahora los duendes de las copisterías.
Los duendes municipales
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