Cuentan que quienes viven los acontecimientos no suelen tomar consciencia de su magnitud, que sólo revela el tiempo. Al cabo de 13 años ya estoy en condiciones de decir que asistí al nacimiento de un imperio, el forjado por el empresario sevillano José Mª Fernández Capitán con la denominación de Restalia, más conocida por sus marcas ‘100 montaditos’ y ‘La Sureña’.
Salvo el núcleo en torno al hotel de la Once, he contemplado la entera construcción de Islantilla. Allí, hacia el año 2000 y en un pequeño local del complejo comercial del Paseo Marítimo, dos puertas más allá de la taberna rociera de Julián Contreras, Fernández Capitán abrió su primer ‘100 montaditos’. Como otros tantos tiesos sin alardes de nuevo rico en pleno ‘boom’ del ladrillo lo frecuenté desde sus inicios. Así que por más que el dueño del imperio cultive hoy el mismo secretismo que otrora Amancio Ortega, puedo dar fe de haberlo visto en numerosas ocasiones, alegrándose él de vernos a nosotros, sus primeros clientes. Será por esa misma similitud con el empresario gallego del textil que a los ‘100 montaditos’ los llamaron el Zara de los bocadillos.
Atribuí su éxito, a pesar de su decoración un tanto tétrica con fotos en blanco y negro o sepia de temas gaditanos y un mobiliario igual de oscuro, al acierto de su ubicación y a su política comercial. Si lo hubiera abierto en la planta alta, no habría triunfado. Me percaté de la importancia de conocer el flujo de la gente: evitaban subir escaleras e incluso el ascensor. Por éso, en la otra planta apenas había público.
El empresario sevillano aplicó un modelo ‘low cost’ a los bocadillos, con variantes sobre un caso que enseñaban en el Instituto San Telmo sobre un restaurante japonés en América: toda la carta, sin variantes, a un euro. Al lado tenía como competidor, creo recordar, a ‘Bocatta’, de cuatro a seis veces más caro, acorde con el tamaño de sus bocadillos. Le duró uno, o a lo más dos veranos, y acabó anexionándose su establecimiento. Luego abrió enfrente una cervecería con el nombre de ‘Mariscos del Sur’: el germen de ‘La Sureña’.
Fernández Capitán ensayó, pues, en Islantilla la fórmula del éxito e hizo realidad el milagro bíblico del ciento por uno, ya que Restalia tiene hoy centenares de ‘100 montaditos’ y de ‘La Sureña’ por España y EEUU y es una multinacional de la restauración.
Si los catalanes dicen que pueden hacer de piedras pan, Fernández Capitán fue aún más lejos al convertir los panecillos en euros (150 millones ya, y subiendo).