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La Gavidia y la marca Sevilla

La antigua comisaría fue una “compra envenenada” por 9,9 millones sin saber qué hacer con ella

Mientras a Sevilla sólo vienen proyectos ligados al turismo y al ocio Bilbao y Madrid los buscan tecnológicos

 

En este año a punto de fenecer y en el que se ha cumplido el XXV aniversario de la Expo-92 viene a cuento volver a recordar la frase del ex comisario de la Muestra, el diplomático Emilio Cassinello, sobre los “regalos envenenados” de pabellones al Gobierno de España por los países participantes.

El Reglamento General de la Exposición imponía a los participantes devolver a su estado original la parcela que les hubiera entregado en la Cartuja la Sociedad Estatal para la Expo, que concibió como permanentes para que quedaran tras la Muestra apenas unos pocos, como los temáticos y el pabellón de España.

Cuando acabó el evento, gobiernos de muchos países participantes mostraron una inusitada generosidad al ofrecerse a donar a empresas, organismos y Gobierno españoles sus pabellones a cambio de una cantidad simbólica como una peseta (entonces aún no existía el euro).

Y el comisario Cassinello, independientemente de lo que acabaron aceptando o haciendo diversas empresas, rechazó amablemente tales ofrecimientos a nuestro Gobierno calificándolos en privado como “regalos envenenados”. El veneno del “regalo” radicaba en que los participantes trataban de ahorrarse los obligados costes de demolición de sus pabellones al transferir la propiedad de éstos al país organizador. Si ya después de la Expo, sobrevenida una crisis económica parecida a la actual, no sabíamos qué hacer en y con la isla de la Cartuja, donde sobrevino el “síndrome de los jaramagos”, cabe imaginar qué habría ocurrido si encima hubiera que haber asumido el coste de mantener en pie un centenar en números redondos de pabellones vacíos.

 

ARTILLERÍA

También de “regalo envenenado” hay que calificar la aceptación por Monteseirín, en 2008, de la Fábrica de Artillería para el Ayuntamiento de Sevilla. El Ministerio de Defensa, el organismo oficial que más ha especulado y más beneficios ha obtenido a costa de la ciudad, le transfirió así a la Corporación Municipal hispalense, merced a la ingenuidad del entonces alcalde, los gastos de conservación de ese enorme edificio industrial, con más de 20.000 m2.

En 2010, la entonces delegada de Cultura, Maribel Montaño, declaró: “Creemos que se convertirá en el mejor espacio cultural de la ciudad con una inversión muy ajustada (de) entre 20 y 30 millones de euros…”. Así pues, el Ayuntamiento, que no podía sostener el patrimonio del que ya era propietario, aceptó un “regalo envenenado” cuya reutilización ya evaluó por entonces en esa ingente cantidad de dinero (hasta 5.000 millones de las antiguas pesetas).

 

Y LA COMISARÍA

 

Peor todavía que el “regalo envenenado” de la Fábrica de Artillería fue la “compra envenenada” por Monteseirín con el dinero de los sevillanos en diciembre de 2006 a Interior de la antigua comisaría de la Gavidia por 9,9 millones de euros, más la cesión de los solares para que el Ministerio erigiera cinco comisarías en la ciudad. Si ese Departamento tiene la obligación de construir las comisarías para la Policía Nacional, más tarde o más temprano las habría acabado haciendo (la operación no la aceleró, como prueba el hecho de que todavía no ha culminado su compromiso once años después), por lo que resulta más incomprensible que Monteseirín asumiera esa responsabilidad al inyectarle 9,9 millones de euros por la Gavidia y sin tener ningún proyecto definido para la misma: su mandato duró cinco años más y no fue capaz de reutilizarla en ningún sentido.

Al contrario, la dejó abandonada a su suerte y deteriorándose por la falta de uso, y en los once años transcurridos desde su “compra envenenada” el Ayuntamiento se ha gastado un millón de euros en su vigilancia y comprobado que el coste de rehabilitarla por el abandono en que se halla sumida supera los 10 millones de euros.

En resumen, la ruinosa operación de la Gavidia legada por Monteseirín a Sevilla tendría ya un coste potencial de 21 millones de euros (compra + vigilancia + rehabilitación), y la asunción de la Fábrica de Artillería, otra millonada igual o superior.

 

DISLATE

Este es el “marrón” que le cayó primero a Zoido y después a Espadas. Una situación sobrevenida o heredada  de la que ninguno de los dos ha sido responsable, pero el hecho es que la “patata caliente” de la Gavidia sigue ahí, para incomodidad del actual alcalde, que incluso lanzó el globo-sonda de que quizás lo mejor sería demolerla porque así habría más posibilidad de colocar el solar a algún inversor y de que el Ayuntamiento se liberara del inmueble y de los gastos que le causa aun sin haber hecho nada en el mismo durante once años. Obsérvese, pues, la magnitud del dislate iniciado por Monteseirín: gastar 9,9 millones en un edificio sin saber qué hacer con el mismo, hasta el punto de que su sucesor socialista pensara en echarlo abajo.

Frenado aquel (des)propósito por la mayoritaria reacción en contra y el recordatorio de la Junta de Andalucía de que la ley del Patrimonio lo impedía por tratarse de un edificio protegido, Espadas ha tratado de endosarle la antigua comisaría a alguna empresa o inversor que le libere de ese cáliz patrimonial, de esa ruinosa herencia monteseirinesca.

Y he aquí que al llamamiento de Espadas han aparecido seis promotores que aspiran a convertir a sus expensas (la condición “sine qua non” del Ayuntamiento, el cual no quiere gastar ni un euro más en el inmueble) la antigua comisaría en un hotel (tres proyectos en esa línea); un complejo deportivo-sanitario; un espacio cultural y de ocio (con el parece que inevitable auditorio y salas de exposiciones, pero también con bares y gimnasios) o un centro de emprendimiento, este último auspiciado por el colectivo de arquitectos sevillanos Entre Adoquines y donde nuestros jóvenes y emprendedores tendrían un espacio para la innovación y la creación de empresas de base tecnológica.

 

EXCESOS Y CARENCIAS

 

Me remito al artículo titulado “Un Fab Lab en la Gavidia”, publicado en esta misma sección el pasado julio.  En mi opinión, Sevilla no necesita que su Ayuntamiento promueva más hoteles, complejos deportivos ni mixtos culturales y de ocio porque hay suficiente oferta de los mismos en la ciudad. Hemos perdido la cuenta de los nuevos hoteles anunciados, está reciente la inauguración del complejo deportivo en la antigua estación de Cádiz y es inminente la apertura en la Cartuja del espacio cultural de la Red Criteria que construyó la SGAE, pero sí hay carencia de proyectos públicos de innovación tecnológica y de equipamiento social en un distrito como Casco Antiguo, en línea justamente de lo preconizado por Entre Adoquines.

La diferencia esencial para el Ayuntamiento es que mientras en el resto de proyectos los promotores le liberan de la Gavidia al comprarla o asumir en una concesión el coste de su rehabilitación para el uso que quieran darle, en el de Entre Adoquines se apuesta por el mantenimiento de la propiedad e incluso de la gestión públicas y se preconiza que el Consistorio la rehabilite gradualmente por fases, con recursos propios o con fondos europeos (curiosamente, el Ayuntamiento, que dice no tener dinero para la Gavidia, sí ha estado dispuesto a pagar a la Junta 17 millones por su sede de Gobernación en la Plaza Nueva y ha adquirido la Casa Fabiola por 4,5 millones de euros).

Con esta especie de subasta del edificio entre promotores, Espadas está demostrando, aunque sea de forma inconsciente, que carece de un modelo para la Gavidia o que no sabe cómo insertarla en su modelo de ciudad, ya que obra al revés, porque  debería haber empezado definiendo el uso que quiere dar a la antigua comisaría en vez de que vengan a proponérselo a él.

Sigue mirando el edificio como un problema en vez de como una oportunidad y no sale al exterior a captar un proyecto que se amolde a un fin predeterminado, como sí hacen en otras ciudades, salvo que se entienda que sus preferencias están en la línea de los que ha recibido.

EJEMPLOS

 

El portavoz de Ciudadanos, Javier Millán, puso el pasado mes de julio a Bilbao como ejemplo de saber lo que quería y de cómo desde la propia ciudad fueron a convencer a Digi Pen, una universidad privada que imparte formación (sus alumnos, aunque pagan unos elevados costes, no conocen el paro porque se los rifan las empresas) para el boyante sector de los videojuegos, a fin de que se instalara a orillas de la ría del Nervión.

En el citado artículo “Un Fab Lab en la Gavidia”, publicado el pasado 10 de julio, escribía por mi parte lo siguiente: “¿Quiere ideas Espadas sobre financiación o incorporación privada para un proyecto en esta línea (tecnológica)? No es casualidad que Leroy Merlin, la firma francesa….haya decidido crear para sus clientes “espacios de fabricación colaborativa” asociándose con la americana TechnoShop…”.

Pues bien, como si se tratase de una premonición, tan sólo siete días después de publicarse aquellas líneas la Fundación Universidad-Empresa, la Cámara de Comercio de Madrid, la Fundación CEIM y la Consejería de Economía e Innovación de la comunidad madrileña organizaron un encuentro en la capital de España con el consejero delegado de TechnoShop, Paul Dugan, para propiciar la instalación de esta empresa americana en Madrid e impulsar así un “ecosistema de innovación”, en línea con el proyecto de Entre Adoquines para la Gavidia.

Bilbao y Madrid han ido al mercado a captar no otro hotel, ni un gimnasio, ni un centro de ocio y deportes, sino proyectos de base tecnológica porque sabían qué querían y lo que tenían que buscar, mientras que en Sevilla no dejan de venir hoteles, probablemente porque no sabemos diversificar nuestra imagen de marca, casi exclusivamente asociada al turismo.

La batalla de las Atarazanas

El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ha calificado el acuerdo al que ha llegado el consejero de Cultura, Luciano Alonso, con La Caixa y con la Fundación Cajasol sobre las Atarazanas como “una falta de respeto” hacia la ciudad de Sevilla, por haberse cerrado “sin que el Ayuntamiento haya tenido ninguna participación”.  No obstante, ha aplaudido cualquier actuación “que pueda beneficiar los intereses de Sevilla, tanto por la rehabilitación y recuperación de este espacio como por su incorporación como área museística, constituyéndose en motor de atracción turística”.

¿En qué quedamos? Zoido, que parece haber desarrollado una fijación por los antiguos astilleros medievales, no se percata de que incurre en una contradicción cuando, por una parte, critica el abandono al que tiene sometido desde hace años la Junta de Andalucía el monumento al ser de su exclusiva competencia (hasta el punto de enviarle inspectores de la Gerencia de Urbanismo a examinar su estado por no someterse a la ITE desde el año 2009), y, por otra, le reprocha que cierre por fin un acuerdo para su rehabilitación y puesta en valor para la ciudad en el ejercicio de esas mismas competencias exclusivas, en virtud de las cuales al Ayuntamiento no le corresponde papel alguno más allá del que por lealtad o cortesía institucionales quiera otorgarle la Consejería de Cultura.

MISIÓN CUMPLIDA

Curiosamente, el alcalde olvida que el consejero de Cultura no ha hecho más que cumplir con un emplazamiento del propio Zoido, aunque con 16 meses de retraso. Y es que cuando en

noviembre de 2012 el alcalde se hizo aquella polémica foto con los directivos de La Caixa, en que bendecía la decisión de la entidad financiera de abandonar las Atarazanas y trasladar su proyecto de Caixaforum a la torre Pelli, hizo unas declaraciones en las que instó al consejero de Cultura a que buscara una rápida alternativa, como responsable del monumento, para que el edificio no siguiera cerrado y deteriorándose.

Luciano Alonso podría contestarle al alcalde que ha cumplido el encargo que aquél le hizo a través de los medios de comunicación y solucionado el problema de la huida de La Caixa a la torre Pelli que provocó el mismo Ayuntamiento con su bloque urbanístico al proyecto arquitectónico redactado por el arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra.

El acuerdo ahora cerrado consiste en la ratificación de la aportación de 10 millones de euros por parte de La Caixa para la restauración del inmueble, como compensación por la retirada del proyecto inicial redactado por Vázquez Consuegra; el libramiento anual de al menos 1,2 millones de euros anuales por parte de la Consejería de Cultura, y la consignación de 200.000 euros anuales por la Fundación Cajasol para la organización de actividades en un espacio que tendrá un contenido americanista, acorde con la historia de Sevilla como puerto y puerta del Nuevo Mundo.

De momento se ha cerrado sólo la financiación, pero el proyecto de restauración y de contenidos del edificio no se ha cerrado aún y no se espera que esté listo hasta finales de primavera o inicios del verano. Será entonces el momento, según el consejero de Cultura, en que la Junta de Andalucía se lo explique a todos los grupos políticos del Ayuntamiento, porque todavía no hay nada que mostrar.

PROPUESTA DE LA OPOSICIÓN

Zoido también ha olvidado que la petición de protagonismo municipal en las Atarazanas que ahora exige, cuando antes subrayaba que toda la responsabilidad sobre el monumento correspondía a la Consejería de Cultura, no radica originariamente en el gobierno local, sino que obedece a una enmienda adicional socialista a una propuesta presentada por el PP en el Pleno a finales de octubre de 2013. En virtud de aquella enmienda y de aquella propuesta, aprobada por unanimidad de todos los grupos políticos, se instaba a un acuerdo tripartito Junta-Ayuntamiento-La Caixa “para la colaboración que se estime conveniente, de acuerdo con las competencias de cada uno para el desarrollo del proyecto”.

Sin embargo, esa colaboración sigue brillando por su ausencia. 

Apenas trascender el acuerdo de financiación cerrado por Cultura, La Caixa y la Fundación Cajasol, el alcalde ha vuelto a las andadas al recordar la misma exigencia urbanística que acabó provocando hace casi dos años la ‘espantá’ de la entidad financiera catalana de los antiguos astilleros medievales: la redacción de un Plan Especial, que puede llevar bastante tiempo y sobre cuya necesidad no existe opinión unánime entre los expertos.

Zoido afirma que “un bien protegido de 800 años y a 200 metros de tres edificios declarados Patrimonio de la Humanidad, como la Catedral, el Archivo de Indias y los Reales Alcázares, qué menos que tenga un Plan Especial”. En esta línea, insta al consejero de Cultura a “sentarnos juntos, hacer el Plan Especial y urbanizar el entorno, quitando por ejemplo el asfalto para completar la actuación en la zona”.

EL ASFALTO NO PRECISA PLAN

¿Hace falta acaso un Plan Especial para quitar el asfalto de las calles que rodean a las Atarazanas? El Ayuntamiento tiene la competencia urbanística para reponer o, en su caso, descubrir los adoquines cuando quiera, pero no lo hace. Mientras Zoido aparenta una exagerada preocupación por el entorno de las Atarazanas en su cercanía a los bienes Patrimonio de la Humanidad, lo cierto es que mantiene el asfalto en la calle Dos de Mayo mientras aprueba un gasto de 1,2 millones de euros en retirarlo de la casi paralela calle Almirante Lobo.

El Consistorio está manteniendo una errática y a veces contradictoria política en relación con las Atarazanas: puso tantas trabas urbanísticas al proyecto de Vázquez Consuegra que acabó provocando la marcha de La Caixa a la torre Pelli; Zoido saludó la decisión de la entidad financiera para, quince días después, apoyar en el Pleno una moción socialista en la que se pedía a aquélla  que reconsiderara su decisión; instó a la Junta, a la que había dejado sin el proyecto firmado previamente con La Caixa, a que buscara una solución alternativa cuanto antes, y cuando Cultura lo logra, la acusa de haber actuado a sus espaldas; y tras haber propiciado la marcha de La Caixa y dejado sin financiación las Atarazanas, le pide en el último Pleno municipal una encomienda de gestión del monumento con el argumento de que buscaría patrocinadores para iniciar su rehabilitación.

PATRIMONIO OLVIDADO

Teniendo como tiene el Ayuntamiento numerosos edificios de gran valor patrimonial en la ciudad y asegurado ya al menos un proyecto para los antiguos astilleros por parte de la Junta, lo lógico sería que el gobierno local centrara sus esfuerzos no en convertir las Atarazanas en un permanente ‘casus belli’ político con el Gobierno autónomo, sino en conseguir esos patrocinios a los que ha apuntado para la rehabilitación de otros monumentos como, sin ir más lejos, la antigua Fábrica de Artillería, de propiedad municipal.

Zoido necesita de un gran proyecto que sea el símbolo de su mandato y acorde con lo que él trata de representar, y en este sentido nada mejor que la restauración de la Fábrica de Artillería, que por su inmensidad permitiría a Sevilla disponer de un gran contenedor para todo tipo de usos culturales y con rentabilidad turística. Salvando las distancias, en la recuperación del monumental edificio del barrio de San Bernardo el alcalde podría tener sus propias Atarazanas, el icono de su Alcaldía.

El trastero

El Ayuntamiento ha almacenado en la Fábrica de Artillería enseres embargados a un local de restauración y que ya no le cabían en una nave del polígono Store porque el Servicio de Estadística tiene que meter aquí el material electoral que  guarda en los bajos del paseo Alcalde Marqués de Contadero,  que debe desalojar para su habilitación como Centro de Atención al Visitante. No sé a qué viene  esta movida cuando el Gobierno local, que tanto se lo reprochaba a Monteseirín, ha vuelto a modificar no sé cuántas partidas presupuestarias, entre ellas la de 916.690 euros para ese Centro de Turistas porque ya no le da tiempo a ultimarlo en este mandato. Ante las protestas de la oposición por el trato indigno a Artillería, Curro Pérez ha dicho la palabra mágica en Sevilla: es un almacenamiento “provisional”. ¡Ojú! Es lo mismo que dijeron cuando depositaron allí los útiles de los bomberos, y ya ven, le han cogido gusto a la provisionalidad, que aquí dura como 30 años. Zoido ha convertido uno de los BIC más importantes de Sevilla en el cuarto trastero del Ayuntamiento.