Un juez de Madrid ha suspendido el acuerdo del Ayuntamiento de Leganés de enajenación de suelo municipal para uso comercial por estimar que podría resultar lesivo al interés público al haberse vendido el pasado verano a un precio inferior en un 60% al de mercado. Compárese esta noticia con la realidad de Sevilla y se comprende mejor que nunca, ya que vamos de literatos, el poema de José Agustín Goytisolo que musicó Paco Ibáñez y que a tantos acompañó en los tiempos en que la palabra idealista no había quedado reducida al título de un portal inmobiliario en Internet: ‘El mundo al revés’. Sí, el poema aquel que dice: “Érase una vez/un lobito bueno/ al que matrataban/ todos los corderos./ Y había también/ un príncipe malo,/ una bruja hermosa/y un pirata honrado./ Todas estas cosas había una vez. / Cuando yo soñaba/ un mundo al revés”.
En el mundo al revés que es esa Sevilla que el alcalde, que divide en vez de unir, dice que es la suya porque representa la modernidad, el progreso, etcétera, etcétera, frente a la ‘otra’ Sevilla de la que él habla en términos de rancia, tradicionalista y de las JONS, en esa Sevilla del escándalo de la empresa municipal Mercasevilla resulta que a la hora de subastar terrenos públicos se introdujo una cláusula en el pliego de condiciones por la que se penalizarían las ofertas más altas de la cuenta. Vamos, que a la empresa del Ayuntamiento no le interesaba coger cuanto más dinero mejor para las arcas públicas – como es lo habitual y, por ejemplo, hizo el Gobierno cuando vendió Tablada a las Cajas- , de ahí que adjudicase el suelo a Sando en vez de a Noga, pese a que ésta ofreció 50 millones de euros más que aquélla. Para que se hagan una idea de lo que hubiera significado el dinero, esos cincuenta millones a los que renunció la empresa municipal equivalen al último déficit de Tussam.
La juez Mercedes Alaya, velando por el interés público como su colega de Madrid, ha imputado ahora a una técnica de Urbanismo que participó en la redacción del pliego de condiciones para la subasta en la época en que estaba al frente de la Gerencia Manuel Marchena, el valido del alcalde, que es además consejero de Mercasevilla y cuyo nombre, por cierto, aparece también en las grabaciones que hicieron los empresarios del grupo La Raza al negarse a pagar las comisiones que les exigían. ¿Qué dirá ahora Monteseirín, él, que acuñó aquello del ‘urbanismo bajo sospecha’ para cargarse al PA?
Así que ya lo saben, cuando piquen el bonobús, recuerden que con los 50 millones dejados escapar por el Ayuntamiento en la subasta de terrenos de Mercasevilla se podría haber cubierto el ‘agujero’ de Tussam, si en Sevilla el mundo no fuera al revés.
Si te he visto no me acuerdo
Marchena afirma que no conoce a la técnico de Urbanismo imputada en el caso Mercasevilla. ¡Pero si en las caracolas de la Gerencia se cuenta que fue él quien la nombró cargo de confianza! El valido del alcalde también trata de sugerir que la imputada pertenece a otra Delegación, la de Vía Pública. Recordemos. En su época, el PA repartió el urbanismo entre Rafael Carmona (Gerencia) e Isabel Guerra (Obras Públicas), pero todo bajo la dependencia orgánica del primero. Con el PSOE se mantuvo el esquema: Carrillo en Urbanismo y Gómez Lobo en lo que pasó a llamarse Vía Pública. Jurídica y jerárquicamente los adscritos a esta área no fueron desgajados de la Gerencia. Según los estatutos de Urbanismo (artículo 22.2), el jefe de todo el personal es el gerente, y en la época del concurso de Mercasevilla el gerente era Marchena y, como tal, el superior de Victoria Bustamante. Así que más rabitos de pasas para reforzar la memoria y menos gambas.