Los propagandistas oficiales no han cejado en los últimos días en propalar la especie y el mensaje de que con la apertura –con medio año de retraso sobre el retraso previsto, luego retraso al cuadrado- de la estación de la Puerta de Jerez el Metro llegaba por fin al corazón de Sevilla, aun cuando éste –el triángulo Plaza Nueva-Campana-Encarnación- diste en el mejor de los casos medio kilómetro de la más reciente parada metropolitana. Monteseirín ha abundando en la falacia al declarar que “el Metro ha conquistado el centro”.
Sin embargo, es el propio alcalde de Sevilla quien constituye la prueba del algodón de la mentira de tal aserto, pues no en vano si él y sus asesores convinieron en llamar al tranvía que une el Prado con la Plaza Nueva como ‘Metrocentro’ fue justamente porque el Metro de verdad, la línea 1 hasta ahora existente, jamás iba a llegar, no ha llegado aún ni es previsible que llegue nunca al corazón de la urbe. El alcalde y su guardia de corps han querido instalar en el inconsciente colectivo la idea de que el sucedáneo del metropolitano, el tranvía de pitiminí con el que rivaliza con ventaja el coche de San Fernando (un ratito a pie y otro andando), era ese Metro al centro que seguimos sin tener más de 30 años después. Y si, como pregona ahora Monteseirín, el Metro ya ha conquistado el centro, tal aseveración demostraría aún más la inutilidad de haberse gastado 80 millones de euros en un tranvía cuya prolongación se solapará en un 70% con el trazado de otros medios de transporte.
Los dineros de Tussam
El alcalde lleva una temporada implorándole a la Junta de Andalucía que salve a Tussam de la quiebra en que ha acabado sumida tras los diez años de su mandato (cómparense si no los balances de la empresa en la época anterior con la actual). Mientras el Gobierno regional y el Ayuntamiento han sido incapaces siquiera de ponerse de acuerdo en instaurar un billete único que sirva a quienes viven en la Gran Sevilla para viajar tanto en el Metro como en los autobuses de Tussam, Monteseirín clama ahora por subvenciones de la Junta para los deficitarios autobuses de la capital con el argumento de que también tienen una dimensión metropolitana, vamos, que los utilizan los habitantes de los pueblos cuando vienen a Sevilla.
Es otra pirueta más del regidor hispalense. En su día, a la vista de la catastrófica situación financiera de Tussam, la Consejería de Obras Públicas y Transportes estuvo dispuesta a quedarse con el ‘marrón’ del tranvía aún en construcción con ese mismo argumento de que podría considerarse como una extensión del Metro y de que prestaría un servicio a los usuarios del área metropolitana que lo tomaran para llegar hasta el centro (una prueba más de que la línea 1 del Metro no llega). Eso implicaba que el tranvía tendría que ser gestionado por la UTE del Metro en vez de por Tussam.
Aterrados ante la posibilidad de que le aplicaran los criterios de rentabilidad, horarios, exigencias laborales y emolumentos de la empresa privada y se les acabara el chollo de la deficitaria empresa municipal, los sindicalistas de Tussam organizaron durante varias noches unas sonoras protestas a las puertas del domicilio del alcalde en Triana como rechazo a “la privatización del tranvía”.
Monteseirín, tan cagueta como siempre con los sindicatos, declinó la generosa oferta de la Junta y el tranvía acabó en manos de Tussam y…. engordando el déficit de la empresa municipal de transportes.
Obras sin ton ni son
El Ayuntamiento ha sorprendido este verano al vecindario de Los Bermejales con un zafarrancho de obras como nunca se había visto antes. Con cargo al ‘Proteja’, al plan ‘E’ o a lo que sea, lo cierto es que los operarios y la maquinaria de la empresa de Camarena, el extorero convertido en nuevo rey Midas local del ladrillo merced a la varita mágica de Monteseirín y con Torrijos haciendo la vista gorda ante sus contratos por horas, pusieron las aceras de bastantes calles patas arriba y extendieron una nueva capa de alquitrán por el asfalto que sirve de autoescuela a gran parte de los conductores noveles de Sevilla y de la provincia.
Algunos se pensaron que, además de a los deseos de fumar la pipa de la paz con un barrio que le niega mayoritariamente su voto por aquello de la mezquita, tanto furor constructor se debería a la extensión del carril-bici. Pero hete aquí que carril carril sólo lo han implantado en la avenida de Italia. En otras como la de Grecia y Francia y el paseo de Europa se han rehecho totalmente aceras que estaban perfectamente, sin que tampoco se haya visto una renovación de infraestructuras subterráneas que lo justificara. Así se despilfarra el dinero sin criterio y se engordan los presupuestos mientras que en el mismo barrio se dejan de cemento o pura tierra las aceras de la avenida de Holanda colindantes con la ciudad deportiva del Betis y las caracolas de los universitarios. Por cierto que la avenida de Italia ya presenta el mismo síndrome de República Argentina: tras el verano han desaparecido los operarios y los vecinos siguen rodeados de alambradas a lo largo de 800 metros, como si vivieran en un campo de concentración. ¿Estarán esperando a la campaña electoral para inaugurar la obra?
Un mercado persa
Ya que ejerce de pastor de la iglesia Evangélica en San Juan de Aznalfarache, municipio sevillano, podemos traer a este espacio a Juan José Cortés, el padre de la pequeña onubense Mari Luz, cuyo vil asesinato conmovió a toda España y provocó un terremoto en un sistema judicial dejado en evidencia por su caso.
El padre de Mari Luz ha reconocido que se está planteando dar el salto a la política y que aunque es militante del PSOE está dispuesto a escuchar otras ofertas. De hecho ya está en conversaciones con la UPyD de Rosa Díez, cuyo nombre equivale a mentarles la bicha a los socialistas, pero no descarta ni al partido del puño y la rosa ni al PP.
Con todos nuestros respetos, el comportamiento de Juan José Cortés revela una concepción de la política alejada de cualquier ideología (¿recuerdan lo del crepúsculo de las ideologías, de González de la Mora) y convertida en un mercado persa, donde hay subasta al mejor postor. ¿Quién da más? Da igual que el partido sea de derecha, de centro o de izquierda. Al final parece que lo único que importa es el puesto en la parrilla de salida.
Urbanismo de mesa-camilla
El muy demócrata alcalde de la muy noble, muy leal, muy heroica, invicta y mariana ciudad de Sevilla ha declarado que no tiene intención de organizar un debate ciudadano sobre el trazado de las líneas 2, 3 y 4 del Metro porque a su juicio no es necesario habida cuenta de que las Administraciones “sabemos perfectamente lo que demandan los ciudadanos”. Hasta tal punto no tienen ni idea de lo que demandan los ciudadanos que en uno de esos paraproyectos, anteproyectos y preproyectos de la línea 3 en que trabajaban los técnicos, trascendió el plan de que el metropolitano, al salir de Los Bermejales por la avenida de Grecia (en superficie, naturalmente, porque en subterráneo es mucho más caro y la Junta pretende gastar lo mínimo posible) en dirección a Reina Mercedes, partía en dos el barrio de Heliópolis y obligaba a cargarse bastante más que unos cuantos chalecitos de la Exposición del 29. Alarmados, los representantes de los vecinos se movilizaron y no saben aún si han conseguido frenar ese diseño antes de que le den carta definitiva de naturaleza.
En línea con Monteseirín, la nueva consejera, Rosa Aguilar, también ha negado a su antecesora, Concepción Gutiérrez, la cual anunció hace casi dos años que se crearía un foro de debate sobre el Metro en el que participarían los representantes de los vecinos de los barrios afectados por el trazado propuesto por los técnicos. Ahora, de foro, nada de nada, que para eso nuestros gobernantes dicen conocer hasta nuestro más íntimos pensamientos y que, a lo más, concederán graciosamente el plazo de alegaciones y porque lo marca la ley. Así pues, vuelve el urbanismo de mesa camilla, en que unos pocos deciden sobre los destinos de Sevilla en plan política de hechos consumados, como ha ocurrido con la Biblioteca en el Prado y en tantos otros casos. Y a todo esto, Torrijos más callado que el mudo de Santa Ana, pues las palabras de Monteseirín y Rosa Aguilar demuestran que esa Delegación de Participación Ciudadana fruto del pacto “de progreso” no es más que papel mojado.
El derecho a la pereza
Al igual que aquel personaje de Molière que hablaba en prosa sin saberlo, hay andaluces que aplican las tesis de Paul Lafargue en su libro ‘El derecho a la pereza’. Se da la circunstancia de que Lafargue era el yerno de Karl Marx, sí, el mismísimo de ‘El capital’ y ‘El manifiesto comunista’.Llévese el ideólogo alemán toda la vida preconizando la dictadura del proletariado y lo del trabajo no alienante para que luego le salga un yerno predicando justo lo contrario: que lo mejor es no doblarla. Cría cuervos. Con el olfato periodístico que le caracteriza, Javier Caraballo comentó en estas mismas páginas dos casos de émulos andaluces de Lafargue. Recuerden. En Granada, 78 parados prefirieron seguir en el desempleo antes que aceptar una oferta de trabajo en un bar. En Huelva ha sido aún peor: sólo 1.500 parados han aceptado trabajar en la campaña de la fresa después de que se hiciera llegar la oferta a 13.600 de ellos. Y añadamos un tercer episodio: en Almería, el Servicio Andaluz de Empleo citó a 450 parados para 150 contratos agrícolas y sólo dos aceptaron irse al tajo.
Así que Jesús Quintero, en la entrevista que le hizo en Sevilla al ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, para su programa ‘Ratones coloraos’, le preguntó por los parados que se niegan a trabajar en la fresa de Huelva.
Por increíble que pueda parecer (vean si no la entrevista en la web de Canal Sur, http://www.radiotelevisionandalucia.es/tvcarta/impe/web/contenido?id=5130, a partir del minuto 20 y 11 segundos), el ministro del paro, uy, perdón, quería decir de Trabajo, justificó a quienes prefieren seguir cobrando el subsidio de desempleo antes que echar el jornal en la fresa, con el argumento de que el diferencial de ingresos no les compensa y que como se trata de gente con estudios, pues no quiere volver al campo. Y se quedó tan pancho ante este escándalo. ¿Con estudios? Entonces, ¿cómo todos ellos están inscritos en el sistema de gestión de empleo agrario o en el régimen especial agrario? Pues nada, a traer subsaharianos y rumanos a nuestros campos y pagarles el jornal mientras los perezosos siguen cobrando el paro o el nuevo subsidio de 420 euros y engordando el déficit público a costa de la solidaridad de todos. ¿Imaginan que esto de que un parado rechazase un empleo de su especialidad pudiese ocurrir en Alemania? Corbacho, por más que San Pablo dijera que quien no trabaje que no coma, ha acabado bendiciendo desde el Gobierno el ‘derecho a la pereza’ de tantos andaluces que son seguidores de Paul Lafargue sin saberlo.