La Democracia ha enseñado desde UCD que si hay algo que no perdonan los electores son las divisiones en los partidos. Por eso Griñán hizo en el congreso extraordinario del PSOE de Sevilla un llamamiento a la unidad. La de Sevilla es la agrupación socialista más importante de Andalucía y de España, el granero de votos del PSOE y con el valor simbólico de ser la cuna de Felipe González y de Alfonso Guerra, que llevaron al partido desde las catacumbas del franquismo hasta la Moncloa.
Sevilla es mucho más que la capital, por más que ésta sea la única gran urbe donde gobiernan los socialistas, merced al apoyo de IU, dado que Monteseirín perdió las municipales frente a un desconocido aspirante del PP llamado Zoido. Sevilla tiene 700.000 habitantes; el conjunto de los 105 municipios, 1.900.000. El peso de la capital es sólo el 37% del total de la provincia, y la provincia vota no sólo en las municipales, sino también en las generales, autonómicas y europeas.
Sevilla provincia le ha dado al PSOE en las elecciones generales el 58,1% de los votos frente al 31,5% al PP (26,6 puntos de diferencia); en las elecciones autonómicas, el 54,33% frente al 31,72% al PP (una diferencia de 22,61 puntos); y en las municipales, un 18% más de votos que al PP, 496 concejales más que los populares y el gobierno de 74 pueblos frente a los 6 del partido de Arenas.
UN CONTRAPODER
Desde hace años y por la guerra de guerrillas de Monteseirín y su facción, los votantes están recibiendo el mensaje de que en Sevilla hay dos PSOE: el de la capital, donde manda el alcalde con su propio estatuto de autonomía funcional, y el de la provincia, donde el alcalde habría confinado a Viera.
Los críticos, además, han cultivado la imagen de que eran el griñanismo, ‘los hombres del presidente’ frente a la vieja guardia que representaría el chavismo de Viera, Pizarro y compañía. Por ende, Griñán es un militante de la agrupación de Nervión, dirigida por Celis, el joven cachorro de Monteseirín y hombre encargado por éste de crearle en las agrupaciones de la capital un poder paralelo al de Viera.
Sin embargo, en la semana previa a su elección como secretario general y cuando más necesitado estaba de contar con un escenario de unidad de todo el partido tras él, Griñán vio cómo Monteseirín y su facción han tratado de condicionarle el futuro en Sevilla capital. En vez de asumir la decisión del presidente de relevarlo de candidato, oficialmente a petición del propio alcalde, y de agotar disciplinadamente el mandato para dar tiempo al PSOE a buscar y promocionar a su sucesor, Monteseirín y los críticos han agitado el ambiente con tácticas como éstas:
-Amagar con una salida inmediata del Ayuntamiento con una carta de despedida a los sevillanos.
-Condicionar la permanencia de Monteseirín en el cargo a la designación de Celis como nuevo alcalde primero y como candidato en las elecciones de 2011 después, al margen de la Ejecutiva Provincial y de la mayoría que ésta representa y de cualquier órgano de dirección del partido.
-Presentar a Celis como el hombre que debe autorizar cualquier operación en Sevilla por ser quien controla la mayoría de las agrupaciones de distrito, proyectando así la imagen de que hay “un partido (Celis), dentro de otro partido (Monteseirín), dentro del PSOE (Viera)”.
-Calificar de “disparate” tener tres referentes en un año (Monteseirín, su sustituto transitorio en caso de que no agote el mandato y el candidato), sin percatarse de que fue la misma situación que provocó Monteseirín hace doce años. En 1998, aquél, siendo presidente de la Diputación, ganó las primarias a Borbolla, y el PSOE estuvo un año con tres referentes: Borbolla, perdedor de las Primarias; Carmelo Gómez, que hizo las veces de nuevo portavoz socialista, y Monteseirín, el candidato a un año vista. Aquel ‘disparate’, como lo calificaría hoy Monteseirín, se tradujo paradójicamente en que el PSOE pasó del 28,94% de los votos en 1995 al 35,99% en 1999 y estuvo en posición de pactar con Rojas Marcos la Alcaldía para Monteseirín.
-Amenazar con pedir unas primarias a la Ejecutiva Federal contra las directrices de Viera y Griñán e incurriendo en contradicción con la exigencia anterior, pues el proceso podría desembocar en una situación similar a la de la época de Borbolla. En su obcecación, el alcalde estaba dispuesto a provocar la situación que él mismo denunciaba.
AVISO A NAVEGANTES
A la vista de la peligrosa deriva del sector crítico, el que se presentaba como alineado con Griñán frente al chavismo, el presidente de la Junta de Andalucía decidió zanjar la cuestión a mitad de semana con un aviso a navegantes: “El PSOE de Sevilla (Viera) logró unanimidad en el último congreso…Yo no tengo candidato (para la Alcaldía); el PSOE de Sevilla sí puede tenerlo. Viera es mi interlocutor y con él hablo”. Y, en un gesto inusual, reforzó su figura nombrándolo presidente del congreso extraordinario del PSOE-A, para demostrar quién le merecía su confianza en Sevilla.
En horas veinticuatro, Celis, el hasta entonces ‘delfín’ de Monteseirín y ariete en la operación de los críticos contra la Ejecutiva Provincial, entendió el mensaje y declaró públicamente su fidelidad a Viera, con otro aviso de su cosecha para el alcalde: “No debe actuar por intereses personales”. Celis se convertía así en el nuevo Emilio Carrillo y con su defección ha liquidado el intento del alcalde de mandar vicariamente en el Ayuntamiento y de perpetuar un Monteseirinato.