‘Up in the air’

Tal como recordamos antes de que se consumara su defenestración por Griñán mediante el teletipo de Europa Press,  Monteseirín ya era visto dentro y fuera del PSOE como un ‘pato cojo’. La prensa norteamericana acuñó esta  metáfora  animalística (‘the lame duck’) para definir el síndrome que afectaba a los presidentes que no podían optar a la reelección porque se hallaban en su último mandato.

Los presidentes que dejarán de serlo a plazo fijo pierden mando e influencia porque el resto de los políticos dejan de tenerlo como referente y se reorientan en función de los posibles candidatos a la sucesión. Como reacción, los inquilinos de la Casa Blanca con fecha de caducidad empiezan a pasar olímpicamente de todo porque ya no van a ser penalizados electoralmente.

Y ésta, justamente, es la posición en que se encuentra Monteseirín: el ‘pato cojo’ amortizado por el PSOE y que ha decidido pasárselo lo mejor posible en el año que le queda como alcalde. Y una de las formas en que mejor se lo pasa Monteseirín es viajando a costa del contribuyente o por invitación.

CUALQUIER PRETEXTO

Sólo en los últimos 16 meses, el regidor sevillano ha hecho catorce viajes al extranjero detectados por la prensa, en los que ha dado el equivalente a casi una vez y cuarto la vuelta al mundo: 47.141 kilómetros.

Con la excusa de la promoción turística, cinematográfica, deportiva o lo que se tercie de Sevilla, se ha escapado a ciudades como Nueva York (presentación de la Bienal de Flamenco), Zúrich  y Múnich (acompañando a la Sinfónica, aunque los melómanos locales dicen que no lo ven nunca en un concierto en el Maestranza), Bruselas (congreso de movilidad sostenible: lo que más le gusta a Alfredo, la movilidad), Katowice (a ver la final del Eurobasket, por aquello de la subsede para Sevilla), Londres (se encalomó al séquito de Griñán al World Trade Market, aunque eso no le evitó la defenestración o, quién sabe, acaso hasta la aceleró), Bochum (los premios de Cine Europeo como coartada), Nápoles (siempre hay un congreso en el que parece inexcusable su presencia y éste sobre ciudades mediterráneas -¿por qué entonces Pierre Chanu escribió su monumental ‘Sevilla y el Atlántico’?- le inspiró su carta de despedida a los sevillanos, si bien luego se arrepintió conforme al lema que popularizó en TVE el humorista Joe Rígoli: “Yo sigo”), París (la Bienal de Flamenco bien vale ese sacrificio del viaje a la ciudad de la Luz) y otros.

Ahora se anuncia su viaje a Río de Janeiro, el undécimo transoceánico en su  mandato. Monteseirín es como el Ryan Bingham  -encarnado por George Clooney- de la película ‘Up in the air’, cuya meta era volar 10 millones de millas para obtener la tarjeta ‘gratis total’ de por vida. A diferencia de Bingham, un experto externo y sin alma a la hora de recortar plantillas, Alfredo es un experto en incrementar la del Ayuntamiento (130 nuevos contratos este año) y los gastos de personal (5,2 millones de euros más) pese a la crisis.

BORBOLLA, EN PAÑALES

Y entre el último viaje conocido, Tánger, y el próximo, Río, el esperpento del vuelo secreto a Turquía con Marchena y el cónsul honorario turco que a la par es importador de tuberías como las que se usan en las obras que licita Emasesa, un vuelo destapado por el colega Alberto García Reyes, el cual ha hecho honor a la definición de qué es periodismo: aquello que no le interesa al Poder que se sepa.

Monteseirín ha dado ya tres versiones contradictorias  de un viaje que ocultó a sus ediles con la mentira (¿cuántas ya?) de que se ausentaba por unos días de Sevilla con su familia. Tras la trola, él  y su valido se largaron  a Turquía en un jet privado cuyo vuelo ha costado  37.000 euros, se alojaron en Estambul en plan lujo asiático en un hotel de cinco estrellas cuya suite vale al menos un 25% más que la habitación más cara del Alfonso XIII y se dieron un homenaje en un restaurante turco que se precia de servir ‘la sinfonía del marisco’, en sintonía con la predilección del mandamás de Emasesa por las pinceladas al centro. Y pensar que en otros tiempos  se formó  un escándalo en Sevilla por que Borbolla degustó unos langostinitos en París…..

¿QUIÉN PAGÓ LA FACTURA?

El cónsul-importador de tubos y viceversa dice que el viaje lo organizó el Consulado por invitación del primer ministro turco para que Emasesa exportara tecnología a su Ministerio de Medio Ambiente. El alcalde dice ahora que no era un viaje institucional, sino comercial. Si tal era, ¿por qué en secreto y no se aireó como un gran éxito suyo  al ser invitado a exportar ‘software made in Sevilla’? Si era institucional para vender informática de Emasesa al Ministerio de Medio Ambiente, ¿por qué ya en Turquía  visitaron la fábrica de tubos, si según el cónsul que los importa, su firma ni ha tenido en el pasado, ni tiene en el presente, ni tendrá en el futuro relación contractual con Emasesa?

Si era una misión comercial de la empresa municipal, ¿por qué los turcos, supuestos compradores de un mero programa informático, han corrido teóricamente con los gastos a cuerpo de reyes de los vendedores  y qué pintaba en un jet privado el cónsul, si jamás de los jamases su empresa tuvo, tiene ni tendrá relación con Emasesa?

Y ¿por qué Monteseirín y su valido hicieron escala en Mallorca para no dejar huella del vuelo a Turquía, se montaron en un coche de espaldas para no salir en las fotos y se fueron pitando de San Pablo por puerta distinta a la de Autoridades?

Sólo obra así quien tiene mala conciencia.

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