La Ciencia descubrió que el ojo humano realiza unos 100.000 enfoques diarios y que sólo una pequeña parte se perciben de forma consciente. El resto se deposita en el inconsciente, por lo que las visualizaciones actúan con efecto retardado, pero actúan, e incluso se reciclan como material de los sueños. Este descubrimiento fue la base teórica para la propaganda subliminal. Los políticos, sin embargo, han pasado de los mensajes subliminales al descaro más absoluto. Dos ejemplos. El ciudadano particular Juan Espadas, presunto candidato del PSOE a la Alcaldía, realiza una visita privada –pero convertida ‘de facto’ en electoralista- a una escuela de verano municipal y no con la vista gorda del Ayuntamiento, sino hasta con alfombra roja. Y el (sin) alcalde, fervoroso dador de medallas a las Vírgenes para atraerse el ‘voto morado’, usa la casa hermandad de la Esperanza de Triana para celebrar un acto político en vez de la sede del Distrito u otras dependencias municipales. Estos son los nuevos mercaderes: mancillan con su partidismo el templo de la Democracia.
Mercaderes
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