Clive Arrindell fue durante años ‘el calvo de la Navidad’, el protagonista de los spots publicitarios que anunciaban el sorteo extraordinario de lotería en la tradicional fecha del 22 de diciembre. El personaje cobraba un dineral por la exclusiva de rodar única y exclusivamente ese anuncio, sólo ése, en todo el año. Al calvo lo quitaron del medio porque los publicistas llegaron a la conclusión de que la gente acababa recordándole más a él que lo que anunciaba. Contrariamente a la teoría de Marshall McLuhan, en este caso el medio no era el mensaje, sino el personaje. Lo canibalizaba hasta tal punto que él era por sí mismo la Navidad en vez de la lotería. Por ironías del destino, la fecha del 22 de diciembre de 2010 va a quedar asociada en Sevilla a otro calvo que también cobra una morterada y que lo ha fagocitado todo durante la reciente etapa de la ciudad, la era de Monteseirín como (sin) alcalde. Ese calvo, ni en sus peores pesadillas pudo imaginar que el 22 de diciembre le iba a tocar una lotería muy diferente a la de Navidad: la de Mercasevilla.
El calvo de la Navidad
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