Zoido dijo en su momento estar muy preocupado por que la Unesco pudiera retirarle a Sevilla el título de ‘Patrimonio de la Humanidad’ a causa de la torre Cajasol. Creo que la ciudad está haciendo deméritos suficientes para que el organismo de la ONU le quite también otro título que demasiado alegremente le concedió sin merecerlo: ‘Ciudad de la Música’. Eso significaba equipararnos, por ejemplo, a Viena, lo que suena a exageración sevillana: no hay color con la patria musical de Haydn, Mozart, Beethoven (aun nacido en Bonn), Schubert, Mahler, Bruckner, Schönberg y tantos otros y con la riquísima programación que ofrece. Si Sevilla fuera en verdad ‘Ciudad de la Música’, las instituciones no le habrían recortado la mitad del presupuesto al teatro de la Maestranza y a la Sinfónica, pese a que aquél multiplica por tres cada euro que recibe. El alcalde dice ahora que la solución para el Maestranza radica en conseguir patrocinios privados. ¿A qué espera, pues? Basta con que Zoido piense en el teatro no en clave de templo de la lírica, sino como si fuera otra Copa Davis.
Reto para Zoido
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