Zoido empieza a arriar banderas

El alcalde ha culminado una semana ‘horribilis’ en que ha dado un bajo perfil reivindicativo, cuando no marcha atrás, en relación con dos grandes temas que proclamaba esenciales en su mandato: la ‘deuda histórica’ de la Junta con Sevilla y la paralización de la torre Pelli si ponía en peligro la continuidad de la ciudad en el Patrimonio Mundial de la Unesco.El 5 de septiembre, aún fresca su toma de posesión y con la fuerza de sus 19 ediles (20 con él mismo), Zoido desveló una carta a Griñán en la que le solicitaba una entrevista para pedirle, “en nombre de todos los sevillanos, que considere y atienda las demandas que desde hace varios años llevamos haciéndole desde la capital de Andalucía y que, desgraciadamente, la Junta no ha atendido como merecemos”.
Empleaba expresiones del tipo “voy a reclamarle que responda como Sevilla merece”;  “la Administración que preside aún debe mucho a esta ciudad”; “recordarle los proyectos pendientes”; “éstos y otros proyectos son una deuda con Sevilla y con los sevillanos”; “defenderé con una actitud reivindicativa a la que no renuncio como tampoco lo hago a los proyectos que por justicia nos corresponde…”

ASUNTOS PENDIENTES

La ‘deuda histórica’ de la Junta, enumerada en una decena de folios por Zoido, incluía proyectos como una red completa de Metro, la ley de Capitalidad, la Ciudad de la Justicia, la erradicación del chabolismo en El Vacie (“hay niños viviendo entre ratas y suciedad –decía- y no pueden seguir así más tiempo”), las conducciones de Melonares, la restauración de Santa Catalina, la ampliación del museo de Bellas Artes y la restauración del Arqueológico, y la conexión del AVE con el aeropuerto. Aparte, reivindicaciones ‘menores’, como el pago de la deuda tributaria de la Junta, objeto de un tenso debate en el Parlamento y que Zoido había cifrado en unos 8 millones de euros; programas sociales para los barrios desfavorecidos; más financiación para la dependencia….

Cuatro meses y medio después de aquel ‘bombardeo’ epistolar, el lunes, Zoido fue recibido por Griñán y…se le comió la lengua el gato. El alcalde aparcó los grandes temas pendientes desde hace años y años, ésos que conforman la ‘deuda histórica’ de la Junta con Sevilla, porque “ante la cercanía de las elecciones  autonómicas no tiene operatividad, hoy por hoy, hablar de ellos”.
Entonces, ¿a qué fue Zoido a ver a Griñán si se había dejado en la Plaza Nueva  esa “irrenunciable actitud reivindicativa”? Según él, “por obligación, por responsabilidad y por lealtad institucional”. Para hacerse una foto con Griñán y recordarle sólo el capítulo social de su misiva, ya que llevaba cuatro meses y medio esperando (más del doble de tiempo del que resta para las elecciones), podía haber esperado dos más, para cuando quien sea presidente –Griñán o Arenas- tenga capacidad de decisión.
Por no plantear, Zoido ni reclamó los 8 millones de la deuda, y puso sobre la mesa temas resueltos, como la apertura de San Telmo a las visitas tras su restauración (puede visitarse los sábados, previa  inscripción).
Mientras la Junta estaba encantada por que Zoido acudiera con bandera blanca, hasta Espadas, el portavoz del PSOE, expresó su sorpresa por la “versión muy resumida” de asuntos planteados por el alcalde y aludió a que la lista de temas de septiembre “parece que ahora ya no resultan ser prioritarios para la ciudad”.

URBANISMO ‘BAJO SOSPECHA’

Tras ese encuentro, cita con el presidente de Cajasol, Pulido, para ‘a priori’, comunicarle la paralización cautelar de las obras de la torre Pelli (178 metros de altura), un proyecto propiciado por Monteseirín y Magdalena Alvarez tras haber boicoteado el ‘campanile’ de 80 metros  pensado por Ricardo Bofill antes de que lo que iba a ser Puerto Triana acabara en un callejón cuya única salida teledirigida fue ponerlo en manos del Monte y Caja San Fernando, antecesores de Cajasol y dominadas por el PSOE. Emulando el ‘urbanismo bajo sospecha’ con que, sin aportar una sola prueba, Monteseirín desacreditó al PA para romper en 2003 su matrimonio político de conveniencia, Zoido, ya desde antes de la campaña electoral, extendió dudas sobre la legalidad de la licencia de obras –la plataforma ‘Túmbala’ había recurrido ante los tribunales el proceso urbanístico previo, ligado al PGOU- y proclamó que por el rascacielos no pondría en peligro la declaración de Sevilla como Patrimonio de la Humanidad.

A VERLAS VENIR

Ganó las elecciones en mayo, tomó posesión en junio y hasta septiembre su delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, no dijo que la licencia era legal mientras los tribunales, que van a su ritmo, no digan lo contrario. Pese al tiempo perdido (tres meses), el alcalde todavía estaba a tiempo de buscar con Cajasol una salida negociada al rascacielos mediante compensaciones urbanísticas, como en su día se hizo tras frenar la torre diseñada por Pérez Escolano en Plaza de Armas, y/o reasignación de la edificabilidad en superficie en vez de en altura, pero siguió a verlas venir. Y el edificio  empezaba a crecer a razón de una planta cada diez días. Ahora, cuando se ha conocido el dictamen de Icomos que pone en peligro el título de Patrimonio de la Humanidad, ya han pasado siete meses desde que es alcalde, la torre va por 16 plantas, el coste de la compensación a Cajasol en caso de frenarla se ha multiplicado y, una vez más, su discurso hace aguas.
Zoido ha pasado de anunciar durante meses que iba a parar la torre a crear una comisión conjunta con Cajasol para defenderla ante la Unesco: cada día va arriando una de sus banderas.

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