Limpieza

Cruzo por la calle Antonia Díaz. Y como una metáfora de la situación de la limpieza en la ciudad y de la propia empresa municipal responsable -junto con los sevillanos, no se olvide-, aparece ante mí el edificio de Lipasam con las paredes llenas de desconchones. Penosa imagen de abandono en pleno Centro, en la ruta frecuentada por los turistas y a escasa distancia de los fastos luminosos navideños en la Avenida, en los que Zoido ha tirado la casa por la ventana. ¿También le echará el alcalde la culpa del desvencijado aspecto de la sede de Lipasam a la herencia recibida de Monteseirín? Atravieso el Paseo de Colón y mientras espero en la parada del autobús, en la acera más próxima al río, contemplo la impoluta estampa de la Plaza de Toros de la Maestranza, que refulge en su albura. No obstante, la arcada superior ya da señales de que necesita una mano de cal, pero casi sin tiempo de acabar de pensarlo aparecen tres operarios enfundados en monos blancos y cargados de útiles de limpieza. ¿Y si Zoido probara a encomendarles a los maestrantes la gestión de Lipasam?

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