La avenida de La Palmera pierde nueva masa arbórea por las obras para un hotel en la esquina con la Casa Rosa

Adepa presentó un recurso contra la concesión de la licencia por Urbanismo

Nueva mengua de la vegetación de la avenida de La Palmera, que pierde más árboles tras la retirada de los existentes, de entre 10 y 15 metros de altura, con motivo del inicio de las obras para la construcción de un hotel en la confluencia de esta vía con la calle Cardenal Bueno Monreal, justo en la esquina con el extremo Sur de la Casa Rosa.

El recurso de alzada presentado por la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Andalucía (Adepa), que preside Joaquín Egea, contra la concesión de licencia de obras para construir un hotel promovido por la empresa Ybarra y Compañía no ha frenado los trabajos en los hasta ahora jardines colindantes con el extremo Sur de la Casa Rosa, trabajos que han afectado también a parte del edificio Columbus.

La parcela, ya sin árboles
Tabla rasa con el jardín preexistente

Previamente se prepararon los árboles para su traslado a un lugar cuya ubicación no ha trascendido públicamente, aunque a simple vista se les dejó poco cepelllón en proporción a su altura.

Los árboles, preparados para su traslado a otro sitio

La desaparición de los árboles existentes se suma a la que anteriormente se produjo con motivo de otros proyectos en la misma emblemática avenida, como los de residencias para el alojamiento de estudiantes universitarios, por lo que la masa arbórea ha ido menguando en los últimos meses.

Vista aérea del edificio Columbus antes de los trabajos para construir el nuevo hotel
El proyecto de nuevo hotel, adosado al edificio Columbus
Árboles que había en la parcela donde ahora se construye el hotel
La imagen, ya antigua, muestra la frondosidad de los árboles por aquel tiempo

Con motivo del inicio de las obras, Manuel Vigil-Escalera Pacheco, profesor de la Universidad de Sevilla, ha publicado en Viva Sevilla un artículo titulado ‘Llanto por unas tipuanas‘, en el que entre otras cosas dice lo siguiente:

«Era un jardín interesante, no sólo por estas tipuanas –tipuanaspeciosa-, también por el curioso seto, que en su discurrir perimetral imbricaba en un solo trazado el siempre socorrido arrayán con otro de naranjo recortado, pariente cercano del que con acusada originalidad se trazó en el denominado paseo Vip de la Isla de la Cartuja con motivo de la Exposición del 92. Por si fuera poco, una no muy frecuente tapizante –Dichondrarepens–  alfombró su suelo, recibiendo agradecida la sombra de sus hermanas mayores y que acogía, para adornarse con ellas, la lluvia  de sus flores de finales de junio.

Cuando el sol abandonaba la ciudad perdiéndose por el Aljarfe, me he acercado y sólo he podido ver ya las heridas de muerte en lo que fueron sus orgullosos troncos, heridas que lo son también en el alma de los sentidos; tampoco los recortes de naranjo y de arrayán: nada. Sólo rastro de máquinas y cuchillas, testigos impunes de la tragedia, y huellas inequívocas de un pasado vegetal que se fue para siempre, como otros en  esta desdichada calle.

Hoy lloran jardines de Sevilla, como tantas otras veces, con lágrimas que inundan el vacío y sequedad de una tierra que no acierta a comprenderlos; lo hacen en silencio, porque aquí -ya lo apuntó José María Izquierdo-  el sevillano -y de él lo aprendieron sus jardines- calla con elegancia su dolor……»

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