Uno de los problemas de la Sevilla con los barrios más pobres de España y 64.365 parados resulta ser el nombre del aeropuerto

El PSOE quiere renombrarlo Diego Velázquez y Podemos, Blas Infante

El coste de un cambio de denominación puede rondar los 50.000 euros

El grupo Socialista en el Ayuntamiento de Sevilla, liderado por Antonio Muñoz, llevará al próximo Pleno municipal una propuesta para que se cambie el actual nombre del aeropuerto de la ciudad, San Pablo, por el del pintor Diego Velázquez. Por su parte, el grupo parlamentario confederal de Unidas Podemos registró en el Congreso una proposición no de ley para que el aeródromo sea rebautizado como Blas Infante, en homenaje al «padre de la patria andaluza».

El pasado 20 de febrero (2023), más de una semana antes del Día de Andalucía, Unidas Podemos en el Congreso y Por Andalucía en el Parlamento andaluz anunciaron la presentación de sendas proposiciones no de ley en sus ámbitos parlamentarios respectivos para que se cambie el nombre del aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, y pase a llamarse Blas Infante, calificado como «el padre de la patria andaluza».

Blas Infante

Ambas formaciones políticas justificaron su petición con el argumento de la lucha pionera del notario nacido en Casares (Málaga) por la autonomía de Andalucía: «es de justicia que se renombre al aeropuerto de Sevilla, tan cerca de donde fue asesinado, y que actualmente se denomina de San Pablo, como Aeropuerto Blas Infante, en memoria y homenaje al Padre de la Patria Andaluza por su lucha pionera por el reconocimiento de Andalucía como sujeto político que aúna autonomía, democracia y derechos, las tres caras de una misma realidad, para la convivencia cívica y para ganar el presente y el futuro”.

SEGUNDA INICIATIVA DEL PSOE

Por su parte, el grupo municipal Socialista llevará al próximo pleno del Ayuntamiento
de Sevilla una propuesta para renombrar el aeropuerto y denominarlo Diego Velázquez. Según el alcalde, Antonio Muñoz, el Socialista pedirá «que el resto de los grupos se pronuncien sobre una idea de muchísimos ciudadanos y asociaciones»
para que, con motivo del cuarto centenario del nacimiento del pintor sevillano, el aeropuerto se acabe denominando Diego de Velázquez».

«Me parece importantísimo -ha dicho Muñoz- que el Pleno se pronuncie para que, en función del mismo, elevar la propuesta a AENA, para ver si es viable. Creo que es
una oportunidad que el aeropuerto lleve el nombre de nuestro pintor por
excelencia vinculado a Sevilla», recalcó. En este sentido, Muñoz insistió en que, aunque desconoce cuáles serán los planteamientos de la oposición, se están canalizando muchas propuestas ciudadanas en esta línea.

La candidata de Adelante Andalucía a la Alcaldía, Sandra Heredia, ha reaccionado diciendo que está dispuesta a aceptar que el aeródromo se llame Diego Velázquez a cambio de que la estación ferroviaria de Santa Justa lleve el nombre de Blas Infante.

Diego Velázquez

Es la segunda vez que el PSOE o sus representantes intentan cambiarle el nombre al aeropuerto de Sevilla, ya que Monteseirín trató en su época de rebautizarlo como aeropuerto de Sevilla-Doñana, con el fin de que calara la idea de que la capital andaluza era la puerta de entrada al parque nacional más importante de Europa y atraer así al importante turismo ecológico, especialmente el ornitológico, existente en el Viejo Continente.

La idea del otrora alcalde se fue difuminando con el tiempo ante la falta de entusiasmo por secundarla y las suspicacias desatadas en Huelva, donde se ha achacado a Sevilla el intento de apropiarse de la salida de las carabelas de Colón y de la romería del Rocío, por lo que al agravio comparativo podía sumarse la pretensión de identificar también Doñana con Sevilla.

SIN IDENTIFICAR

Ahora el PSOE vuelve a la carga, de la mano de Antonio Muñoz, con el argumento de que es «una idea de muchísimos sevillanos y de asociaciones». Hay que empezar poniéndose en guardia ante estas propuestas populistas amparadas en afirmaciones genéricas sin demostrar. Vamos a ver: ¿puede el alcalde identificar a esos muchísimos sevillanos y asociaciones? ¿Cuántos y quiénes son y qué proporción suponen de los casi 682.000 habitantes de la ciudad? Porque podría invertirse su argumento: ¿cuántos sevillanos no se han pronunciado sobre el cambio de nombre del aeropuerto porque el asunto le es indiferente o incluso porque prefieran que se quede como está?

Vita del parque nacional de Doñana

Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena) no es, pese a lo dicho el alcalde, el organismo competente para autorizar el cambio de nombre del aeropuerto, sino el Ministerio de Transportes, del que depende aquel organismo. Puede parecer lo mismo, pero no lo es, ya que probablemente Aena se regiría por criterios meramente técnicos y económicos mientras que el Ministerio probablemente impondría sus criterios políticos, y ya sabemos que últimamente al Gobierno le interesa políticamente mimar al único alcalde de gran capital que tiene el PSOE en España.

¿Saben esos «muchísimos sevillanos y asociaciones», en expresión del alcalde, que el cambio de nombre del aeropuerto cuesta dinero? ¿Están dispuestos los valedores del cambio de nombre a pagar la factura de su bolsillo o pretenden que lo pague el gobierno de una ciudad que tiene los tres barrios más pobres de España y 64.365 parados según la última estadística del Ministerio de Trabajo?

PRECEDENTES

A título de ejemplo, el Ayuntamiento de La Laguna se empecinó en que el aeropuerto de Tenerife Norte llevara como apellido el nombre de su municipio, por hallarse en su término, y el cambio de denominación a Tenerife Norte-Ciudad de La Laguna le costó alrededor de 60.000 euros. Al de Santiago de Compostela el cambio de nombre del aeródromo, de Lavacolla a Santiago-Rosalía de Castro, le supuso un desembolso de unos 50.000 euros.

La política del Ministerio de Fomento en este sentido ha sido que la institución que pida el cambio de nombre es la que tiene que abonar todos los costes, y así ha ocurrido en los casos citados más el de otras ciudades como Santander, Granada, Málaga y Alicante.

Ha habido, sin embargo, dos excepciones, por puros intereses políticos del Gobierno, el cual ha obligado a Aena a cargar con la factura del cambio de rótulo. El cambio de nombre del aeropuerto Madrid-Barajas, por el de Adolfo Suárez Madrid-Barajas, se debió a una orden expresa del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, según fuentes del Ministerio de Fomento consultadas por el diario Última Hora. «El cambio de nombre no lo pidió ninguna institución, sino que la orden llegó directamente desde Presidencia del Gobierno al Ministerio de Fomento, para que Aena se hiciera cargo del coste del cambio, que ascendió a 476.000 euros», indicaron las mismas fuentes.

Interior del aeropuerto de Madrid, dedicado luego a Adolfo Suárez

Por similar interés político del Gobierno, interesado en cortejar a Cataluña, siendo ministro de Fomento el socialista José Luis Ábalos, en 2019 el aeropuerto de Barcelona-El Prat pasó a llamarse Josep Tarradellas-Barcelona-El Prat al cumplirse el XXX aniversario de la muerte del ex presidente de la Generalitat catalana. Aena, por mandato del Ministerio, tuvo que asumir el casi medio millón de euros que costó todo lo que supuso aquel cambio de denominación.

No imperando razones de especial interés político para el Gobierno de turno es difícil que Fomento dé orden a Aena de que pague los 50.000 euros que podría costar poner un nuevo rótulo al aeropuerto de San Pablo, máxime cuando otros Ayuntamientos, empezando por el de Málaga, han asumido el coste de la factura de una iniciativa similar.

OTRAS PRIORIDADES

¿En qué beneficiaría a Sevilla el cambio de nombre del aeropuerto, sea por el de Blas Infante o el de Diego Velázquez? ¿Tendría acaso Andalucía mayor grado de autonomía en el primer caso o vendría algún cuadro más del genio pictórico a algún museo de la ciudad en el segundo? ¿Se incrementará el turismo por el mero hecho de pasar de un nombre a otro? Yo he volado a ciudades como Lyon, cuyo aeropuerto se apellida Saint Exupéry, y no por eso he leído más veces El Principito o cualquier otro libro del piloto francés. Ni me influyó para nada que el de Cracovia lleve el nombre del Papa Juan Pablo II. Es más, si me hubieran hecho una encuesta antes o después de estos viajes ni los habría recordado.

Aeropuerto de Sevilla

En resumen, si a la ciudad no le cuesta dinero el cambio, que le pongan los políticos el nombre que quieran al aeropuerto, pero si hay que gastarse 50.000 euros, entonces hay que preguntarse si ese cambio de denominación es una prioridad en una urbe con los tres barrios más pobres de España y con 64.365 parados. ¿Acaso no estarían mejor empleados esos 50.000 euros en Los Pajaritos o las Tres Mil Viviendas, o en el Banco de Alimentos o Cáritas, que en que cuando el turista se baje del avión vea encima de la terminal de llegadas del aeropuerto un rótulo diferente al actual?

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