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Una empresa sevillana suspendió pagos cada tres días

Sevilla fue la quinta provincia española por número

de firmas en situación concursal en agosto

 

El sector financiero y el de servicios fueron los más

azotados por la crisis este  verano

 

La crisis económica ni siquiera ha dado una tregua durante el mes vacacional por excelencia, agosto, en la provincia de Sevilla, convertida en la quinta de España por número de empresas que presentaron procesos concursales: once, una cada tres días. En Andalucía sólo Cádiz y Granada, con nueve cada una, se le aproximan, mientras que Almería y Córdoba tuvieron un respiro, sin ninguna compañía que se declarara en lo que antiguamente se conocía como suspensión de pagos.

El número de empresas en concurso de acreedores en toda España al finalizar el mes de agosto ha seguido en aumento pese a la ralentización económica que supone el periodo vacacional o precisamente por eso, y asciende ya a 3.924, con un incremento del 15,41% respecto al mismo periodo del año anterior (3.400). Los 268 procesos concursales de agosto han supuesto un 16,02% más que en agosto de 2010.

Según un análisis realizado por el grupo CESCE, los sectores más golpeados siguen siendo la construcción (el 21,97% de todas las empresas en concurso) y la industria manufacturera (el 19,16% del total).

Por comunidades autónomas, aunque Andalucía no es la peor parada del país en números absolutos, sí es la que registra un mayor incremento de empresas en situación concursal, ya que de las 323 con que cerró todo el año 2010 ha pasado en tan sólo los primeros ocho meses del año en curso a 439, es decir, 116 más.

De estas 439 compañías andaluzas en proceso concursal en 2011, 45 han caído en esta situación a lo largo de agosto, y Sevilla ha liderado la estadística autonómica con 11.

En la provincia sevillana el verano ha golpeado especialmente a las entidades del sector financiero y a las compañías de servicios a otras firmas, con cuatro procesos concursales. El siguiente sector en esta estadística negra ha sido el de transportes y comunicaciones, con dos compañías en situación concursal, y ya con una empresa cada uno, el de transformados metálicos, la construcción, otras industrias manufactureras, el comercio y otros servicios.

Doctrina Aguayo

Zoido, que a su calidad de alcalde une la de diputado autonómico, aprovechó el otro día que el Guadalquivir aún pasa por Sevilla pese a que lo gestiona la Junta, para desglosar en el Parlamento andaluz la deuda del Ejecutivo de Griñán con la ciudad por impago de tributos al Ayuntamiento: un total de 8,6 millones de euros. El alcalde se indignó por que mientras los sevillanos pagan religiosamente sus tributos, el Gobierno autonómico no se hace el aludido ni aunque le manden al cobrador del frac. Y en eso salió al quite de Griñán su ahijada política y consejera de Hacienda por la gracia de aquél, Carmen Martínez Aguayo, que sentó jurisprudencia con una frase para la posteridad, similar a la de la mano invisible de Adam Smith: “Para que exista una deuda debe estar reconocida también por el que debe pagar”. Ergo si no se reconoce una deuda, ¡no existe! Genial. La doctrina Aguayo está cosechando infinidad de adeptos desde su formulación parlamentaria. No es de extrañar que el Banco de España haya revelado que la tasa de morosidad ha crecido ya hasta casi el 7%.

 

 

 

 

 

Fibes, las segundas ‘setas’ de Monteseirín

“La obra de Fibes se adjudicó por 66 millones de euros y ya vamos por 100, por lo que no estamos dispuestos a seguir desembolsando dinero sin ningún control presupuestario”, ha dicho el delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, tras exigir a la UTE Acciona-Heliopol-Inabensa que construye la ampliación del Palacio de Congresos una explicación exhaustiva sobre los 12 millones de euros que quiere cobrar como sobrecoste.

A esta cantidad se añaden otros 12 millones pendientes de pago, por lo que el difrendo entre el Ayuntamiento y las empresas ha provocado la ralentización/paralización de las obras y amenaza con dirimirse en los tribunales y eternizar un proyecto que se anunció en mayo del año 2000. Con Fibes se cumple una vez más la maldición que pesa sobre Sevilla de que ninguna gran obra verá la luz antes de un decenio, con la excepción de la que se preveía la más improbable de todas para estar en plazo: la Expo (1984-1992). En abril de 2002, el Ayuntamiento presidido por Monteseirín y la Diputación aprobaron el coste de la ampliación de Fibes para acoger congresos de hasta 3.000 personas: 39 millones de euros. La mitad la aportarían ambos organismos y la otra mitad –se dijo- la Junta  mediante fondos Feder. Esos 39 millones se han convertido ya en 100.

El paralelismo con las ‘setas’ es evidente. En su día, Monteseirín valoró la ejecución del  Parasol en 51,2 millones de euros. Dos modificados y varios años de retraso después el coste ‘oficial’ se había elevado a más de 80 millones, que han superado los 100 si se contabilizan todas las partidas conexas y superan con creces esa cifra si se agregan los 32,3 millones de euros de la aportación en especie a Sacyr del edificio de la Delegación municipal de Hacienda durante 40 años.

 

MUCHO MÁS QUE UNA AMPLIACIÓN

 

La clave de los retrasos y los sobrecostes en Fibes es  que no se trata de una ampliación, que hubiera sido suficiente para cumplir el objetivo de disponer de un espacio para congresos multitudinarios a un coste razonable en dinero y tiempo, sino de la construcción de un nuevo Palacio que envuelve el original, porque en el programa  del exalcalde, que se gastó en obras ‘emblemáticas’ hasta los 100 millones y pico de la ‘hucha’ del PGOU, figuraba la resolución de las asignaturas pendientes (a su juicio) de la ciudad para pasar él así a la historia: rellenar los ‘vacíos’ urbanos del Prado (la biblioteca universitaria) y la Encarnación (las ‘setas’), incorporar la ‘modernidad’ con un rascacielos en la Cartuja, legar un nuevo auditorio…. Y todo con la firma de arquitectos ‘de marca’, costara lo que costara.

 

Cuando en julio de 2003 el jurado del concurso de ideas convocado al efecto aprobó la ‘Propuesta rojo y plata’ presentada por Vázquez Consuegra, el entonces delegado municipal de Economía, Celis, declaró que el nuevo edificio se convertiría en un “símbolo” en el futuro. La ‘grandeur’ de Monteseirín no podía conformarse con una obra funcional (39 millones de euros podían dar mucho de sí en ese sentido) y rápida de ejecución, sino que exigía iconos, emblemas, símbolos asociados a su mandato y a su vanidad y justificados con el argumento de que todo debía estar a la altura de Sevilla.

Vázquez Consuegra diseñó un auditorio de madera y aluminio con capacidad para 3.590 personas sentadas, un escenario de 600 m2, cabinas de traducción, salas VIP, cafetería y guardarropa. Un edificio multiusos con restaurante (2.500 m2) y 18 salas polivalentes. Una pasarela cubierta de uso expositivo para certámenes comerciales de 3.000 m2 que debía conectar con el edificio antiguo, más un aparcamiento subterráneo de cinco plantas para 800 vehículos y un parking en superficie para 30 autobuses.

 

PRESUPUESTO IRREAL

 

Las obras debían comenzar en 2004 y terminarse en el verano de 2006. No se puso la primera piedra hasta enero de 2008 y aunque fueron adjudicadas en 66,1 millones de euros, Monteseirín ya sabía que era un presupuesto irreal, porque incluso antes, el 13 de octubre de 2007, pidió al Estado que financiara con 30 millones el proyecto y ya se lo valoró a Madrid en 94,9 millones.

Al margen del incumplimiento de la promesa de Zapatero en aquel mitin del Paraguas sobre la participación del Estado en la financiación; de que la Junta sólo aportó 17 millones y 3 la Diputación, y de que Emvisesa ha tenido que cargar con un crédito de 58,7 millones de euros que deberá pagar hasta el año 2022 para poder continuar las obras desde hace año y medio hasta ahora, al margen de todo eso y de la soledad financiera en que ha sido dejado el Ayuntamiento socialista por sus Gobiernos amigos (en Madrid y Sevilla), lo peor es que al final de este largo decenio de proyectos y ejecución del macroFibes, Sevilla ha retrocedido 97 puestos en el ranking de ciudades organizadoras de congresos internacionales.

Según la clasificación de la International Congress and Convention Association, elaborada con la información de más de 6.000 asociaciones que celebraron el año pasado 9.170 congresos, Sevilla ocupó el puesto 196 del mundo, el 104 de Europa y el séptimo de España, tras ser superada por Bilbao y Málaga. Hemos retrocedido internacionalmente al nivel de ciudades medianitas como Padua, Innsbruck y Essen.

Diecinueve años después de la Expo , todavía no hemos logrado el nivel de ocupación y de tráfico aéreo para el que se dimensionó entonces el aeropuerto de San Pablo. ¿Cuánto tardaremos en un escenario de crisis económica internacional en rentabilizar los 100 millones –por ahora- de euros y los once años invertidos en el nuevo Fibes?

A dieta

Tras un acuerdo del Consejo de Ministros en el que se instaba a adoptar medidas urgentes para reducir el déficit público y otro de la FEMP sobre aminoración de salarios de los altos cargos municipales, Monteseirín llevó al Pleno de mayo de 2010 una moción en la que instó a suprimir las dietas por asistencia a las reuniones en las empresas municipales. Marchemos por la senda del sacrificio y yo el primero, parece que dijo el prócer. Ya encendido en su discurso patriótico, el (sin) alcalde propuso “no ya una regulación coyuntural como la que se está tratando ahora, sino una de más calado”. Ahora se ha descubierto que no sólo no dejó de cobrar dietas, sino que las trincó todas, al menos en Emvisesa, donde la crisis inmobiliaria no fue óbice para que él se embolsara 7.392 euros hasta el final de 2010. Y es que en el fondo Alfredo es muy unamuniano. Mientras que don Miguel decía eso de que inventen ellos, Monteseirín, degustador de restaurantes de cinco tenedores junto a su valido en su paso por la Alcaldía, ha acuñado esto otro: “¡A dieta, que se pongan ellos!”.

 


 

 

El modelo de ciudad

El  presidente de Gaesco, Miguel Rus, ha aprovechado la polémica sobre la recalificación de Ikea para exigir que se cambie el PGOU. A su juicio, el Plan General “ha provocado una paralización en el sector parecida a la de Marbella”, pese a que “hay demanda” y a que Sevilla “no tiene problema de stock de viviendas”.

Según Rus, “el PGOU se aprobó en un momento en el que sólo se pensaba en cómo recortar el crecimiento desmedido del sector inmobiliario. Ahora –añade- tenemos las mismas normas o más, la misma inflexibilidad que pusimos para frenar el sector, cuando lo que hace falta hoy es lo contrario: reactivar y facilitar a los pocos empresarios que quieran implantar su proyecto, invertir y generar riqueza”.

La patronal intenta hacer creer que el Plan coarta el desarrollo de Sevilla con otros argumentos similares, como que sólo ha sido ejecutado en un 2%: “Si en cinco años –afirma Rus- no se hizo ningún bordillo es que algo no funciona”. ¿Puede decirse con seriedad que un Plan que ha reservado suelo para 55.000 viviendas y del que aún quedan por desarrollar 13 millones de m2 de terreno industrial está frenando la construcción? ¿Quién si no los promotores y constructores deben desarrollar ese 98% pendiente?

El problema no es el PGOU, sino que los constructores todavía no se creen que la dorada –para ellos- época de la burbuja inmobiliaria ha terminado. Rus queda en evidencia cuando dice que Sevilla no tiene problemas de ‘stock’  justo cuatro días antes de que el Ministerio de Fomento difundiera que hay 18.803 viviendas nuevas sin vender. No digamos las usadas, de las que la banca tiene para dar y repartir como consecuencia de las ejecuciones hipotecarias.

Las  catorce inmobiliarias más grandes del país sólo han vendido en el primer semestre 900 pisos. ¿Dónde está la demanda de que habla Rus en una nación que anualmente construía más viviendas que Alemania, Francia e Inglaterra juntas –ahora sobran dos millones de pisos-, con cinco millones de parados, sin desgravación fiscal por compra de vivienda que siga inflando la burbuja, sin ayudas a la VPO por la falta de fondos de las Administraciones y sin financiación hipotecaria por la delicada situación de la Banca?

En los cinco años del PGOU, los promotores sólo desarrollarán –y porque el Ayuntamiento les adelanta 14 millones de euros- dos bolsas de suelo: Hacienda del Rosario (Gabriel Rojas) y Palmas Altas Sur (Metrovacesa). Pero esta última empresa  ha comunicado a la CNMV que suspende el desarrollo de nuevos proyectos residenciales ante el deterioro del mercado inmobiliario: en el primer trimestre sólo logró ‘prevender’ trece pisos. ¿También esto es culpa del PGOU y de su supuesta inflexibilidad? Y todavía Rus aboga  por construir en Tablada. Si se hubieran hecho pisos en la dehesa, ¿cuántos estarían hoy vacíos y qué ruina no habrían causado a los compradores a crédito y a la banca financiadora.

El PGOU ha calificado suelo de sobra y está aún por desarrollar. El problema de fondo es que los promotores y constructores, insaciables, quieren  recalificaciones a gogó para que con el exceso de edificabilidad sus inversiones les salgan gratis. ¿No era el riesgo el factor diferencial de los empresarios y la razón que justificaba su lucro?

Ikea exige 41.400 m2 más de edificabilidad para un parque comercial en torno a su segunda tienda frente al aeropuerto. Con su ‘efecto llamada’, pese a que lo niegue Zoido, ha abierto la veda y ahora se acumulan las exigencias de recalificaciones a la carta. Isla Mágica pide que sus 45.000 m2 en la Cartuja, con 1.700 m2 de uso comercial,  se le recalifiquen para poder construir sin limitación más áreas comerciales y lúdicas. El Sevilla F.C., beneficiario ya de dos recalificaciones (el Nervión Plaza es fruto de la primera), plantea una tercera para colmatar aún más una zona ya saturada de comercios. El Betis, al que se le regaló una zona verde de Heliópolis para comercios y hoteles, también quiere más en línea con el Sevilla, aunque sea a costa de embutir en ladrillo el Benito Villamarín. Primark plantea otra operación comercial en la Gavidia. Altadis, que cerró la fábrica de tabacos más antigua del mundo, pretende que le cambien la calificación industrial …..

¿Es la salida a la crisis multiplicar los centros comerciales en una ciudad que ya tiene 25 grandes superficies y regalar edificabilidad a tutiplén? ¿Hay que cambiar el PGOU continuamente para acoger sólo y exclusivamente proyectos comerciales cuando según el Instituto de Estadística de Andalucía las ventas en las grandes superficies han caído un 6,3% en mayo?

Volvamos al ejemplo de Ikea: la recalificación de 41.400 m2 que pretende en San Nicolás sería a costa de detraer esa edificabilidad de la prevista para la implantación de empresas de servicios avanzados. Si se van colmatando los espacios y ocupándolos con lo primero que venga -como ocurrió en la Cartuja por el ‘horror vacui’, y ahora falta espacio para la Tecnópolis-  nos quedaremos sin suelo de calidad que ofrecer a otros inversores que no sean meramente del comercio, porque sólo con una economía diversificada y no con un monocultivo (ladrillos y centros comerciales no han impedido que tengamos más de 70.000 parados) se resiste mejor la crisis.

Para eso se redacta un PGOU: para planificar el futuro. Si el Plan se cambia continuamente por los intereses de unos y de otros, significa que Sevilla carece de modelo económico y de modelo de ciudad.

 

 

 

El funcionario

El presidente de la CEOE, Joan Rosell, se atuvo al tópico de los funcionarios que no la doblan o se van de cafelitos y pidió que los evalúen para que sepan que no son dueños del empleo. Pues un funcionario de Los Palacios -Juan José Picossi es su gracia- le ha roto los esquemas al jefe de la Patronal al ganarle un pleito al Ayuntamiento saliente. Como este probo secretario municipal se negaba a hacer la vista gorda sobre los presuntos chanchullos que desfilaban ante sus ojos, lo dejaron sin función alguna. Así, cuatro años en los que, contra su voluntad, no hacía ni el huevo, pese a lo cual hasta le subían el sueldo para comprar su silencio. Liberado de la maldición bíblica, otro en su lugar se habría dedicado a pasar el tiempo en sus cosas, sin olvidarse de pasar por caja, pero él ha logrado que la Justicia obligue al nuevo Ayuntamiento a darle trabajo. Una victoria judicial que más parece una condena, ¿no?. Cada vez que un político del Norte vuelva a hablar de los andaluces indolentes, no les mienten a sus madres, sino a Juan José Picossi. Razón, Los Palacios.

 

La playa

Apenas proclamar solemne y públicamente el alcalde que la recalificación a la carta (¡Uy, perdón! ¿Debo decir ‘modificación puntual’  para ser políticamente correcto, Maximiliano?) que prepara el Ayuntamiento para Ikea no generará un ‘efecto llamada’, Isla Mágica anunció que se pone en la cola para pedir el mismo trato igualitario (artículo 14 de la Constitución). Por de pronto ya están formados en esa fila Ikea, el Sevilla F. C., el Real Betis, Altadis, Primark, Tablada Híspalis y el Parque Temático. Siete, como los siete niños de Écija. Zoido dijo aquello de que “el que quiera ver oleadas (de recalificaciones), que se vaya a la playa”. Ya no hace falta, Juan Ignacio: al fin la tenemos aquí, aunque sea sin arena y con mucho polvo de ladrillo en ciernes. Los revolucionarios del mayo francés intuyeron que había que escarbar porque debajo de los adoquines estaba la playa. En Sevilla ya se ha corrido la voz de que la playa urbanística está en la Plaza Nueva, debajo o dentro de las Casas Consistoriales. Ya se sabe qué se suele decir del último. ¿Quién da la vez?

 

 

Sobresaltos

Zoido ha confesado en su primer cumplemes como alcalde que no gana para sobresaltos con la herencia recibida de Monteseirín. No sólo es que no le haya dejado un euro en la caja ni para los colegios de nuestros niños, sino que cada tarde se le presenta “una ristra –me encanta el lenguaje (Monte)llano del alcalde- de personas que quieren cobrar, y esas deudas no se han generado en este mes. Las sorpresas que nos estamos llevando…¡Con lo fácil que habría sido contar la verdad desde el primer momento!”. Ya que es tan fácil contar la verdad, pues díganosla con pelos y señales sobre los métodos con que el (ex), su predecesor, ha provocado el vaciamiento de las cuentas municipales. Ardemos en deseos de llevarnos, informativamente hablando, las mismas sorpresas que usted, señor Zoido, y saber cómo Monteseirín le ha dejado reducido a la condición de pagador del frac. Hable ahora o calle para siempre, en aplicación del principio americano aplicado a la política: pasados seis meses, la Administración entrante ya no tendrá como coartada echarle la culpa a la saliente.

 

Ikea y la zanahoria del empleo

El 8-9-2008 se produjo en Sevilla el ‘atasco perfecto’. Duró diez horas. Miles de automovilistas que acudieron a Ikea en Castilleja quedaron atrapados en un caos causado por el efecto llamada de la tienda sueca y el correspondiente tapón en la autovía de Huelva, progresivamente extendido a la SE-30 y a la autovía de la Plata.

Aquel desastre obligó a abrir nuevas vías de acceso a la cornisa, como el de Coca de la Piñera (noviembre de 2009) y a diseñar en adelante un operativo especial de la Guardia Civil y las Policías Locales de los pueblos colindantes dentro del escaso margen de maniobra que permitía la ratonera en que la ubicación de Ikea ha convertido un punto estratégico cual es el acceso a y la salida de Sevilla, fruto de la desastrosa o nula planificación urbanística en la mayor parte del alfoz ante la inopia de la Junta de Andalucía.

El caso Ikea y la habitual saturación de tráfico en el área metropolitana han demostrado la vital importancia de la ordenación del territorio y del planeamiento urbanístico, plasmado este último en Normas Subsidiarias y Planes Generales como el PGOU de Sevilla.

El Plan General hispalense, aprobado en 2006, se caracterizó durante su redacción por un espíritu de participación ciudadana (las mesas del PGOU) y de consenso político que no siempre pudo alcanzarse. Una de las grandes bolsas de suelo  incluidas en el Plan fue la de San Nicolás, sita frente al aeropuerto y pensada como una zona productiva de primer orden, hasta el punto de que sólo se reservó espacio para 429 viviendas y un área a comercial complementaria (107.600 m2), y se destinó el resto de los 219.574 m2 edificables a empresas y servicios avanzados.

Dado el éxito de su tienda en Castilleja, Ikea proyectó hace casi diez años una segunda y puso sus ojos sobre San Nicolás. Obsérvese que pudo haber alegado al PGOU durante su tramitación en demanda de mayor edificabilidad comercial, pero no lo hizo. Calló y otorgó.

Sólo años después ha presentado un Plan Parcial en el que, con una política de hechos consumados, plantea un complejo comercial con 41.400 m2 más de edificabilidad comercial de la autorizada en el PGOU. No sólo eso. Según el informe de  los técnicos de la Gerencia, ni siquiera ha entregado un estudio de tráfico e infraestructuras que avale la viabilidad del macrocomplejo y trata de eludir la obligación legal de cesión del aprovechamiento urbanístico que resultaría de la recalificación a la carta que pretende con el único argumento  de una inversión de 228 millones de euros y la creación de 4.000 empleos.

VALLADOLID COMO EJEMPLO

Casualmente, en estos días se habla del mayor centro comercial que Ikea va a inaugurar en España, concretamente en Valladolid y para Navidad, con una inversión de 200 millones. Su tienda dispondrá de 34.700 m2 y dará empleo a 250 personas, a razón de un empleado por cada 139 m2. El resto del complejo (100.000 m2 en total) se abrirá en primavera, con 125 locales en alquiler. Tomando como referencia la ratio superficie comercial/empleado de Ikea, en caso de una ocupación plena  se generarían 469 empleos más, con lo que en conjunto  podría haber  719 puestos de trabajo. Si extrapolamos al que se quiere ahora implantar en Sevilla (un 49% mayor), éste crearía  unos 1.100 empleos (pero por cada empleo, habitualmente precario, creado en las grandes superficies se suelen perder 2,5  en el comercio tradicional).

 

Amenazando subliminalmente con irse con la inversión a otra parte, el consejero delegado de Ikea, Mikael Ohlsson, usó el ‘The Wall Street Journal’ para lanzar un recado al Ayuntamiento de Sevilla y a otros nueve: Ikea está preparada para construir “mañana” mismo , pero se lo impide la regulación del Urbanismo en España.

 

 

Inexacto, al menos en Sevilla. En los 107.600 m2 de edificabilidad de San Nicolás caben tres Ikeas como el de Valladolid, que es el mayor de España, y por tanto podría construirse mañana mismo como alardea el señor Ohlsson. Al plantear ahora, y no cuando se estaba tramitando el PGOU, una tienda de su marca con 72.000 m2 (42.000 sobre rasante y el resto en sótano) y un centro comercial anexo con 163.000 m2 (107.000 sobre rasante) que construirá, gestionará y explotará “con la filosofía Ikea”, es porque con ese exceso de edificabilidad de regalo municipal pretende que el alquiler o la venta de los locales sufrague la instalación de este segundo Ikea, que así les resultaría gratis.

Cuando el macrocomplejo colapse las carreteras por la afluencia de compradores desde Córdoba y la Campiña, que luego los contribuyentes paguen las soluciones alternativas al problema generado por el ‘pelotazo’ urbanístico.

Es lógico que el Ayuntamiento no quiera perder la inversión, pero no que se rinda incondicionalmente a los suecos presentando como una simple modificación del PGOU lo que sería una recalificación en toda regla;  remitiéndose a una futurible reforma legal (una aberración jurídica, porque sólo puede aplicarse la norma vigente);  confundiendo la cuestión urbanística con la comercial;  volviendo al modelo del ladrillo y las grandes superficies (25 ya en Sevilla) en vez de apostar por una economía diversificada, y reinstaurando un urbanismo a la carta de infausto recuerdo que supondría abrir la veda a cualquier especulador. Del ‘ancha es Castilla’ pasaríamos al ‘ancha es Sevilla’.

Si Ikea amenaza con irse, ya vendrán otros. A los suecos cabe decirles lo mismo que aquel jornalero andaluz al cacique de turno: “En mi hambre mando yo”.

 

 

Casi ná

El caso de la tienda de Ikea frente al aeropuerto se reduce, ‘grosso modo’, a que los suecos quieren que por su bella cara se cambie el PGOU y por arte de magia se les regalen 41.400 m2 de edificabilidad más que la prevista, para ellos envolver su comercio con un cinturón de locales de alquiler a otras marcas, con cuyas rentas les saldrá gratis la inversión en Sevilla. El cambio del uso principal del suelo (del empresarial actual a comercial) y su magnitud obligan a una recalificación en toda regla, pero como la palabra suele implicar un ‘pelotazo’ urbanístico, el delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, trata de camuflar la operación como una simple modificación puntual del PGOU. Vílchez fue subdelegado del Gobierno en Cádiz, donde se habrá impregnado de la retranca del Beni, al que cuando le preguntaron si había trincado dijo una de sus frases más famosas: “Mu poquito; casi ná”. Pues Vílchez, igual. Cuando le preguntan si va a recalificarle a Ikea, a pesar de que son 41.400 m2 sale en plan Beni de Cádiz: “Mu poquito; una modificación puntual nada más”.