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Humo

La sociología acuñó el término ‘nimby’, derivado de la expresión inglesa “not in my back yard” (“no en mi patio trasero”) para definir a quienes muestran comprensión por lo que ocurre en otra parte pero no cuando les concierne a ellos. La consejera de Educación, Mar Moreno, se solidarizó con el ministro Wert cuando los intolerantes le impidieron hablar en un foro ajeno a sus competencias como el de El Mundo en Los Lebreros. Ahora bien, cuando la foto de ese mismo ministro aparece tiroteada y ensangrentada en la sala de profesores de un instituto de Alcalá de Guadaíra, cuya jefa de Estudios y a la par delegada municipal de Educación es de su mismo partido y se niega a retirarla porque dice que es fruto de la libertad de expresión, se alinea con esta última y alega que calificarla como apología de la violencia es una “cortina de humo del PP”. El humo ciega los ojos, como en la canción de los Platters, de Mar Moreno  cuando el PSOE y su ámbito competencial están por medio. La consejera ‘nimby’ practica una solidaridad selectiva, ella, tan opuesta a la Selectividad.

Año nuevo

Año nuevo, problemas viejos. El tiempo en Sevilla, al contrario que en la máxima latina, no parece que vuele, sino que marche en sentido inverso, hacia atrás. A la ocupación de edificios, ahora llamados ‘corralas’ como en Madrid, en demanda de una vivienda para los desahuciados o los que carecen de ella, se une el encierro de los trabajadores de la factoría Roca, de Alcalá de Guadaíra, en la catedral en protesta contra el proyectado cerrojazo a la fábrica. Esta pacífica toma del templo metropolitano por turnos de 40 obreros nos retrotrae treinta años en el tiempo, cuando eran tan frecuentes estas formas de protesta en las iglesias que inspiraron al gran Manuel Barrios una de sus obras más celebradas, ‘El encierro de San Serapio’, en la que un sacerdote que no se había visto en otra semejante debía afrontar la ocupación de su templo por unos obreros en conflicto laboral. Tanto éxito tuvo que hubo de ser repuesta en cartelera diez veces en el plazo de seis años. Por éso este 2013, más que un año nuevo semeja un año viejo que nos trae el aroma de lo ya vivido.