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Metro a precio de kilóMetro

La Cámara de Cuentas ha divulgado un informe sobre el coste de obras públicas en Andalucía bajo la fórmula de la colaboración público-privada. Concluye que las desviaciones presupuestarias han oscilado entre un 70% y un 200%, y que la Junta debería realizar un análisis previo que compara la alternativa de la financiación exclusivamente pública con la fórmula mixta público-privada, que se ha revelado excesivamente gravosa.

El informe ha provocado una tormenta política, ya que una semana antes IU había registrado en el Parlamento una proposición no de ley en la que se instaba a la Junta a realizar una auditoría de todos los contratos de colaboración público privada existentes, a fin de poner coto a lo que califica de “hipoteca abusiva”. El otro socio del Gobierno, el PSOE, que siempre se ha mostrado abierto a cualquier fórmula de financiación de las infraestructuras, ha afirmado que estudiará en profundidad el documento.

El PP, más cercano ideológicamente a la iniciativa privada, ha aprovechado para cargar contra la Junta “por su incapacidad de gestionar el dinero de los andaluces” y exigido a la presidenta que dé explicaciones en el Parlamento sobre esta enorme desviación presupuestaria. Por su parte, los empresarios afirman que los proyectos son elementos “vivos” y, por tanto, sujetos a cambios e incidencias a los que hay que dar respuesta “siempre que se respete la legalidad”.

LA LÍNEA 1

El caso del Metro de Sevilla, uno de los analizados por la Cámara de Cuentas, podría arrojar alguna luz sobre el debate. Según el órgano fiscalizador, la construcción de la línea 1 ha costado realmente 730 millones de euros, 72 millones más de la cifra oficial anunciada en su día por la Junta (658 millones) y 301,5 más que la cantidad en que fue adjudicada: 428,5 millones. Por tanto, se ha producido un sobrecoste sólo en la construcción del 70,36%.

Al mismo hay que añadir el de la explotación, ya que la Junta subvencionará hasta el año 2040 una parte del billete que pagan los usuarios, billete que no cubre los costes reales  del servicio. El Gobierno autónomo calculó una aportación por este concepto de 1.318 millones de euros. La Cámara de Cuentas estima que la aportación será realmente de 2.161 millones de euros, un 63,96 % más.

El balance global pasa de un coste estimado de 1.746,5 millones de euros (entre construcción y explotación) a uno real de 2.891 millones, un 65,53%. Por tanto, el coste final de la línea 1 se aproxima al de construcción de las tres líneas que faltan para completar la red de Metro de Sevilla (se ha hablado de entre 3.000 y 3.700 millones de euros), aunque la factura todavía podría elevarse, dado que hay varios litigios pendientes entre la Junta y la empresa concesionaria por valor superior a los 20 millones de euros.

CÁLCULOS ERRÓNEOS

¿A qué se han debido estos sobrecostes?

En primer lugar, a la pésima estimación de la Junta, que calculó el coste de la línea en 360 millones de euros, cifra superada por los tres grupos que se presentaron al concurso  convocado para su construcción y que lideraron Dragados, FCC y Ferrovial. Estas fueron las ofertas:

-Dragados: Valoró en 382 millones el coste de la infraestructura y en 41,85 millones el del material móvil (total, 423,85 millones de euros), más 433 millones de subvención al billete por parte de la Junta a lo largo de 35 años.

-FCC: Presupuestó la infraestructura en 393 millones y en 68,40 el material móvil (total, 461,40 millones), y estimó en 755 millones la subvención de la Junta al billete.

-Ferrovial: Presentó un coste de 445,7 millones para la infraestructura y de 63,80 millones para el material móvil (Total: 509,5 millones), más una subvención al billete de 1.015 millones.

La oferta más aproximada a la estimación de la Junta por todos los conceptos (1.746,5 millones entre construcción y explotación, aunque según la Cámara de Cuentas ascenderá a 2.891 millones) es la de Ferrovial (1.524,5 millones, ‘sólo’ 222 millones de desviación sobre la estimación del Gobierno andaluz), pero la mesa de contratación, en vez de premiar la oferta más realista, la penaliza y adjudica el contrato a la más barata y alejada de la realidad, la de la UTE compuesta por Dragados, Sacyr, CAF, Gea 21, Tuzsa y Rus, finalmente por un precio de construcción de 428,5 millones.

Tan irreal es esta propuesta, que también se componía de la tarifa técnica (el coste real del billete) más barata, a partir de una estimación de 16 millones de viajeros/año, que al quinto se convertirían en 21 millones. El pasado abril el Metro cumplió cinco años, a una media redondeada de 13,5 millones de pasajeros/año. Las cifras hablan por sí solas. Han fallado, pues, todas las estimaciones de partida, tanto de la Junta como las de Dragados-Sacyr, pero cabe preguntarse si en este caso no se trató de una táctica para adjudicarse el contrato a la baja.

SIN PROYECTO PREVIO

El segundo error consistió en que el contrato de adjudicación se basó en un mero anteproyecto, por lo que a la empresa ganadora le correspondía redactar el proyecto constructivo final con detalle. Las obras se iniciaron a ciegas, sin conocimiento previo o suficientemente detallado de aspectos como la geología del subsuelo, posible existencia de restos arqueológicos y trazado de las conducciones subterráneas de agua, electricidad y telefonía, entre otros factores. El resultado de esta imprevisión y de la realización de los estudios sobre la marcha fueron continuas incidencias e imprevistos que encarecieron los trabajos y los retrasaron, desde la aparición de una grava de tal dureza que desgastó literalmente la cabeza de la tuneladora hasta el hundimiento del terreno en la Puerta de Jerez.

La ejecución de la obra fue desastrosa, con el episodio del deslizamiento de la viga del puente sobre la SE-30 que pudo haber causado una catástrofe entre los automovilistas, hasta las fisuras provocadas en inmuebles colindantes con el trazado del túnel. A todo ello se unió el cambio de criterio de la Junta sobre la marcha, al exigir, entre otras mejoras no previstas, la introducción del sistema automático de puertas de seguridad en los andenes para evitar caídas accidentales a las vías.

Al margen de estos cambios imputables al Gobierno andaluz, la inmensa mayoría de los ¡46! expedientes de modificación del contrato fueron presentados por el consorcio adjudicatario, que jugó con las típicas prisas electoralistas de los políticos, los cuales querían cortar como fuera la cinta inaugural del Metro antes de una cita con las urnas.

PAGA EL CONTRIBUYENTE

Como es habitual en nuestro país pero inadmisible en el extranjero, donde como en Panamá con las obras del Canal Sacyr provocó un conflicto internacional al pretender una revisión al alza de los costes tras adjudicarse a la baja las obras, las modificaciones y revisiones posteriores de costes que admiten las Administraciones Públicas convierten en papel mojado los concursos, ya sea el del Metro o el de las Setas de la Encarnación, e inducen a las empresas a presentar bajas temerarias. Saben que al final van a colocar sus modificados de obra.

El informe de la Cámara de Cuentas revela el incumplimiento del contrato tanto por la UTE liderada por Dragados, con sus continuas modificaciones, como por la Junta de Andalucía  a la hora de imponer la letra del mismo. Según la cláusula número 33 del pliego de condiciones, la construcción, explotación, conservación y financiación del Metro, o sea todo, se debía desarrollar “a riesgo y ventura del concesionario”.

Ha ocurrido al revés: ha sido la Junta la que ha pagado todos los errores de cálculo, reales o tácticos, y sobrecostes del adjudicatario, saltándose incluso la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas al no pedir el preceptivo dictamen al Consejo Consultivo cuando las modificaciones de obra superaban el 20% del contrato original, pero nadie ha asumido la más mínima responsabilidad, ni política ni de ningún otro tipo, por bendecir una desviación sólo en este caso de 1.144,5 millones de euros.

El Metro refleja que el problema de fondo no radica tanto en el modelo de financiación de la obra pública como en la falta de control por la Junta, denominador común que aparece también en los escándalos de los ERE y los contratos de formación.

 

La Junta tardó más de 9 años en desdoblar el canal de La Minilla

Una obra programada en 1997 para Marchena no se terminó hasta 2008

 

Demoledora fiscalización de la Cámara de Cuentas a la Agencia del Agua

 

 

 

La ejecución de la política hidráulica de la Junta de Andalucía está plagada de retrasos, desviaciones presupuestarias, descontrol e irregularidades, según demuestra el reciente informe sobre  la fiscalización realizada por la Cámara de Cuentas a la Agencia Andaluza del Agua en el periodo 2005-2009 y el seguimiento a quince proyectos de un total de 138 en diversas provincias andaluzas encomendados a Egmasa como brazo ejecutor del Gobierno autonómico.

 

La Cámara de Cuentas ha constatado que los plazos otorgados por la Junta a sus empresas instrumentales, ya fueran Egmasa o Giasa, para la ejecución de sus obras hidráulicas ha sido incumplido en todos los expedientes fiscalizados, hecho que pone en cuestión su eficacia y las razones para su creación. El tiempo de realización de las obras ha sufrido un incremento del 113,97% con respecto al contemplado en los contratos, y dentro de este retraso generalizado llaman especialmente la atención algunos casos singulares.

La estación de aguas residuales de Marchena (Sevilla) fue programada por la Junta en 1997, pero hasta 2003 no inició Giasa las obras, que luego tardaron cinco años (2008) en concluirse. Entre el encargo de desdoblamiento de la primera fase del canal de la Minilla, que abastece de aguas al área metropolitana de Sevilla, y su ejecución transcurrieron 9 años y 4 meses.

El recurrente problema de las inundaciones en Andalucía se comprende ahora mejor al observar la ejecución de la obra de defensa contra las avenidas en Marinaleda (Sevilla). Se preveía un plazo de ejecución inicial de 8 meses, que acabaron convertidos en 38. Para un simple colector en Añora (Córdoba) se necesitaron 15 meses, cuando el plazo era de cuatro.

En el contrato de ejecución de la obra de refuerzo del ramal oriental, abastecimiento a la comarca sevillana del Aljarafe, se establecía un plazo de ejecución de once meses. Pasaron 59 hasta que las infraestructuras fueron recepcionadas.

La Cámara de Cuentas achaca como primera causa de estas dilaciones a la lenta, compleja y prolija tramitación de los contratos, agravada en algunos casos por la concesión de prórrogas que son aprobadas una vez transcurrido y agotado el plazo de ejecución. Incluso se han incrementado los plazos de terminación de las obras sin que en muchas ocasiones conste en los expedientes las prórrogas aprobadas.

En las obras de mejora de la regulación del abastecimiento a Bujalance, Cañete de las Torres y Villanueva del Rey (Córdoba), transcurrido el plazo de ejecución de nueve meses se autorizó una prórroga de medio año. Al final, el plazo real de ejecución fue de 22 meses. El depósito de cabecera de abastecimiento a Partaloa y Arboleas (Almería) pasó de los siete meses iniciales a diecinueve. En la obra de refuerzo del ramal oriental de abastecimiento a la comarca del Aljarafe (Sevilla) se concedieron dos prórrogas, una de dos meses y otra de cinco, otorgada esta última cuando había expirado la primera. El plazo de ejecución aprobado pasa de los once a dieciocho meses, pero el plazo real transcurrido desde la orden de inicio hasta la recepción de la obra es de veintinueve.

La dilación en la tramitación de los expedientes tiene como principal consecuencia la desactualización de los precios de adjudicación. Así, el refuerzo del ramal oriental de abastecimiento al Aljarafe acaba con un sobrecoste del 9,42%. El mismo día en que se firma el contrato para realizar las conducciones principales del ramal Este para el abastecimiento de la Costa del Sol occidental se incluye una adenda en la que se recoge la revisión de precios “dado el tiempo transcurrido desde la preadjudicación”, con un incremento del 13%.

La mitad de los contratos fiscalizados presentan bajas que superan el 20% de los precios de licitación, y en las obras de reparación del canal de la Minilla (8ª fase) este porcentaje es del 35. El caso contrario es el de las obras de defensa contra las inundaciones en Marinaleda, cuyo importe final supuso un aumento del 60% del presupuesto de licitación, aun cuando no se permitía la revisión de precios.

 

 

DEFICIENCIAS Y ERRORES

 

Examinando los motivos que se aducen en algunos expedientes para la aprobación de las modificaciones, la Cámara de Cuentas observa que, entre otras causas, se alude a la inadecuada o disconforme conceptuación de la cimentación en el proyecto originario, la errónea calificación de las características y capacidad de los terrenos, la inexistencia de cálculos estructurales y geotécnicos, etcétera.

A juicio de la Cámara, estos aspectos difícilmente cabe encuadrarlos en los conceptos de ‘necesidades nuevas’ o ‘causas técnicas imprevistas’ surgidas durante la ejecución de los contratos, sino que obedecen a errores, indefiniciones o imprevisiones de los proyectos originarios.

Para justificar el modificado de la ‘adecuación’ e integración ambiental del entorno del río Guadalete en Arcos de la Frontera (Cádiz), con un sobrecoste del 19,85%, desde la Agencia del Agua se dictaminó que faltaba información geotécnica y cálculos estructurales en el proyecto original. Algo similar ocurrió en el desdoblamiento del canal de la Minilla, donde ‘a posteriori’ se dedujo que lo reflejado en el proyecto difería de la actuación a realizar, por lo que fue necesario incrementar el balance de tierras y adaptar la traza a la topología real.

El dictamen de la Cámara es concluyente: “Teniendo en cuenta que el terreno sobre el que se ejecuta este tipo de actuaciones condiciona gran parte de su posterior ejecución, parece obvio que con carácter previo a la redacción de los proyectos de obra (y no con posterioridad a la aprobación del proyecto, ni tras la licitación de la obra) debiesen haberse efectuado las catas, ensayos, estudios geotécnicos o geológicos necesarios, que hubiesen permitido aportar un conocimiento adecuado de la naturaleza y características del terreno”.

LA CONFEDERACIÓN HIDROGRÁFICA

TRASPASÓ PANTANOS QUE NO ERAN SUYOS

 

 

El informe de la Cámara de Cuentas sobre la Agencia Andaluza del Agua enumera casos como los siguientes:

 

-En las relaciones de bienes de los Reales Decretos para el traspaso de las competencias hidráulicas  a la Junta de Andalucía se incluyen algunas instalaciones que no existen sobre el terreno, así como otros bienes cuya titularidad no correspondía a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y que, por tanto, no debieron ser traspasados, como el embalse de Guadanuño (perteneciente al ayuntamiento de Córdoba), Abastecimiento a la Loma de Úbeda, y otras instalaciones pertenecientes a ‘Sociedad Mixta del Agua de Jaén’.

 

-Hay 1.200 parcelas de la CHG cuyo estado desconoce la Agencia del Agua, así como su uso, ocupación y utilidad para la Junta de Andalucía debido a la falta de documentación.

 

-Pese al tiempo transcurrido, la Agencia del Agua aún está esperando que el Estado le facilite información para poder cambiar en los Registros la titularidad de 41 pantanos.

 

-La mayoría de las instalaciones hidráulicas ejecutadas no se han incluido en el Inventario de Bienes de las respectivas corporaciones locales. Tampoco en el Inventario General de Bienes y Derechos de la Junta de Andalucía.

 

-Las obras de adecuación e integración ambiental del río Guadalete en Arcos (Cádiz) se adjudicaron a una empresa cuya oferta entró en el Registro fuera del plazo establecido en el anuncio de licitación.

 

-Egmasa comunicó a la Agencia del Agua que las obras anteriormente citadas estaban concluidas en junio de 2009. Más de un año después aún no se había formalizado el acta de ocupación. Lo mismo ocurrió con la obra de la red arterial de la zona norte de El Puerto de Santa María (Cádiz).

 

-De las 138 obras gestionadas por Egmasa y fiscalizadas por la Cámara de Cuentas, en 65 de ellas todavía no se había liquidado al contratista en julio de 2010.

 

-La ejecución de la obra de defensa contra las inundaciones en Marinaleda (Sevilla) fue un desastre. Aparte del sobrecoste, en la inspección se comprobó que algunos tramos de la canalización estaban compuestos únicamente por tierras compactadas que habían cedido y se habían amontonado en el canal. En otros, placas finas de hormigón no debidamente ancladas también acabaron deslizándose. Todo ello supuso una acumulación de escombros que impedía el paso fluido del agua, y el estrechamiento de los caminos agrícolas colindantes. Al final se produjo el completo derrumbe de la canalización de las aguas. El ayuntamiento presidido por el parlamentario Sánchez Gordillo (Iu-Ca) se negó a recepcionar la obra.