El presidente de honor de ABC, nos ha dicho adiós. Fue mi patrón durante 21 años, los que trabajé en la extinta Redacción de Cardenal Ilundáin, y aunque nos vimos en contadas ocasiones siempre le tuve por lo que todos destacan en sus elogios: un caballero orgulloso de sus orígenes sevillanos y de su condición de editor, defensor de sus periodistas por haber ejercido antes como tal, humanamente cercano -como uno más, compartía el ascensor con los becarios-, consciente de su misión de preservar con dignidad el legado de su abuelo y que, al margen de las ideas de cada uno, procuraba que todos fuéramos una gran familia. Yo viví los tiempos difíciles en que la Banca nos adelantaba las nóminas porque el periódico estuvo al borde de la ruina, simbolizada en su raído y estrecho frac. Pagó luego de su bolsillo el fracaso de ‘Claro’ para no perjudicar a su cabecera histórica. Y pese a todo, como ha escrito Giménez Alemán, no dejó a ninguno de sus trabajadores sin su salario, a diferencia de quienes hoy tienen por mérito echar gente a la calle al menor coste posible.
Guillermo Luca de Tena
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