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Tiana y el sapo

tiana-sapo-cartelesLa guardia pretoriana del (sin) alcalde, encabezada por Marchena, ha sostenido la tesis de que Monteseirín tenía un problema de (in)comunicación. Como si la comunicación de su sufrido Gabinete de Prensa pudiera encubrir tal cantidad de escándalos : desde las facturas falsas del caso Macarena hasta los falsos prejubilados de Mercasevilla, pasando por el desalojo a golpe de billetes de los chabolistas en Bermejales y la desaparición de la cubierta de la Davis. Ahora, tratando de demostrar lo contrario, el Ayuntamiento llega al extremo de comunicar que la edil Teresa Florido iba a asistir a la proyección de la película ‘Tiana y el sapo’ en el centro cívico Torre del Agua. ¿Y a quién le importa? Desde aquella nota de prensa sobre la inauguración de un cuarto de baño por Carmen Calvo no habíamos visto nada equivalente, salvo que el sapo fílmico contemplado por la defenestrada edil tenga el valor noticioso de una metáfora política. En un Ayuntamiento que vive los ‘minutos de la basura’, quizás lo mejor sea callarse. El silencio también forma parte de la partitura.

Interferencias

¿Por qué el (sin) alcalde tiene tan mala imagen y no ha aprobado jamás en ningún sondeo pese a haber llevado Sevilla del Medievo a la Modernidad? Esa es la pregunta del millón, cuya respuesta según Celis y Marchena es que el (sin) sufre un problema de comunicación: alguien –y miraban al fiel palentino que más carros y carretas le ha aguantado toda la vida a Alfredo- era culpable de no ‘vender’ su excelsa gestión. ¿Y cómo ‘vender’ el viaje a Turquía, el coche a Barcelona, el impago del ‘sello’, las facturas falsas, etc.? ¿Cómo ‘vender’ cuando a lo más que se puede aspirar es a tapar las vergüenzas con una hoja de higuera? Ahora la Junta presenta el Metro. Fran Fernández aplaude hasta con las orejas, apoya la estación en el Duque y dice  la mentira más gorda: así estaba previsto todo desde el principio. Luego va  el (sin) alcalde y dice lo contrario, que la parada debe construirse en la Encarnación o en Ponce de León. Pues sí, como decían Celis y el valido, hay un serio problema de  comunicación, éste: ni Monteseirín  ni sus delegados están en la misma onda.