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Vacante

Manolo ‘el del bombo’ ha sido repatriado de Suráfrica “muy malito”. Los jugadores se sienten huérfanos sin su aporreo del hispánico tambor frente a  las vuvuzelas. Esta es la oportunidad de Marchena, el valido del (sin) alcalde, que ya fue cazado en el Mundial mientras emulaba  a su tocayo ‘el del bombo’ junto a un contratista de Emasesa y ataviado con una camiseta con su nombre. Por su pasión futbolera, el valido bien podría cubrir la baja del hincha valenciano sin necesidad de camuflarse, y hasta podría saltar al césped para sustituir a su homónimo Marchena, dada su polivalencia. Si será polivalente, que cuando mandaba en Urbanismo tenía tiempo de seguir al Sevilla F. C. por Europa, patrocinar ciertos librillos estratégicos para sus fines y de que le regalaran la Cátedra. Por eso decía Alfredo que los 170.000 euros que cobra son pocos para sus habilidades con manos y pies. Marchena lo mismo vale para un roto que para un descosido. Con él en Suráfrica de jugador número 12, Sevilla sería, además de  entre Oriente y Occidente, el nodo entre el Norte y el Sur.

El sexto sentido

El valido del alcalde, que se quedó mudo al ver cómo su jefe recibía el acta de defunción política de manos de Griñán mediante el teletipo de Europa Press, ha vuelto a tocar el tam-tam digital en forma de envíos masivos de correos electrónicos con panegíricos a Monteseirín. ‘Tócala otra vez Sam’, dicen que dijo  Humphrey Bogart en la película ‘Casablanca’ (no fue en esta cinta, pero así ha quedado para la historia). ‘Tócalo otra vez, Manolo’, le habrá dicho Alfredo a su mano derecha para consolarse con las alabanzas de su fiel vasallo. El valido, en plan Manolo el del bombo,  atruena  ahora la selva de Internet  con su tambor hasta a sevillanos anónimos, que pensaron ingenuamente que cuando desde Emvisesa les pidieron sus e-mails era para informarles sobre sorteos de viviendas, no para ser sometidos a la tortura de ‘la voz de su amo’ ante la sordera de la Agencia de Protección de Datos. ¡Qué más da que inunde el éter con sus loas al alcalde!. Marchena es como el personaje de la película ‘El sexto sentido’: un cadáver político que aún se cree que está vivo.