Monteseirín ha entregado el premio Emasesa Sostenible a Cruzcampo por la construcción de una nueva depuradora. Ya era hora. Lo de la depuradora, no lo del premio. La cervecera se ha resistido como gato panza arriba desde 2006 a adecuar sus vertidos a la normativa vigente, hasta que ha sufrido dos sentencias judiciales en contra y un expediente sancionador de la Junta. A la fuerza ahorcan. Alegando que sus vertidos eran aguas residuales urbanas se ha estado ahorrando su tratamiento como industriales, hasta el punto de que le resultaba más rentable pagarle a Emasesa, que le aplicaba una normativa doméstica mucho menos exigente, un canon de 2.279 euros diarios por permitirle arrojar sus porquerías químicas a un colector de la ciudad. Pese a que las estaciones de tratamiento urbanas no están preparadas para este tipo de residuos, Emasesa también se hacía la loca porque anteponía la pasta que ingresaba a los efectos de estos contaminantes en su red. Así entiende Marchena la economía sostenible. El premio debió ser para la Junta. Fue ella la que mandó parar.
Y en eso llegó la Junta
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