Monteseirín aprovechó la presentación del libro sobre los 30 años de democracia municipal, aparte de para ‘ningunear’ al resto de alcaldes en el vídeo elaborado por ‘la suya’ (Giralda Tv) a su mayor gloria, para reivindicarse a través de los otros, en plan “la historia me absolverá”. Cuando dijo que Rojas Marcos y Soledad Becerril “dejaron una impronta y un carácter que en su día no se valoró suficientemente por la gente, aunque sí luego, cuando ya se han ido”, estaba expresando su esperanza de que a él, que jamás ha aprobado sondeo alguno en el decenio de su mandato, la opinión pública le conceda la indulgencia plenaria que a su juicio ya ha otorgado a sus antecesores, esos que se unen en el panteón de políticos ilustres para advertirle que no regatee dinero a la Orquesta Sinfónica mientras se le llena la boca con la palabra “cultura”. El alcalde no debe fiarlo todo al juicio de la historia. ¿Quién será el Plutarco capaz de hallar una vida paralela a la suya? El tiempo es como una lupa que no sólo agranda los méritos, sino también los errores.
El juicio de la historia
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