Con la verborrea salpicada de demagogia que le caracteriza cuando le interesa, Torrijos insiste en el ‘Pacto por Mercasevilla’ para que recupere su imagen corporativa “deteriorada por ser centro de un debate partidario”. No te confundas ni trates de confundirnos, Antonio. El debate político y democrático es la lógica consecuencia, que no la causa, tras el deterioro de esa imagen corporativa, motivado por las comisiones ilegales, la presunta venta fraudulenta del terreno con un menoscabo de miles de millones de las antiguas pesetas y demás cuentas de un rosario de escándalos, como el reparto de las cestas con 23 kilos de mariscos por Navidad. Giovanni Agnelli, el patrón de la Fiat, decía que el peatón que se sube a un coche ya no piensa como peatón, sino como conductor. El discurso de Torrijos obedece a esa misma metamorfosis: la que sufren quienes cuando estaban en la Oposición exigían “luz y taquígrafos” a las primeras de cambio y ahora, en cuanto se suben al coche oficial, piden pactos de silencio escudándose en “la responsabilidad institucional”.
La metamorfosis de Torrijos
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