A mí ya no me sorprende que el Ayuntamiento del (sin) alcalde pagara en el otro distrito de las facturas falsas a una empresa tan (sin) como él: sin actividad, sin trabajadores y mediante concurso sin publicidad. Más llamativa es la vertiginosa celeridad con que la lentísima burocracia municipal actuó para adjudicarle trabajitos a la susodicha. Ni Aquiles, el de los pies ligeros, fue más rápido que el Distrito Este dirigido entonces por José Antonio García, que en una sola jornada hizo lo siguiente de una tacada: abrir expediente para contratar la obra, emitir el informe sobre el procedimiento de contratación, invitar a participar a tres empresas vinculadas entre sí, recibir los presupuestos de todas y cada una de ellas, resolver la adjudicación y trasladar el expediente a la Intervención. Tras esta proeza, el delegado que vino de la Renault y más veloz que Fernando Alonso debería ser tildado de fénix de la Administración, parangonable al de los ingenios, pues si Lope en horas 24 llevaba sus obras de las musas al teatro, García lo tramitaba todo en un día.
En horas 24
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