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Sin banquillo

BanquilloPrimera lectura de la lista electoral de Juan Espadas para los votantes hispalenses: el PSOE de Sevilla se ha convertido en un partido sin banquillo. El míster, a la hora de hacer la alineación para el decisivo encuentro del 22-M, ha visto tan poca gente potable en la cantera socialista que ha tenido que fichar en el mercado de invierno a cuatro independientes para reforzar los puestos clave del equipo titular. Los sociatas de toda la vida, esos de cita diaria en la agrupación y que no faltan en los mítines llueva o ventee, o se han quedado en la grada chupando cemento o saltarán al campo de comparsas de los ‘galácticos’ del florentino Espadas. Ya ven: se han pasado cuatro años tragando carros y carretas y tratando de justificar desde las facturas falsas del caso Macarena hasta el dispendio de las setas de Monteseirín para que, a la hora de la verdad, el alcaldable les aplique el refrán que de fuera vendrá el que de tu lista electoral te echará. Mucho me temo que a la hora de la pegada de los carteles más de un socialista de base se va a declarar en huelga de brochas caídas.

Tala fantasma

Si Marx -Karl, no Groucho,  aunque ésto es más propio del cómico que del ideólogo-  acuñó aquello de que la historia acaece primero como tragedia y se repite como farsa, la falsa factura falsa por los 3.000 árboles talados para el túnel de la Avenida de la Palmera demuestra que tras el escándalo por las facturas ídem del caso Macarena, que acabó con algún colaborador del (sin) alcalde en la cárcel, éste hay que tomárselo no como drama, sino a chacota. En La Palmera-Bueno Monreal no hay ni 3.000, ni 300, ni 30 ni creo que  3 árboles talados, por la sencilla razón de que ya se ahorraron plantar alguno en su día y porque las obras del túnel no afectaron a las aceras, habitual ubicación de los vegetales cuando los plantan. Pero como a (in)Movilidad le cabe el Titanic de los atascos, le cupo hasta que le colaran la factura de la tala fantasma. Parafraseando a Jardiel, podríamos preguntar: “pero…¿hubo alguna vez 3.000 palmeras en La Palmera?”. El delegado de (in)Movilidad es el único que cree que los reyes magos son Marchena y que hay 3.000 palmeras en La Palmera.

En horas 24

A mí ya no me sorprende que el Ayuntamiento del (sin) alcalde pagara en el otro distrito de las facturas falsas a una empresa tan (sin) como él: sin actividad, sin trabajadores y mediante concurso sin publicidad. Más llamativa es la vertiginosa celeridad con que la lentísima burocracia municipal actuó para adjudicarle trabajitos a la susodicha. Ni Aquiles, el de los pies ligeros, fue más rápido que el Distrito Este dirigido entonces por José Antonio García, que en una sola jornada hizo lo siguiente de una tacada: abrir expediente para contratar la obra, emitir el informe sobre el procedimiento de contratación, invitar a participar a tres empresas vinculadas entre sí, recibir los presupuestos de todas y cada una de ellas, resolver la adjudicación y trasladar el expediente a la Intervención. Tras esta proeza, el delegado que vino de la Renault y más veloz que Fernando Alonso debería ser tildado de fénix de la Administración, parangonable al de los ingenios, pues si Lope en horas 24 llevaba sus obras de las musas al teatro, García lo tramitaba todo en un día.

La trama de las facturas falsas

La Policía ha acreditado que el Ayuntamiento pagó antes de las municipales de 2003 por obras no ejecutadas en el distrito Este y amparadas en facturas falsas, al igual que en el distrito Macarena, hechos éstos por los que la Justicia condenó a penas de cárcel a José Pardo, escolta del alcalde en aquella campaña electoral, y a José Marín, exdirector de Área del Ayuntamiento y, en la época de autos, secretario del distrito.

El presidente de la Cais, José Baena, alertó a la Justicia de que en mayo de 2007 recibió copias de unas facturas por valor de 5.266 euros y emitidas por un cambio de solerías en el distrito Este, obras que jamás se ejecutaron, pese a lo cual fueron abonadas por el Ayuntamiento. La Policía elevó en 2008 a la juez del  caso un informe en el que advertía de que esas facturas no son más que “la punta del iceberg”, porque el constructor había facturado al distrito 269.412 euros sin que las cuentas cuadrasen.

La Policía ratifica así la denuncia que en 2005 hicieron los dos ediles del PA, Paola Vivancos y Rafael Carmona, que destaparon el escándalo, los cuales señalaron que había una trama de facturas falsas en los distritos  Macarena y Este. Sólo les dio tiempo antes de salir del Ayuntamiento a airear la corrupción en el primero.

CAMBIO DE PAREJA

Tras las municipales de 1999, el hartazgo de Soledad Becerril propicia la ruptura de la coalición PP-PA y la forja de una nueva alianza, PSOE-PA, que permite el acceso de Monteseirín a la Alcaldía por un pacto en el que Rojas Marcos  impuso a Chaves desde el Metro hasta  su cuota de poder municipal: controlarían el 70% de las inversiones del Ayuntamiento pese a contar con la mitad (6) de concejales.

El PA seguía manteniendo la delegación clave de Urbanismo y otras áreas que les permitían proyectar sus políticas para luego rentabilizarlas electoralmente: Obras, Cultura y Deportes, Fiestas Mayores y Participación Ciudadana. Así pues, Monteseirín gobernaba realmente sobre un 30% del presupuesto y, teóricamente, su capacidad de acción era muy limitada, si bien el PSOE podía beneficiarse de la imagen pública del nuevo alcalde, imagen que ha acabado siendo tan pésima como empezó, ya que su primera decisión fue la de subirse el sueldo.

EL ANZUELO

Los socialistas tendieron una ‘inocente’ trampa a los andalucistas, y éstos mordieron el anzuelo. El delegado de Hacienda y del distrito Macarena, Carmelo Gómez, propuso a sus socios que se incrementaran los presupuestos de los distritos y se les permitiera acometer pequeñas obras: arreglos y similares.

El grupo Andalucista debate la propuesta. En principio no le ve sentido, porque el PA controlaba todos los trabajos  en la ciudad a través de Urbanismo y de la nueva delegación de Obras. Asimismo, porque los distritos carecían de personal y más aún de técnicos especializados, como eran los de Urbanismo, para controlar la calidad de la ejecución y la veracidad de los presupuestos de los contratistas.

Sin embargo, al final se impone la tesis de Juan Ortega, delegado de Fiestas Mayores, que veía en la idea una gran oportunidad de que se visualizara en su distrito Sur la acción del PA. Así que se multiplicó el presupuesto de los distritos y se les dio capacidad de hacer ‘obritas’, pese a que ni tenían personal ni técnicos, una carencia que Carmelo Gómez se ofreció a subsanar mediante arquitectos de Patrimonio que visasen los expedientes y personal de apoyo (voluntarios) que supervisasen las obras, que se acometerían previa consulta a los vecinos sobre su necesidad.

PRINCIPIO DEL FIN

Cuatro años más tarde, tras las elecciones de 2003 -en las que el PSOE marcó al PA con la acusación del ‘urbanismo bajo sospecha’-, Monteseirín logró desembarazarse de sus incómodos socios de gobierno al forjar una nueva coalición con IU merced a la caída de los andalucistas, que de 6 concejales pasaron a 4. El PSOE ganó el equivalente a lo perdido por el PA y pasó de 12 concejales a 14.

Dos de los distritos controlados por los socialistas, Macarena y Este (ambos con casos de facturas falsas), fueron clave. En Macarena, el PSOE pasó de 29.217 votos a 34.711;  el PA, de 14.526 a 9.565. En Este, el PSOE evolucionó de 36.365 a 41.501;  el  PA registró 9.938 votos frente a los 12.739 anteriores. Y en el distrito Sur, donde debían visualizarse las obras acometidas por el PA, el PSOE prácticamente se mantuvo (de 18.912 votos a 18.645) y los andalucistas fueron incapaces de rentabilizar nada: de 7.787 votos a 6.370.

Ya en la Oposición, cuando Vivancos y Carmona buscaron una explicación a lo ocurrido y chequearon durante seis meses los expedientes municipales, se percataron de que de obritas, nada: en los distritos controlados por el PSOE se habían urbanizado hasta avenidas enteras mediante facturas fraccionadas como “arreglitos”, y hasta en los marmolillos se había impreso, en vez del sello municipal, una leyenda del  distrito Macarena, para que los vecinos visualizaran quién les hacía las obras, encargadas a personas afines. Como no había control técnico de Urbanismo, nadie sabía, podía o quería interpretar si habían sido 100 en vez de 200 los m2 de solería colocados, y así se propició que se inflaran los costes y hasta se falsificaran facturas por  obras inexistentes, como se ha vuelto a demostrar ahora en el distrito Este, donde la Policía no ha hallado vestigio de “solado de hormigón pulido en color verde”.

Monteseirín, que dijo desconocer hasta a su guardaespaldas –uno de los condenados en el caso Macarena-, calla. ¿Seguirá sosteniendo que no había ninguna trama?

Desvergüenza

Maribel Montaño, Pedro Zerolo y Rosa Torres fueron testigos en primera línea  de cómo al menos tres periodistas eran agredidos impunemente durante la Cabalgata del Orgullo Gay, sin que movieran un dedo por evitarlo. Las fotos publicadas por varios periódicos muestran a los colegas rodeados  a lazo como conejos en un corralito y golpeados –a uno hasta le sacaron un hombro de su sitio- por un falso policía con una acreditación más falsa que las facturas falsas de la Macarena, de lo que debería tomar buena nota y actuar en consecuencia el sucesor de Alvarez Riestra al frente de la Jefatura. A pesar de las evidencias, la ‘portacoz’ del Ayuntamiento y la ‘caja tonta’ del (sin) alcalde, Giralda Tv, difundieron en sus respectivos partes la versión de que la marcha transcurrió en un ambiente festivo -¿formaría parte de la fiesta el pim-pam-pum a los periodistas?- y “sin ningún incidente digno de consideración”. Esta es la realidad edulcorada que de Sevilla nos vende Monteseirín. La Cabalgata del Orgullo Gay se convirtió así en la de la Desvergüenza Municipal.

Suma y resta

Toda idea puede ser vista como su contraria desde otra perspectiva. En el principio oriental de la dualidad se basa el yin-yang. Hay dos fuerzas opuestas y complementarias en todas las cosas:  luz/oscuridad, cielo/tierra, positivo/negativo…. El (sin) alcalde pregona que Sevilla se beneficiará de un “impacto” publicitario de hasta 33 millones de euros por el estreno –¿y qué fue la previa en Salzburgo?- del filme de Tom Cruise y Cameron Díaz. La cifra sería el equivalente a lo que habría que pagar por las menciones a Sevilla en los medios si fueran inserciones publicitarias. Pero, según el principio dual, si hay publicidad positiva también la hay  negativa, evaluable en daños de imagen. ¿Cuánto perjudican a la ciudad los “impactos” de los ‘affaires’ municipales en el mandato de Monteseirín? El envío del coche a Barcelona, que fue noticia nacional; el escándalo Mercasevilla; el escandaloso sueldo de Marchena; los encarcelados por las facturas falsas…..Sí, la película suma, pero el (sin) resta. Por restar, Alfredo le resta hasta a la marca PSOE en Sevilla.

Multas falsas

El Defensor del Ciudadano, que depende del (sin) alcalde y no del Parlamento por lo que tiene más mérito su denuncia (ya veremos si no lo liquidan  como a José Vallés por sus dictámenes contrarios a Monteseirín desde el CES), el Defensor –decía- denuncia que los controladores de la zona azul suplantan la identidad de los policías para firmar los boletines y dar validez a las multas al no ser  agentes de la autoridad. Dice el Defensor que hasta tal punto se parecen las firmas  que en principio no se pueden distinguir unas de otras, por lo que al final la multa cuela y los sevillanos son sancionados ilegalmente al desvirtuarse su presunción de inocencia. ¿Y no deberían intervenir la Agencia de Protección de Datos y el Sindicato de la Policía? Porque ¿cómo conocen los controladores las firmas de los policías que deben imitar? ¿Y quién y cómo los ha entrenado para lograr tal  perfección falsificadora? El caso de las facturas falsas de la Macarena es un escándalo menor comparado con este otro, en que parece que se ha montado toda una academia de multas falsas.

De espaldas

La Audiencia se ha opuesto a la liberación de José Pardo, condenado por el caso de las facturas falsas, y a la sustitución de sus penas de cárcel por una multa o por trabajos comunitarios esgrimiendo su trayectoria delictiva, su peligrosidad y la falta de estímulos reinsertadotes. Con gran ojo clínico, el periodista subraya el hecho escandaloso de que una persona con cuatro condenas por coacciones, cohecho, hurto y conducción bajo la influencia del alcohol fuera escolta de Monteseirín en la campaña de 2003. Más escandaloso aún fue que, tras estallar el caso, el (sin) alcalde negara que conociera siquiera a Pardo, pese a que lo sacaron con él en la portada de un periódico en foto tomada, creo recordar, en un mitin en Bellavista. Allí Pardo hasta se enfrentó con taxistas cuando iban a tirarle huevos al alcalde. Reparen en la metáfora: el escolta se enfrentó a los huevazos de los taxistas y el (sin) no tuvo h…. de reconocer la condición de  Pardo, y luego se hizo el loco con José Antonio García. Alfredo siempre da la espalda a los que le guardan la suya propia.

La toalla la tiraron desde el rincón

El alcalde ya caducado se esfuerza por aparentar que ha sido él quien ha  decidido no repetir como candidato del PSOE. Pero no ha sido Monteseirín quien ha tirado la toalla, no. La toalla la ha arrojado Griñán  desde fuera del cuadrilátero de la Plaza Nueva al observar que su pupilo deambulaba grogui por el ring -totalmente sonado tras la sentencia del Supremo sobre las facturas falsas-  y temeroso de una derrota por K.O. antes del último asalto, por los golpes que pudiera propinarle el caso Mercasevilla. Monteseirín amagaba con su retirada, pero eso no era más que una finta para, en el peor de los casos, dejar colocado a su delfín Celis y sin capacidad de maniobra a Viera. Un político que quiere irse respira aliviado al saber que se van a cumplir sus deseos. Por el contrario, Monteseirín se quedó lívido en Alcosa cuando le comunicaron que Griñán lo daba por amortizado. Sus balbuceantes declaraciones ‘in situ’ a una emisora de radio evidencian su estado de ‘shock’. Como él es médico, para recuperarse se ha recetado un viaje a Nápoles. Huye de Sevilla.

Vino y se va entre escándalos

Marchena, el valido de Monteseirín, en su afán por controlar la prensa a golpe de billetes de la publicidad institucional y de patrocinios a través de las empresas municipales como camuflaje, sostenía la teoría de que cualquier titular crítico sobre Sevilla era un titular en contra de su jefe, aunque se hablara de Isla Mágica y no del Ayuntamiento, porque el alcalde –decía- era el máximo responsable de cuanto acaecía en la ciudad. He recordado la doctrina marchenera, aunque jamás la tragué (y no como otros) ni con billetes ni con ruedas de molino y aun a costa de perderlo todo menos la dignidad, al socaire del intento del PSOE de minimizar la condena del Supremo a un asesor y al escolta del alcalde por las facturas falsas. Cuando el PSOE dice que no hubo ninguna responsabilidad en el Consistorio, yo le remito a Marchena: el máximo responsable de todo es el alcalde. Ayer, Griñán decidió cargárselo por fin. Miguel Hernández llegó con tres heridas. Monteseirín se va tal como llegó (recuérdese su subida del sueldo), entre escándalos que dejan herida a Sevilla.