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Prensa

El debate sobre las Atarazanas ha servido para descubrir que Espadas tampoco lee la prensa. Así le va a él (sólo es alcalde) y así nos va a nosotros. A don Juan le preguntaron tras la rueda de ídem sobre los Presupuestos su opinión acerca de la postura de la Fundación Atarazanas en relación con el proyecto de rehabilitación de los astilleros medievales. Imbuido quizás por la árida materia de las Cuentas, sobre la que había versado su intervención previa, al cambiar de tercio concluyó su parrafada con estas palabras: “Se respeta su opinión, pero han de decir cuánto vale su propuesta; cuáles son los costes”. ¡Si el coste había salido publicado en todos los periódicos del día! Excavar las Atarazanas para descubrir la majestuosidad de sus pilares y ver que aquello es como una catedral civil costaría 700.000 euros, equivalentes al 7% de los 10 millones que aportaría La Caixa. Reza el dicho que un político debe estar dispuesto a desayunarse un sapo cada mañana. No le deseamos tan pesada digestión al alcalde. Nos conformamos con que al menos se desayune los periódicos.

Ciudadano Kane

A través de ese tam-tam digital que es Internet se va extendiendo el conocimiento de una impresionante infografía sobre la estructura de la propiedad de los medios de comunicación en España, publicada originalmente en ‘La mirada del mendigo’ con la colaboración de Hugo MM, Manolox y Picapiedra.

Aunque se advierte que algunos medios podrían haber cambiado de manos -o, peor aún, haber desaparecido dada la crisis que sufren-, en lo sustancial este gran trabajo que de un solo vistazo permite conocer qauiénes son los ciudadanos Kane en España sigue siendo plenamente válido, tal como se aprecia pulsando sobre este enlace:

 

http://despuesdeg.com/2011/06/27/quien-posee-los-medios-de-comunicacion-en-espana-infografia/

Hipócritas

El (sin) alcalde 22.0 (por aquello de los 220.000 euros de sueldo que pidió en una empresa financiera a cambio de abandonar el Ayuntamiento) y sus adláteres lucieron lazos de papel en las solapas durante el último Pleno, en solidaridad con los 22 periodistas que planea despedir El Correo de Andalucía y –según dijeron- también con todos los periodistas de Sevilla despedidos anteriormente por mor de la crisis económica ¡Qué desfachatez, doble moral y poca vergüenza! El (sin) alcalde 22.0 y su equipo, que han sido inductores de despidos de directores  hasta críticos musicales de la prensa sevillana amenazando en caso contrario con cortar la publicidad y los patrocinios institucionales y que han presionado a golpe de teléfono para silenciar el escándalo del viaje a Turquía con Marchena, se presentan ahora como adalides de la solidaridad y de la libertad de expresión. Lo que nos quedaba por ver: los verdugos se ‘solidarizan’ con sus víctimas en la ciudad no de la gracia, sino de la cobardía, la que sólo obedece a dos leyes: la del silencio y la del dinero.

La ley del silencio

Un Elia Kazan redivivo podría ambientar otra versión de ‘La ley del silencio’ tanto en los muelles de Nueva York como en lo que rodea  al del mismo nombre que existe  en Sevilla, donde impera una  ley similar gracias a la cobardía colectiva de una sociedad que adora el oro del becerro aun a costa de perder la dignidad y vender hasta el alma. Y, como dijo Cristo, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? Dos sevillanos, el catedrático Luis Rull y el ingeniero Luis Eusebio León, han demostrado tener alma y dignidad al irse directamente a su casa antes que seguir en una tertulia radiofónica donde censuraron sus comentarios sobre el viaje de lujo de Monteseirín y Marchena a Turquía después de que el valido, el mismo que fue premiado por la Asociación de la Prensa (¡qué gran ojo clínico!),  actuara a golpe de teléfono para acallar las voces críticas. La emisora así llamada lo  (sobre)entendió perfectamente: o mordaza de silencio o corte de ciertos fluidos municipales. Es una variante del principio de McLuhan: el telefonazo ya  es el mensaje.

El vendedor de motos

Yo me quito el sombrero ante Celis, porque es el mejor relaciones públicas de sí mismo después de Narciso. Se trabaja tan bien a la prensa que la mayoría de los periódicos de la ciudad, por no decir todos, le hicieron una entrevista a toda plana. Nunca se había visto nada igual con un secretario general de la Vivienda. ¿Y puede haber dos gallos cantando en una misma Consejería? El día en que lo nombren aquello a lo que aspira y a lo que se cree acreedor por méritos propios y deméritos ajenos, los periódicos tendrán que hacer ediciones especiales. En una de sus muchas interviús ha dicho que no se fue del Ayuntamiento con espinitas clavadas porque desbloqueó las ‘setas’ de la Encarnación y Fibes y ha dejado definidas perfectamente sus arquitecturas financieras. Tan definida estaba la financiación que apenas llegar su sucesor, otear el panorama y actualizar cuentas, la factura de Fibes ha subido en 11,3 millones de euros, y las ‘setas’, que  empezaron por 51, van ya por 89 y no se sabe cómo acabarán. ¡Qué gran vendedor de motos se ha ido de la Plaza Nueva!

Fastidio

Lo contó el viernes la Cadena SER. El (sin) alcalde había confesado que para él la Feria era un fastidio. Ya la lió al recomendar que los sevillanos se fueran a la playa y dejaran el  Real a los turistas. Era una coartada: al instar a la desbandada general podía camuflar la suya propia. Lo peor no fue la recomendación, sino su cobardía al no reconocerla y, cuando supo que no se lo habían grabado, emprender otra caza de brujas contra la prensa. Para el (sin) alcalde ha sido un fastidio esta Feria: reírse en la foto junto a Espadas, el alcaldable ‘in pectore’ que podría ocupar su sillón, y ver cómo Susana hacía  de alcaldesa en la crisis de Tussam mientras él ni estaba ni se le esperaba. El ciudadano Monteseirín puede decir que la Feria es un fastidio, pero no es políticamente correcto que lo diga el (sin) alcalde, como no lo fue que Rajoy tachase de ‘coñazo’ el desfile de la Fiesta Nacional. Lo malo para el (sin) alcalde es que como sigue tragando quina con tal de que el PSOE le dé un cargo futuro, aún le queda otra Feria. Si no querías caldo, Alfredo, dos tazas.

Vino y se va entre escándalos

Marchena, el valido de Monteseirín, en su afán por controlar la prensa a golpe de billetes de la publicidad institucional y de patrocinios a través de las empresas municipales como camuflaje, sostenía la teoría de que cualquier titular crítico sobre Sevilla era un titular en contra de su jefe, aunque se hablara de Isla Mágica y no del Ayuntamiento, porque el alcalde –decía- era el máximo responsable de cuanto acaecía en la ciudad. He recordado la doctrina marchenera, aunque jamás la tragué (y no como otros) ni con billetes ni con ruedas de molino y aun a costa de perderlo todo menos la dignidad, al socaire del intento del PSOE de minimizar la condena del Supremo a un asesor y al escolta del alcalde por las facturas falsas. Cuando el PSOE dice que no hubo ninguna responsabilidad en el Consistorio, yo le remito a Marchena: el máximo responsable de todo es el alcalde. Ayer, Griñán decidió cargárselo por fin. Miguel Hernández llegó con tres heridas. Monteseirín se va tal como llegó (recuérdese su subida del sueldo), entre escándalos que dejan herida a Sevilla.

Las lentejas de Diógenes

Con su habitual lucidez, Juan Miguel Vega ha comentado en su artículo ‘Cuestión de clase’ que hay periodistas cuya cabeza ha sido entregada a siniestros personajes de la política porque han ejercido el periodismo de verdad y no el de boletín oficial o el de órgano de partido, pero que los decapitados como San Juan Bautista llevan su inmolación con el mismo orgullo que el militar las condecoraciones por heridas de guerra. A estos decapitados les ha ocurrido como a Diógenes. Un político ateniense pasó por delante del filósofo cuando éste, solitario porque la soledad es el precio de la libertad, comía un humilde plato de lentejas, la comida de los griegos más pobres. Y le dijo: “Si aprendieras a ser  más sumiso y adulador del rey no tendrías que estar comiendo lentejas”. Respuesta de Diógenes: “Y si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser un sumiso y un adulador”. Como dice Vega, la clase se tiene o no se tiene, pero algunos confunden la clase con el dinero y acaban traicionándose a sí mismos y convertidos en los nuevos ‘agradaores’ de Sevilla.