Con su habitual lucidez, Juan Miguel Vega ha comentado en su artículo ‘Cuestión de clase’ que hay periodistas cuya cabeza ha sido entregada a siniestros personajes de la política porque han ejercido el periodismo de verdad y no el de boletín oficial o el de órgano de partido, pero que los decapitados como San Juan Bautista llevan su inmolación con el mismo orgullo que el militar las condecoraciones por heridas de guerra. A estos decapitados les ha ocurrido como a Diógenes. Un político ateniense pasó por delante del filósofo cuando éste, solitario porque la soledad es el precio de la libertad, comía un humilde plato de lentejas, la comida de los griegos más pobres. Y le dijo: “Si aprendieras a ser más sumiso y adulador del rey no tendrías que estar comiendo lentejas”. Respuesta de Diógenes: “Y si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser un sumiso y un adulador”. Como dice Vega, la clase se tiene o no se tiene, pero algunos confunden la clase con el dinero y acaban traicionándose a sí mismos y convertidos en los nuevos ‘agradaores’ de Sevilla.
Las lentejas de Diógenes
Deja un comentario