Comenta Olavide de buena tinta el apagón informativo del (sin) alcalde, que lleva varias semanas sin comparecer ante los medios porque –dice- se ha impuesto la ley del silencio y que le espeta a los periodistas: “Acostumbraos, acostumbraos”. Hay un pequeño pero definitivo detalle: no es que Monteseirín se haya impuesto a sí mismo la ley del silencio por una promesa a la Hiniesta o para no ser esclavo de sus palabras, sino que se la han impuesto. ¿Y saben qué es lo mejor del caso, o lo peor para él, según se mire? Que quien fue a ponerle la mordaza en la boca en su propio despacho de la Plaza Nueva como mandado de Viera y Susana Díaz fue ¡oh, cielos, Celis!, su antiguo delfín, que de ser el sucesor ‘in pectore’ y el hijo político bien amado de Alfredo se ha pasado con armas y bagajes al sector oficialista, hasta el punto de alardear de que va a ser el encargado de ir a la copistería a encuadernar el programa del PSOE para las elecciones municipales. Cría cuervos para que luego te coman la lengua en vez del gato. No hay peor cuña que la de la misma madera.
El apagón
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