Cada 52 días, un viaje al extranjero en el peor año de la crisis. Ese es el promedio del (sin) alcalde, émulo del capitán Tan en sus periplos a lo largo y ancho de este mundo. Ahora se ha empotrado en una expedición a Argentina organizada por la Cámara de Comercio para que los productores audiovisuales acudan a un encuentro de cine. De cine se lo monta el (sin) para largarse de la Sevilla de los 70.000 parados. ¿No le ordenó el PSOE un apagón informativo? Pues si Viera y Susana no quieren caldo, que tomen dos tazas. Ya van siete escapadas al extranjero en este curso, con cualquier motivo, porque el (sin) es tan jaranero que toca todos los palos. Lo mismo aterriza en Río, por más que a ZP le diera corte por aquello de la crisis, que en Suráfrica por el Mundial de fútbol o en Turquía la de las tuberías (de Marchena) por el Mundobásquet. El caso es viajar a costa del contribuyente, aunque en Buenos Aires cante para disimular el ‘No llores por mí, Argentina’: “Debéis creerme,/ mis lujos son sólo un disfraz,/ un juego burgués nada más/, las reglas del ceremonial”.
La escapada
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