La Junta de Andalucía ha escenificado convenientemente la foto del acuerdo de compra de la centenaria fábrica de loza La Cartuja/Pickman por un salvador (¿cuántos van ya?) malagueño esta vez para que al lado de los consejeros de Economía y de Empleo y de los sempiternos líderes sindicales apareciera uno que casualmente pasaba por allí: Juan Espadas. El pretexto oficial para justificar que el alcaldable del PSOE chupara cámara sin rubor causa vergüenza ajena: ha sido el mediador en la operación de compra-venta. Es una pena que Juan Espadas, al que conozco desde hace bastante tiempo y he tenido siempre en alta estima, acabe presentado como un vulgar conseguidor y que se preste a estos burdos subterfugios para gozar de un minuto de telediario. Así transmuta la política a las personas. Líbreme Dios. Aunque, pensándolo bien, la presencia de Espadas se justificaba por la propia naturaleza del acto y la estrategia socialista. Nada más lógico: la Cartuja es una fábrica de platos y el PSOE pretende, desde ahora hasta el 22 de mayo, meternos a Espadas hasta en la sopa.
La foto
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