De toda la vida, a las telas con sus fajas de refuerzo en forma de cuadros, donde iban cosidas las anillas a mano con hilo de cáñamo para su desplazamiento por medio de alambres galvanizadas, se les llamaba ‘velas’, no ‘toldos’, porque este método de defensa contra el sol y de artificial creación de sombra se inició, según la tradición de padres a hijos, con el reciclaje de antiguas velas de los barcos que surcaban el río Guadalquivir. Pues bien, si hoy, festividad del Corpus, los sevillanos alzan sus ojos al cielo al pasear por el Centro o yendo a la procesión, verán que, como ha dicho el nuevo delegado de Fiestas Mayores, sólo hay colocados dos ‘toldos’: uno en la Plaza de San Francisco y otro en la de El Salvador. ¿Cuál es el motivo, pese a que ya estamos en verano y con una primera una ola de calor? Urbanismo, el departamento municipal encargado habitualmente de darle sombra a las calles del casco antiguo, no tiene ni un euro. Si este Jueves brilla más que el sol es, aparte de por la tradición religiosa, porque Monteserín ha dejado Sevilla a dos velas.