El calendario cósmico de Zoido

Las principales teorías científicas sobre la evolución de nuestro planeta a partir del estudio radiométrico de los minerales más antiguos aventuran que La Tierra se formó hace unos 4.550 millones de años como un globo incandescente, el cual fue enfriándose a lo largo de los mil millones de años siguientes.
Sería hace 3.500 millones de años cuando en el agua de los océanos aparecieron gradualmente las bacterias más primitivas, las primeras formas de vida. Tuvieron que pasar otros 700 millones de años para el surgimiento de las algas unicelulares capaces de realizar la fotosíntesis y de enriquecer la atmósfera con oxígeno. Saltándonos las eras geológicas sucesivas para abreviar, los dinosaurios habrían aparecido sdobre la faz de La Tierra hace 250 millones de años; los mamíferos, hace 230 millones, y el ‘homo sapiens’, hace tan ‘sólo’ dos millones de años.
Para tratar de comprender mejor, a la vez que simplificar la historia de la evolución terrícola y demostrar la insignificancia del ser humano, el gran astrónomo norteamericano Carl Sagan acuñó el denominado ‘calendario cósmico’, en el cual toda la vida se comprime metafóricamente en un solo año tomando como punto de partida el big-bang o estallido inicial del universo, que sería el minuto uno del 1 de enero de estos simbólicos 365 días, en los que el momento presente equivaldría al 31 de diciembre a las 12 de la noche.

EXTRAPOLACIÓN

En el año cósmico de Sagan, La Tierra no se ha formado hasta el 14 de septiembre; los peces han aparecido el 19 de diciembre; los árboles, el 22 del mismo mes; el 31 de diciembre a las 22:30 horas vieron la luz los primeros seres humanos; a las 23:59 realizaron las primeras pinturas rupestres, como la de las cuevas de Altamira, y tan sólo hace un segundo que Cristóbal Colón descubrió América.
El calendario cósmico nos da otra visión del tiempo, que puede parecer ralentizado o acelerado, según se mire. Si extrapolamos el concepto astronómico de Sagan a la política municipal y reducimos a una hora el mandato de cuatro años de Zoido como alcalde, tomando como inicio del mismo las 12 en punto, el reloj de la Alcaldía en Plaza Nueva marca ya las 12 horas y 18 minutos. Metafóricamente, a Zoido sólo le quedan 42 minutos para poder cumplir su programa y promesas electorales, porque a fecha de hoy, iniciado su segundo curso político como regidor, resulta que ya ha consumido casi un tercio de todo el tiempo del que disponía.
Y en junio, cuando acabe este curso, Zoido ya habrá superado el ecuador de su mandato; las manecillas de su reloj cósmico sobrepasarán las 12:30 horas y  tendrá por delante menos tiempo que el que habrá dejado atrás. Con razón los romanos decían lo de ‘tempus fugit’, que el tiempo huye o vuela.
Si consideramos que el primero de los cuatro años de mandato de un político es el deLM aterrizaje y el último el de la rentabilización política de las actuaciones previas, con miras a garantizarse la reelección para un nuevo cuatrienio, Zoido se encuentra en el momento decisivo para acometer sus grandes proyectos o, al menos, dejar la ciudad funcionando como un reloj suizo (la imagen que utilizó en su día) por la calidad de unos servicios municipales que aún están lejos de los estándares europeos.
La dificultad para el alcalde es que las dos encuestas divulgadas antes del paréntesis vacacional del verano, el Barómetro de la Fundación Antares -mucho antes- y la polémica elaborada por el IMC, que ha costado 14.000 euros a los sevillanos con camuflaje añadido para aparentar que se trataba de una mera valoración de los servicios municipales, coinciden en lo esencial: aún no hay en la ciudad una percepción de cambio respecto de la era de Monteseirín, y máxime tras las grandes expectativas suscitadas por un alcalde refrendado por la mayoría absoluta más amplia de la Democracia (20 concejales), y el gobierno local sólo ha logrado un aprobado raspado para su actuación global en este tiempo debido a que se piensa que los principales problemas continúan irresueltos.

El número uno, señalado como tal por el 67,7% de los sevillanos, es el paro. No sólo no se ha reducido , sino que se incrementa, y ésa es la peor noticia que ha recibido Zoido en esta semana de ‘rentrée’, con la divulgación por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social de las cifras de parados.
Zoido prometió convertirse en el alcalde del empleo, pero al igual que Rajoy reconoce que la realidad le ha obligado a cambiar su política (¿acaso no es al revés y el político aspira a gobernar justamente para cambiar la realidad?), los terribles datos oficiales que recoge el Ministerio de Fátima Báñez indican que, por ahora, el alcalde no ha cosechado el fruto de las condiciones que decía iba a crear para captar nuevas inversiones. Agosto se ha cerrado con 1.237 parados más en la ciudad, por lo que con Zoido hay ahora casi 12.000 desempleados más que cuando accedió a la Alcaldía y sustituyó a Monteseirín.
Por otra parte, la encuesta de IMC para el propio Ayuntamiento reveló que los sevillanos siguen teniendo una opinión negativa sobre aspectos básicos, como la limpieza de calles y plazas, el estado de las vías públicas, la seguridad ciudadana y la ordenación del tráfico, los cuales constituyen el escaparate de la ciudad ante nativos y foráneos.
Soledad Becerril reveló que le dio este consejo a su actual sucesor en la Alcaldía: “Haz pocas cosas, lo fundamental, pero hazlo bien”.
El problema es que a Zoido cada vez le queda menos tiempo para hacerlas, se mida tanto con el calendario cósmico de Carl Sagan como con su reloj suizo.

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