El roscón

Hace unos días vi cómo un cliente habitual de un horno sevillano encargaba, como todos los años, el tradicional roscón de Reyes. Dado que, aprovechando la festividad, se concentra en su casa casi toda su familia, pidió “el de siempre”, el más grande, para poder atender a su gente. La sorpresa que incluía este año el pastel no estaba dentro, sino fuera del mismo: los dependientes le informaron de que sólo había roscones pequeños y medianos. No, no era que se hubieran agotado, es que no se los habían surtido. Dada la vinculación del parroquiano con el establecimiento, el encargado se comprometió a pedir a otros proveedores la pieza demandada. El resultado de sus llamadas telefónicas fue infructuoso: nadie le proporcionaba unidades del tamaño superior. Ayer, en la página de publicidad que El Corte Inglés insertó en este periódico de su campaña ‘Somos los Reyes del Roscón’, ninguna pieza superaba los 1.600 gramos y los 20 euros de precio. El roscón XL ha desaparecido porque el mercado piensa que carecería de suficientes compradores: es la última víctima de la crisis.

 

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