En este mes de octubre de 2020 me he visto obligado a llamar en diversas ocasiones a la compañía energética Endesa, por razones que prefiero no recordar. Por eso, después de más llamadas de las deseables, hoy, día 15, me ha sorprendido que la empresa de capital italiano (filial de Enel) haya cambiado el mensaje con que recibe a quien se dirige a su Centro de Atención al Cliente, bastante, pero que bastante mejorable por cierto, al igual que el trato general de la compañía a sus usuarios.
Ahora no sólo publicita una oferta de que si te pasas a Endesa te dan un mes gratis, sino que también te pregunta los dos primeros números del código (postal, se supone) de la provincia desde la que llamas (Sevilla, en mi caso) y si quieres ser atendido en castellano o en catalán, cuestiones que nunca antes me plantearon en los decenios que llevo de cliente de la compañía.
No tengo nada en contra del catalán ni de ninguna otra lengua. Al revés: ojalá supiera comprenderlas y expresarme en todas ellas. En este sentido, me remito al artículo 3 de nuestra Constitución, que en su punto tercero proclama: «la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección».
Recuerdo que en vísperas de los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992) estuve varios días en la capital de Cataluña para hacer un reportaje sobre el evento. Traté a bastante gente, vinculada o no a la Organizadora, y comprobé cómo los catalanoparlantes, en cuanto veían que su interlocutor no era nativo o bilingüe, automáticamente y sin mayor problema pasaban a hablarle en castellano. No había ningún conflicto idiomático y ese cambio sobre la marcha se operaba de forma digamos natural.
Aunque nunca se puede generalizar y hay gente de todo tipo, cada vez con mayor frecuencia me ocurre en viajes al extranjero que al coincidir con catalanes, éstos, cuando oyen hablar en castellano no sólo no tratan de hacerse comprender en la «lengua española oficial del Estado» (artículo 3 de la Constitución), sino que procuran por todos los medios no comunicarse en la misma e ignoran de forma más o menos deliberada a los castellanoparlantes. La diferencia entre el comportamiento lingüístico que observé en la época preolímpica de Barcelona y el que percibo en los últimos años refleja de manera evidente la evolución de Cataluña: de una sociedad abierta y universalista a otra cerrada y cada vez más localista y excluyente, causa y consecuencia del separatismo.
Volviendo a Endesa, cabe preguntarse lo siguiente:
-¿Por qué ahora ofrece a sus clientes, aunque llamen desde fuera de Cataluña, ser atendidos en castellano o en catalán y anteriormente nunca dio esta opción?
-¿Por qué entonces, siguiendo esa misma lógica, no ofrece la opción de ser atendidos en euskera y gallego, lenguas cooficiales en otras comunidades autónomas?
yo creo que porque hay lenguas minoritarias de primera y de segunda ( y tercera). El catalán tiene blindadas las espaldas y obliga por ley a las grandes empresas a publicitarse y comunicarse también en catalán, cosa que no ocurre ni con el euskera ni con el gallego.
Parecería que es por la prepotencia de los catalanes, pero más diría yo que se debe a los acuerdos más laxos de las otras comunidades/ lenguas autónomas.
Sin ir más lejos, el BBVA que en sus siglas lleva Bilbao y Vizcaya, por su origen vasco, tampoco se comunica oficialmente ni informativamente en euskera, pero mira por dónde, SÍ EN CATALAN!