Susana Díaz ya tiene el carguito que decía despreciar

Acepta como premio de consolación y a cambio de dejar la política andaluza para no hacer sombra a Espadas un escaño en el Senado

Durante las primarias atacó a «quienes esperan tener un carguito, mantener su estatus»

El senador al que sustituye ya ha sido recolocado por el PSOE con un sueldo de al menos 50.000 euros

La otrora lideresa omnipotente del PSOE andaluz, la trianera Susana Díaz, ha acabado aceptando el premio de consolación que le ofreció su sucesor al frente del partido, Juan Espadas, tras perder frente a él las primarias internas para la candidatura a la Presidencia de la Junta de Andalucía. Al admitir convertirse en senadora en representación del Parlamento andaluz y a costa de que se haya obligado a dimitir a un compañero de partido que ya ocupaba ese puesto en la Cámara Alta, Susana ha perdido la dignidad política que le quedaba, ya que en tiempos renegó de esta posible opción.

El Parlamento de Andalucía ha aprobado el nombramiento de la expresidenta de la Junta, Susana Díaz, como senadora por designación autonómica. Díaz, que hasta ahora era diputada en la Cámara andaluza y presidenta del Grupo Parlamentario Socialista, deja de esta manera su escaño para marcharse al Senado. La designación de la dirigente socialista se ha producido por 88 votos a favor y 18 en blanco.

El nombramiento de la expresidenta como senadora supone su salida de la política autonómica andaluza y pone el punto final a una trayectoria de 13 años, que se inició en 2008, cuando fue elegida parlamentaria autonómica después de cuatro años en el Congreso de los Diputados.

La salida de Susana Díaz, que fue presidenta de la Junta entre septiembre de 2013 y enero de 2019, forma parte del acuerdo  pactado con su vencedor en las primarias, Juan Espadas, el cual será nombrado en unos días secretario general del PSOE-A al no haberse presentado otro candidato al cargo. Díaz reemplazará en el Senado a su compañero Fernando López Gil, forzado a dimitir para facilitar la operación.

Susana Díaz (a la derecha), junto a Verónica Pérez, despidiéndose en el Parlamento andaluz tras ser designada senadora

De esta manera Susana Díaz ha acabado rebajándose ante Espadas y el PSOE liderado por su archirrival Pedro Sánchez y negándose a sí misma, ya que durante la campaña de las primarias socialistas mantuvo el pasado 21 de mayo en La Línea de la Concepción una reunión con militantes socialistas, en la que declaró lo siguiente:

«Quien espera tener un carguito, mantener su estatus…. Ésta no es su candidatura. Hay gente estos días que ha cambiado de opinión porque sabe que aquí se va a premiar el talento y a los mejores».

Susana Díaz acusaba entonces a quienes apoyaban a Espadas de hacerlo por miedo a perder el cargo público que ostentaban por designación del partido dirigido por Pedro Sánchez, en contraste con quienes la apoyaban a ella, que -decía- representaba a la corriente de los mejores y de los que tenían el talento.

Ahora se ha tenido que comer sus propias palabras y mendigar un cargo público, en este caso un escaño en el Senado y justamente por designación indirecta del partido, ya que como dijo Guerra en sus años de esplendor, fuera del PSOE hace mucho frío. Susana Díaz no hace más que, pese a haber predicado lo contrario, seguir los pasos de tantos y tantos dirigentes políticos que ponen precio a sus derrotas con la exigencia de otro cargo público compensatorio en el que seguir viviendo de una nómina oficial.

El único caso diferente que recuerdo es el de Gerardo Iglesias, que fue secretario general del Partido Comunista de España y fundador de Izquierda Unida, el cual volvió en 1990 a trabajar como picador en una mina de Asturias, en la que había empezado a los 15 años tras disimular su minoría de edad presentando un carnet de identidad con los datos falsificados, a fin de que no lo rechazaran para el puesto y pudiera ayudar a su familia.

La diferencia entre Gerardo Iglesias y Susana Díaz es que aquel por lo menos había trabajado en una mina ya desde los 15 años de edad y tenía adonde volverse, aunque fuera uno de los trabajos más duros que existen, pero a la ex presidenta de la Junta de Andalucía no se le conoce ninguna actividad laboral al margen de la política a lo largo de su casi medio siglo de vida salvo, según sus palabras, haber dado algunas clases particulares y vendido cosmética a domicilio. Desde los 28 años Susana Díaz ha vivido profesionalmente de la política y no tiene adonde volverse al margen de la política, por lo que necesita el carguito que decía despreciar para tener un medio de vida, que nunca ha tenido en la esfera privada.

Fernando López Gil

Y en cuanto a su compañero al que han obligado a dimitir como senador para darle a ella su acta, Fernando López Gil, tampoco hay que preocuparse por su futuro. El PSOE (A) le ha creado un puesto ‘ad hoc’: cargo de confianza de la alcaldesa de San Fernando (Cádiz) y coordinador de un nuevo invento, la Agenda 2030, con una retribución estimada del orden de al menos 50.000 euros anuales.

Los casos de Susana Diaz y de Fernando López Gil demuestran que los partidos políticos son antes que nada agencias de colocación de quienes en ellos militan.

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