Extremadura protegerá como bienes de interés cultural los paneles de azulejos de Nitrato de Chile

Sólo quedan una veintena en la región y antiguamente era frecuente verlos también en pueblos de Andalucía

La Consejería de Cultura, Turismo y Deportes e Igualdad de la Junta de Extremadura ha incoado expediente para la declaración como bienes de interés cultural de la veintena de azulejos de Nitrato de Chile que aún se conservan en la región y que hasta no hace muchos años también era frecuente ver en municipios rurales de Andalucía. En nuestra región, sin embargo, no se conoce que se haya hecho inventario de los mismos ni que se haya pensado en otorgarles protección legal.

Según la justificación del acuerdo adoptado por la Consejería de Cultura extremeña, los paneles cerámicos que publicitan el Nitrato de Chile en algunas localidades de Extremadura poseen un incuestionable valor patrimonial, artístico e histórico puesto que son exponentes del diseño y la imagen publicitaria española de la década de 1930, así como el reflejo de la sociedad y la economía agraria de ese momento.

Con el fin de asegurar la protección de los pocos ejemplos que aún se conservan en la región se ha resuelto iniciar el procedimiento de declaración como Bien de Interés Cultural con la categoría de bien mueble y de forma singular a cada uno de estos paneles cerámicos publicitarios de Nitrato de Chile.

Ante la necesidad de definir el conjunto de obras objeto de esta declaración se ha elaborado un inventario detallado de cada uno de los paneles cerámicos conservados.

Un panel de azulejos anunciando el Nitrato de Chile junto a la portada de un convento extremeño

La explotación de las ricas minas de salitre localizadas en el siglo XIX en el desierto de Atacama convirtió a Chile en el principal exportador de este mineral, usado tanto para la fabricación de pólvora como fertilizante agrícola. El conocido Nitrato de Chile era un abono natural compuesto por nitrato de sodio cuya producción y exportación a Europa desde mediados del siglo XIX fue creciendo hasta monopolizar el mercado mundial en los inicios del siglo XX.

La irrupción del salitre sintético industrial desencadenó una crisis internacional del salitre natural a partir de 1918 que perjudicó gravemente la economía chilena. Por este motivo la Asociación de Productores Salitreros, denominación que agrupaba al Gobierno de Chile y los empresarios del salitre, comenzaron a publicitar las virtudes del Nitrato de Chile en la década de 1920 en los países receptores, entre ellos España, Alemania, Polonia, Dinamarca, Portugal, Brasil, Egipto, China o Japón.

La utilización de abonos químicos, la expansión de los cultivos y la modernización de la maquinaria agrícola en el primer tercio del siglo XX tuvo como resultado un notable aumento de la producción vegetal en Extremadura (cereales, leguminosas y aceite de oliva), incluso en una cantidad superior al resto del país. Aunque aún se mantenían los aperos tradicionales y los abonos orgánicos como el Nitrato de Chile, este iba siendo desplazado poco a poco por el sintético, de ahí el incremento en la inversión en publicidad del gobierno chileno.

Explotación de Nitrato de Chile

De ese modo, los paneles cerámicos que publicitan el Nitrato de Chile en distintos pueblos de Extremadura son el reflejo de la España rural, de la economía agraria de una época, aún dominada por el latifundismo y por el intento de recuperación de los derechos de explotación de las tierras comunales. Un momento convulso de continuos conflictos sociales en torno al desigual reparto de la tierra que sumía a los jornaleros en la pobreza; todo ello desencadenó la consolidación del fenómeno asociacionista obrero. La II República intentó solucionar el problema con sucesivos decretos y una Ley de la Reforma Agraria en 1932 que resultó insuficiente y no resolvió el problema estructural del campo español.

La publicidad del Nitrato de Chile se realizó sobre todo en papel, en forma de octavillas, calendarios o litografías, y sobre diferentes soportes como calendarios, lápices, llaveros, banderines, etc. pero en algunos países como España, Portugal y Gran Bretaña triunfó el formato sobre cerámica. Cada país optó por un diseño único, aunque las imágenes más usuales mostraban a campesinos abonando sus cosechas, con la peculiaridad del caso de Grecia, donde la imagen representaba a un jornalero abonando el planeta como si de un ser divino se tratara.

En el caso de España el diseño no fue tan explícito como en la mayoría de los países, aunque no obvió las referencias agrícolas. La icónica imagen del jinete al atardecer usada tanto en paneles de azulejos como en sacos o calendarios españoles fue ideada por un joven estudiante de arquitectura, Adolfo López-Durán Lozano (1902-1988) en torno a 1929. La imagen representada es sencilla y esquemática como corresponde al estilo Art Decó imperante en los años en que fue creada, lanza un mensaje directo al campesino que se ve representado en ella, aunque de forma idílica, puesto que el jinete ha sido interpretado como un gaucho de la pampa argentina.

Unas sencillas hojas en el horizonte informan del entorno agrícola y la bicromía en amarillo y negro permite, por un lado, no distraer del mensaje y, por otro, resaltar el imperativo («abonad ya») y la marca del fertilizante («Nitrato de Chile») en letras amarillas sobre el fondo oscuro. La inspiración estilística y cromática parece que fue tomada de otro icono publicitario de la época, Sandeman, creado por el escocés George Massiot Brown en 1928 para publicitar los vinos de Oporto y Jerez de esta bodega londinense.

En España, los paneles cerámicos que anunciaban este abono natural fueron fabricados en Valencia, en la fábrica El Siglo, propiedad de Ramón Piñón Castelló, que permaneció activa entre 1927 y 1937, lo cual permite fechar estas obras entre 1929 y 1937.

Aunque era habitual colocar estos paneles en las entradas o salidas de las localidades, también los encontramos en las plazas junto al Ayuntamiento, como en Valencia del Ventoso, o en inmuebles destacados o hitos del municipio como la plaza de toros de Olivenza o el Convento de la Merced en Trujillo.

El Nitrato de Chile también se publicitó en Portugal

La publicidad cerámica en Portugal adoptó este mismo diseño español con la leyenda «adubai com Nitrato do Chile», pero de la producción se encargó la fábrica Aleluia en Aveiro. Aún se conservan estos paneles en localidades como Castelo Branco, Évora, Aveiro o Nisa.

Los paneles cerámicos de Nitrato de Chile se han convertido en un icono publicitario al nivel del Toro de Osborne o el vino Sandeman. La influencia de la imagen representada es aún hoy patente en el cartelismo contemporáneo, el cual ha versionado y jugado con la figura protagonista desde el humorismo.

El estado de conservación en el que se encuentran los distintos paneles que aún persisten es desigual. Su localización en la vía pública los expone a factores climatológicos, al vandalismo y al expolio en mayor medida que otros bienes culturales. Asimismo, su contemporaneidad, su función publicitaria y su ubicación en edificios de titularidad privada, en la mayoría de los casos, también ha influido en la destrucción o pérdida. Localidades como Aliseda, Medellín o Granja de Torrehermosa perdieron estos paneles en los últimos veinte años y en Badajoz fue desmontado en 2007 debido al derribo del inmueble en cuya fachada se ubicaba, pero fue recuperado y restaurado por un coleccionista particular.

Mapa con la situación de los paneles cerámicos elaborado por Adenex

La Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura (Adenex) había pedido a la Consejería de Cultura la protección de los murales publicitarios del abono agrícola Nitrato de Chile que aún quedan en la región y que a mediados del pasado siglo proliferaron en todas las zonas agrarias. 

En septiembre de 2021 formuló esta demanda acompañada de un inventario de los murales que en la actualidad se conservan.

Adenex ha realizado un inventario de los que aún quedan en pie en la región y sólo ha localizado 21 de estos murales que aún permanecen en sus emplazamientos originales, manteniendo la mayoría un “buen estado” de conservación.  

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