Un trasvase desde el Guadiana e incluso desde el Tajo solucionaría el déficit hídrico de Doñana y su entorno

Portugal no podría invocar el Tratado de Albufeira si el agua se tomara en la presa de Alcántara

El próximo 30 de noviembre (2023) se cumplirá el XXV aniversario de la firma del Tratado o Convenio de Albufeira entre España y Portugal, que regula a protección y el aprovechamiento sostenible de las aguas de las cuencas hidrográficas de los ríos compartidos entre ambos países (Miño, Limia, Duero, Tajo y Guadiana). Los gobiernos respectivos anunciaron en septiembre de 2022 la revisión del acuerdo, forzados por la extrema sequía que en los últimos años sufre la Península Ibérica. Sería la oportunidad para tratar de garantizar la obtención de nuevos recursos hídricos para Doñana y su entorno. Pero aunque el Tratado no sufriera modificación alguna, expertos como Juan Saura, ex-director de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, creen posible un pacto tácito de buena voluntad que permitiera esa posibilidad.

Juan Saura fue uno de los técnicos que intervino el pasado mes de junio ante la Comisión de Fomento del Parlamento de Andalucía con motivo de la tramitación de la proposición de ley de Regadíos al Norte de la corona forestal del parque nacional de Doñana.

En su comparecencia afirmó que el modo más sencillo de llevar agua al parque y su entorno es desde el río Guadiana, lo que obligaría a un trasvase inter cuencas hidrográficas, que deberían aprobar las Cortes, y aparentemente podría entrar en conflicto con Portugal en virtud del Tratado o Convenio de Albufeira, firmado por los Ejecutivos de los dos países ibéricos el 30 de noviembre de 1998 y que regula los caudales mínimos de los ríos que cruzan la frontera entre ambos. Entró en vigor en febrero del año 2000 y fue revisado mediante un Protocolo añadido en el año 2008.

Sin embargo, Saura destaca que sólo después de la firma de ese tratado Portugal construyó sobre el río Guadiana, en su región del Alentejo, la mayor presa de Europa Occidental, la de Alqueva, que ocupa una superficie de 250 Km2 (25.000 hectáreas), 108 Km2 más que todo el término municipal de Sevilla capital.

O si tomamos como referencia la provincia de Huelva, el pantano de Alqueva ocuparía 11 Km2 más en números redondos que todo el término municipal de Zalamea la Real, que mide 238,86 Km2 y que aparece sombreado en verde oscuro en el siguiente mapa:

La presa portuguesa de Alqueva tiene una capacidad de 4.150 hm3.

La presa de Alqueva crea un lago interior en el Alentejo portugués

Esa presa se alimenta mayoritariamente de aguas españolas, según Juan Saura, el cual opina que por reciprocidad y por los servicios que presta España al país vecino al evitarle inundaciones con su sistema de presas reguladoras del caudal de los ríos transfronterizos en caso de temporales, el Gobierno luso debería permitir la captación de agua ( más/menos 100 hm3 anuales, en función de las precipitaciones de cada ejercicio) en el curso inferior del río Guadiana para recargar el acuífero del que se nutre Doñana, el cual, por causa del cambio climático, sufrirá un déficit hídrico anual de 36 hm3 ya a partir de 2039.

Hay que señalar además que de los ríos Duero y Tajo Portugal recibe unos 2000 Hm3/año de agua procedente del territorio español, regulada en las presas españolas, especialmente en Alcántara, que permite y garantiza el riego de decenas de miles de hectáreas en las vegas de Oporto y Lisboa, con aguas del Duero y del Tajo respectivamente.

El agua del Guadiana, desembalsada en Alqueva hasta un máximo de 100 hm3 (2,5% de la capacidad del embalse), se podría captar en el sitio denominado Bocachanza, donde existe una estación de bombeo en la confluencia con el río Chanza con capacidad para elevar a la presa ubicada en este afluente onubense hasta unos 70 hm3 anuales, susceptibles de ampliación.

Vista satélite de la estación de bombeo de Bocachanza, junto al Chanza y el Guadiana

Parte del recorrido que haría el agua desde la presa del Chanza por el túnel de San Silvestre (mapa de eldiario.es)

El agua desembalsada en Alqueva discurriría por el Guadiana de forma natural hasta el bombeo de Bocachanza ,y de aquí a través del canal de Trigueros hasta el túnel de San Silvestre, cuyas obras de modernización y ampliación se van a iniciar de forma inminente con un presupuesto de adjudicación de la obra a San Silvestre UTE (Sacyr, Acciona y Cavosa) de 56.535.582,19 euros (68.408.054,22 euros con impuestos incluidos), mientras que la asistencia técnica para el control de la misma la realizará WSP SPAIN-APIA S.A.U. – GEOCONTROL, S.A. por 1.837.475,98 euros (sin impuestos incluidos).

Posteriormente habría que transportar el líquido elemento hasta los canales de la comunidad de regantes del Fresno, ya en la cuenca hidrográfica del Guadalquivir, para así recargar el acuífero de Doñana.

UNA IDEA QUE VIENE DE ANTIGUO

Joan Corominas analizó también esta posibilidad cuando fue secretario general de Aguas de la Junta de Andalucía, en un informe titulado ‘El trasvase del Guadiana II al Guadalquivir’. Según Corominas, el planteamiento del trasvase del Bajo Guadiana al Bajo Guadalquivir es un proyecto que se explicita por primera vez en el anteproyecto de ley del Plan Hidrológico Nacional de 1993, como una transferencia zonal que prolongaría el trasvase intracuenca del Guadiana II, ya existente entre el Chanza y el Piedras, hasta la cuenca del Guadalquivir, con el objetivo de aportar recursos al entorno de Doñana. Afectaría a ambas cuencas y garantizaría la demanda ecológica del acuífero Almonte-Marismas. El volumen previsto a trasvasar era de 100 Hm3./ año. En el informe que elaboró el Consejo Nacional del Agua sobre el Plan Hidrológico Nacional de 1993 se proponía aumentar esta transferencia de recursos hasta 200 Hm3./ año.

En 1997, el ministerio de Medio Ambiente concluyó el estudio previo de
viabilidad para trasvasar 200 Hm3./año del Guadiana II al Bajo Guadalquivir, que se veía posible en el Horizonte 2012 del Plan Hidrológico de la cuenca y en el que existiría un excedente interno mínimo de 207 Hm3. El recorrido total de la conducción sería de 112 kilómetros. Este trasvase requeriría el aumento previo de la regulación, y de mejora de la calidad de sus aguas, de los ríos Tinto y Odiel, adscritos administrativamente entonces a la cuenca del Guadiana II.

Los usos más relevantes del agua en el Guadalquivir, y en toda Andalucía, son
los destinados a la agricultura de regadío. Una conjunción de buen clima y fértiles
suelos han propiciado la continua expansión del riego, que por aquel entonces (año 2000) alcanzaba las 600.000 ha. en el Guadalquivir y más de 815.000 mil en toda Andalucía, según datos del Inventario y caracterización de los regadíos andaluces (CAP, 1997). Pero esta expansión se había hecho, según destacaba Corominas, «sin atender a las disponibilidades de recursos hídricos y, en muchos casos, sin control administrativo, a efectos de la requerida concesión de aguas».

A título de ejemplo, en los primeros años 90, en plena sequía, la más grave de Andalucía en los últimos 50 años antes de la actual, se produjo un incremento incontrolado de unas 150.000 ha. de riego de olivar, propiciado por la iniciativa privada, que superó en 1997 todas las previsiones de incremento de regadíos que formularon los Planes Hidrológicos de las Cuencas andaluzas para el Horizonte del año 2012.

No es de extrañar así que la política de construcción de embalses, tan
profusamente utilizada en toda España, no haya sido capaz de equilibrar oferta y
demanda de agua. Solamente desde 1985 hasta la entrada del nuevo siglo en el Guadalquivir se habían construido 19 presas, con un incremento de un 62% de la capacidad, que representó un ritmo medio anual del 3, 2 %, superior al del crecimiento medio del PIB (2,6%) en ese período.

De los análisis de actualización de los Planes Hidrológicos de las Cuencas andaluzas, incluyendo las previsiones de actuaciones del Plan Hidrológico Nacional, que hizo hace una veintena de años la Junta de Andalucía ya se deducía que el desequilibrio entre demandas y recursos aumentaría en el Horizonte 2008, en relación con el que preveían los Planes Hidrológicos de cuenca. En particular en el Guadalquivir el déficit alcanzaría los 1049 Hm3., cifra equivalente a todo el trasvase del Ebro al levante mediterráneo. En cambio, en la cuenca del Guadiana II se preveía un superávit de más de 250 Hm3., que permitiría aliviar algo al cercano Bajo Guadalquivir.


Aunque inicialmente el anteproyecto de Plan Hidrológico Nacional de aquella época descartó el trasvase entre el Guadiana II y el Guadalquivir, el Consejo Nacional del Agua recomendó al Gobierno el estudio conjunto hispano-portugués que determinara la posible disponibilidad de recursos del Bajo Guadiana y la posible transferencia al Guadalquivir.

Dicha recomendación quedó parcialmente recogida en una disposición adicional
de la ley del Plan Hidrológico Nacional, encargando al Ministerio la realización de los
estudios que evaluaran las opciones a largo plazo de posibles trasvases contemplados en los antecedentes del Plan.

El posible trasvase desde el Guadiana estudiado hace una veintena de años

Los posibles receptores de las aguas del trasvase del Guadiana II al Guadalquivir
serían los regadíos del entorno de Doñana. Un extenso territorio alrededor del Parque
Nacional, en el que por entonces ya se habían puesto en riego unas 108.000 ha.

Tras hacer un análisis de la agricultura de regadío en el entorno del parque nacional, Corominas constaba que «se han producido en las últimas décadas tensiones entre el regadío y Doñana, por el agua necesaria para ambos, por la ocupación de territorios incultos para el regadío, y por el impacto de la mayor actividad humana y los residuos agrarios sobre los ecosistemas de Doñana».

Y concluía de la siguiente forma: «El trasvase del Guadiana II al Bajo Guadalquivir, una vez que se realicen los estudios que evalúen la posibilidad y la conveniencia de realizarlo, debería propiciar un acuerdo territorial de gestión de esta amplia área del entorno de Doñana, situada entre ambas cuencas.

Debería garantizarse previamente la consolidación de los regadíos actuales, la
sustitución de extracciones de aguas subterráneas por los nuevos recursos superficiales aportados, el compromiso de no ocupar nuevas zonas no cultivadas para usos productivos, la implantación de modelos de agricultura más respetuosos con el
medioambiente y la integración social de la creciente mano de obra inmigrante
necesaria.

El trasvase, con sus pros y sus contras, será útil si ayuda a la sostenibilidad
de la comarca de Doñana; en caso contrario se trataría de la última manifestación de la
vieja cultura del agua».

OTRA OPCIÓN

Según Juan Saura, el Tratado de Albufeira reconoce que España puede derivar hacia otras cuencas hidrográficas (piénsese en el trasvase Tajo-Segura) hasta 1.000 hm3 de agua anualmente, por lo que si se tomara el agua del Tajo con destino a Doñana el Gobierno de Portugal no podría oponerse.

El punto clave para esta hipotética toma sería aguas abajo de la presa de Alcántara, situada en la provincia de Cáceres y con una capacidad de 3.162 hm3.

La presa de Alcántara, el Alqueva español

Vista satélite del área bajo el impacto de la presa de Alcántara

El pasado 22 de julio (2023), el diario digital Vozpópuli dedicó un reportaje a este pantano, con los siguientes titulares:

-Dentro de la presa de Alcántara: la segunda mayor central de España sigue a toda máquina en tiempos de sequía.

-El embalse está al 76,9% de su capacidad frente a la media nacional del 44,6%. Este estado le permite ser una de las principales ‘pilas’ tanto de Extremadura como del resto de España

En plena sequía extrema, el diario contaba que «esta infraestructura en Alcántara reúne las aguas confluyentes del Tajo, el Alagón y el Tiétar. Su nivel actual de agua embalsada es del 76,9%, frente a la media nacional del 44,6% y superando la media de los últimos diez años del propio embalse».

Juan Saura subraya que la presa de Alcántara dista poco más de 90 kilómetros en línea recta del cauce del Guadiana, río que serviría de vehículo conductor hasta el bombeo en Bocachanza del agua que precisara Doñana.

A título comparativo, el canal del trasvase Tajo-Segura es a cielo abierto y tiene una longitud de 292 kilómetros, tres veces más.

Esta solución alternativa posible serviría exclusivamente para hacer ver al país vecino que los 100 Hm3 podrian venir a Doñana desde el río Tajo y por lo tanto dejarían de llegar a las vegas de Lisboa como en este momento ocurre. Juan Saura expresa que lo que propone con la solución Alqueva es seguir cediendo esos 100 hm3 del Tajo a Portugal, a cambio de que ese mismo volumen se le dé a España desde Alqueva.


Al fin y al cabo Alqueva embalsa mayoritariamente aguas españolas y esta solución haría innecesaria la conexión del Tajo con el Guadiana, que ya no haría falta, y en cierto modo sería absurda existiendo la solución de captar el agua desde Alqueva. La cifra de 1.000 Hm3 trasvasables desde el Tajo, recogida en el Tratado de Albufeira, bajaría a 900 Hm3 con lo que no habría perjuicio alguno al país vecino.

De los 1.000 hm3 reservados para trasvasar del Tajo a otras cuencas hidrográficas en el tratado de Albufeira no se ha pasado de los 600 hm3 anuales y en este momento se está bastante por debajo de esa cifra. En los últimos años no se ha llegado a 400 hm3, por lo que hasta los 1.000 hm3 hay margen suficiente para extraer 100 hm3 para Doñana, «pero racionalmente -asevera Juan Saura- es mejor negociar con Portugal para que nos los den de Alqueva a cambio de no extraerlos nosotros del Tajo, donde hay margen suficiente hasta los mil, y en el punto de captación el caudal en Alcántara es muy elevado; sin problemas se podría ejecutar la obra, pero es mejor ahorrarse el canal de 100 kilómetros».

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