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Pastores

VieraReunión de pastores, oveja muerta. Muy mal tiene que estar la cosa ésta de los EREs con su sarta de falsos prejubilados para que a la llamada de Viera se congregaran en el PSOE vieristas y críticos. Dicen que hasta su enemigo íntimo, el (sin) alcalde, se dio una vuelta por la asamblea para hacer el paripé solidario, aunque con lo vengativo que es  seguro que fue a ver con sus propios ojos que sus peones de antaño, Celis y Demetrio, estaban en primera fila, de cara al 22-M. Si, según Enrique IV, París bien valía una misa, para Celis y Demetrio, reversibles del sector crítico, Viera bien vale ir en la lista. Tanta gente arropando al secretario general en plan prietas las filas no transmitía una imagen de fortaleza, sino de debilidad. En la Naturaleza sólo se amparan en la manada las hembras, los inmaduros, los enfermos y quienes van camino del cementerio de elefantes, no los machos alfa que se valen por ellos mismos. Pero seguro que Viera no ha leído a Ibsen, el cual dejó escrito en ‘Un enemigo del pueblo’ que el hombre más fuerte del mundo es el que está solo.

El caballo de Troya

Las gacetas cuentan que Celis deja entrever que con su conversión al vierismo  no ha apostatado de Monteseirín y que se trata de una jugada táctica consensuada con aquél. ¡Y yo pensando que Celis había sabido cambiar de caballo en mitad de carrera para dejar plantado a Alfredo al proclamar  su fidelidad al Papa de Roma, papel encarnado por Viera, en vez de a la reforma luterana que quería representar Monteseirín! También creía que, igual que para Enrique IV París bien valía una misa, para Celis la perspectiva de un cambio en el Gobierno autonómico, una vez dada por perdida la Alcaldía, bien valía reeditar la parábola del hijo pródigo con su vuelta al redil de la ortodoxia socialista. Pero, ¿y si Celis es un agente doble? ¿O incluso un triple agente? Ya en diciembre demostró su afición a las historias de espías al calificar de “política-ficción propia de las novelas de Assimov y Le Carré la posible renuncia de Monteseirín”. Si vuelve a nadar entre dos aguas, lo peor que puede pasarle es que críticos y oficialistas lo consideren ahora un caballo de Troya.