Cuando Espadas propuso el traslado de la Feria a septiembre no había aún ningún muerto por coronavirus en Sevilla
Casi mes y medio después, en la capital de Andalucía y su provincia se han registrado 235 víctimas mortales
El Ayuntamiento de Sevilla acordó el 15 de marzo, tan sólo un día después de que el Gobierno de Pedro Sánchez aprobara el estado de alarma durante quince días por la pandemia del coronavirus, la suspensión del montaje de la Feria, cuyo inicio estaba previsto para el día 26 de abril. El Consistorio consideró, con buen criterio, que tanto el decreto de alarma del Ejecutivo nacional como la activación del Plan de Emergencias de Andalucía y las recomendaciones sanitarias para frenar el avance de la enfermedad eran incompatibles con el desarrollo de los trabajos previos en el recinto de Los Remedios y que además no tenía sentido cerrar los contratos municipales previstos para esa semana, así como que los particulares hicieran gastos para el festejo. El gobierno local también anunció entonces su propósito de trasladar la Feria a la segunda quincena de septiembre, con lo que se enlazaría con la tradición de la Feria de San Miguel, reducida prácticamente a unos festejos taurinos y a una verbena en el muelle de la Sal.
En ese 15 de marzo se habían registrado en España 7.753 contagiados por coronavirus y 228 muertos; en Andalucía, 437 casos y 6 fallecidos; y en Sevilla y su provincia, 62 casos y ninguna víctima mortal. El impacto de la enfermedad en la ciudad no parecía tan grave y era razonable el intento de Espadas de salvar, aplazándola cinco meses, la Feria por su repercusión en la economía local. Aquélla se había medido con una metodología discutible hacía años y actualizado de forma automática ejercicio tras ejercicio conforme al IPC, por lo que últimamente se estimaba en cerca de 900 millones de euros.
Era lógico, pues, que el alcalde quisiera que Sevilla no perdiera una cantidad equivalente al 3% de la riqueza que se genera en la ciudad durante un año (su Producto Interior Bruto).
EVOLUCIÓN
Sin embargo, desde el 15 de marzo hasta hoy, cuando debería estar principiando la Feria de Abril, ha pasado casi mes y medio y la pandemia del coronavirus ha obligado de momento a prorrogar por dos veces el estado de alarma (por ahora hasta el 10 de mayo). El país está prácticamente paralizado, al igual que su economía, hay millones de nuevos parados y la gente lleva confinada en sus casas 44 días. En España se han registrado al momento de redactar estas líneas 207.634 contagiados y 23.190 muertos; en Andalucía, 11.774 contagios y 1.145 muertos; y en Sevilla y su provincia, 2.554 casos de contagio y 235 víctimas mortales.
Con la magnitud alcanzada por la tragedia, que se incrementa cada día que pasa y a la que no se ve un final cercano, ¿tiene sentido seguir pensando en organizar un sucedáneo de la Feria de Abril a finales de septiembre, ya en otoño?
Hay que hablar de sucedáneo porque en este mes y pico transcurrido el Ayuntamiento se ha visto obligado a, entre otras cosas, lo siguiente:
-Devolver las tasas (del orden de 2,3 millones de euros) pagadas por los 280 empresarios de las atracciones, los cuales comunicaron su renuncia a participar en la proyectada Feria en septiembre porque no les saldría a cuenta. Por tanto, no habría calle del Infierno, con todo lo que ello supondría de falta de animación y de ambiente, especialmente para los menores.
-Pese a su resistencia inicial, cuando alegaba que “sería contradictorio volver a iniciar todos los trámites realizados”, ordenar la devolución de las tasas que en enero pagaron los titulares de las mil y pico de casetas y que ascenderían a 1,9 millones de euros.
-Proceder al desmontaje de la portada, que tenía un presupuesto de medio millón de euros y cuyo diseño se repetirá en 2021, y de todo lo levantado en el Real, o sea el esqueleto de las casetas y resto de instalaciones de apoyo.
Por tanto, aunque se retrotraigan las actuaciones administrativas al punto inicial, técnicamente ya sería prácticamente imposible levantar en el tiempo que queda hasta septiembre esa ciudad efímera en el campo de Los Remedios, que además carecería de portada y de calle del Infierno, dado que para el montaje de una Feria normal se necesitan entre seis y siete meses.
FORMATO REDUCIDO
Por esos condicionantes, el Ayuntamiento, que en el ínterim ha acordado también suspender los actos por el Corpus Christi (11 de junio) y trasladar el festivo local previsto para el 29 de abril (viernes de Feria) al miércoles 23 de septiembre (en el hipotético festejo otoñal), se ha planteado organizar una fiesta con menos días de duración e incluso en otro sitio distinto del campo de Los Remedios. ¿Un montaje como el del Festival de las Naciones en el Prado de San Sebastián? ¿Una Feria tan minimalista que derive en el equivalente a la Velá o a la verbena de
San Miguel en el muelle de la Sal?
Aun en la hipótesis de que para entonces se levante el estado de alarma y se permita cierta libertad de movimientos guardando la denominada “distancia social” (separación física de entre uno y dos metros), ¿podría tener una Feria de formato reducido ese impacto económico esperado de 900 millones de euros? Porque el objetivo declarado de Espadas al perseverar en la idea de organizar tal sucedáneo de Feria es la dinamización económica de la ciudad, pero ¿qué dinamización puede esperarse cuando hace una semana la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos y los sindicatos propusieron al Gobierno que se extienda durante seis meses la causa de fuerza mayor para tramitar los ERTE en el sector turístico para protegerse del coronavirus ante la expectativa de que las actividades en el mismo sean las últimas en reanudarse porque estiman que continuarán las restricciones a la movilidad y al transporte, tanto en España como en el extranjero?
Con un escenario de ese tipo podemos tener el aeropuerto bajo mínimos aún y los hoteles cerrados. Dicho de otro modo, no habría turismo que captar y la mini Feria sería un evento puramente doméstico, de andar por casa, sin ingresos de visitantes foráneos y destinada sólo a que capital circulante de los sevillanos acabe en los bolsillos de la hostelería, a priori la principal beneficiaria de los planes de Espadas.
CANCELACIONES
Mientras el Ayuntamiento de Sevilla espera a la celebración del pleno del mes de mayo para adoptar la decisión oficial sobre la mini Feria en septiembre, que ya contaría con un informe negativo de los técnicos de la Delegación de Fiestas Mayores, en otros sitios se ha acordado, con meses de antelación, cancelar sus fiestas más señaladas. Ha sido el caso de Pamplona con sus fiestas de San Fermín, previstas para la segunda semana de julio y pese a que tienen un impacto económico estimado en más de 150 millones de euros y atraen a 1,3 millones de visitantes.
Otra fiesta suspendida ha sido la mundialmente conocida Tomatina de Buñol, prevista para finales de agosto y de la que este año se iba a celebrar el LXXV aniversario. Con cuatro meses de anticipación el alcalde ha decidido anteponer la seguridad a los ingresos económicos que se obtienen gracias a la gran afluencia turística. “Se suspende -ha declarado- por la situación que hay y por no poder garantizar la seguridad de que la Tomatina ha hecho alarde. No podemos perder esa seña de identidad”.
Más previsores aún han sido en Múnich, la capital del estado federado de Baviera (Alemania), donde a cinco meses vista han cancelado la popular fiesta de la cerveza (Oktoberfest), programada entre el 19 de septiembre y el 4 de octubre (en paralelo, pues, a la mini Feria otoñal planteada por Espadas) y que deja en la ciudad bávara del orden de mil millones de euros, cien millones más que en Sevilla la Feria de Abril.
El primer ministro de Baviera y el alcalde de Múnich recordaron que un carnaval previo celebrado en Renania del Norte se convirtió en un foco de contagio masivo del coronavirus y que en tiempos de pandemia hay que tener mucho cuidado con las fiestas. “Permitir su celebración -dijeron- sería jugar con fuego”. Y cuando se les preguntó si se había pensado en organizar una Oktoberfest de formato reducido la respuesta fue tajante: “No tiene sentido”.
“Mutatis mutandis”, ¿tiene sentido organizar un mini sucedáneo de Feria de Abril en septiembre?