En los comics del súper héroe, el reportero Clark Kent es capaz de meterse en una cabina de teléfono, quitarse en un santiamén su indumentaria de hombre corriente y salir volando ya como Supermán para salvar a la Humanidad de un nuevo peligro. En la vida real, sin embargo, Zoido, a pesar de su apelativo de Súper, no puede emular al héroe imaginario llegado desde el planeta Krypton, por más que sus hagiógrafos digan que él puede con todo y con todos. El otro día, sin ir más lejos, llegó casi una hora tarde a la inauguración del Museo del Mudéjar porque se había quedado atascado en un acto de su partido. El presidente del PP de Andalucía, pues, le puso, consciente o inconscientemente, kryptonita en los bolsillos al alcalde de Sevilla, que incapaz de seguir el ritmo de las agujas del reloj suizo en que iba a convertir la ciudad pasó por descortés ante sus ilustres invitados con su inusitado retraso. Zoido deberá elegir más pronto que tarde entre Sevilla y Andalucía, porque lo que dejó en claro el Museo Mudéjar es que no puede estar a la vez en misa y repicando.