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Ausente

pregoneroCuentan las crónicas  que el (sin) alcalde no dijo ni una palabra tras el Pregón de la Semana Santa y que se marchó del Maestranza en silencio y sin que muchos se percataran de su ausencia. ¿Recuerdan el lema de la lacrimógena película ‘Love story’? ‘Amar es notar la ausencia’. Pues bien, es como un silogismo en Barbara: Sevilla no nota la ausencia de Monteseirín, luego la ciudad no ama a Alfredo. Ésta es la prueba del nueve de por qué hablamos de un (sin) alcalde: está y no se le siente, salvo para peor; se va y no se le echa en falta. No pinta nada. ‘A posteriori’ circularon varias versiones sobre la esfumación del (sin) alcalde etéreo, incluso una oficial sobre un alumbramiento que habría requerido su presencia conforme a su famosa expresión de que él es médico. Pero la que más crédito ha tenido en los mentideros cofradieros y políticos es la de que tenía mucha prisa porque debía preparar su próximo viaje a Nueva York. ¿Y van…? A costa del contribuyente, hasta el último minuto. Sevilla está sin alcalde porque Monteseirín lleva un año haciendo las maletas.

Gañote

La prueba de que Sevilla está sin alcalde -mientras los demás viven en guardia para defenderse con uñas y dientes de los recortes del Gobierno- es que Monteseirín se ha largado tres días con el Sevilla F.C. a la final de la Copa en Barcelona y no se le ha echado en falta. ‘Amar es notar la ausencia’, rezaba el lema de la película ‘Love story’. Si no se nota la ausencia, cabe inferir que hace tiempo que no hay (¿lo hubo alguna vez?) ‘feeling’ entre Sevilla y Alfredo. Bueno, ni entre Alfredo y el PSOE. Y para una vez que estaba justificado el viaje institucional del (sin) con cargo a las arcas municipales para sentarse en el palco junto al Príncipe, va y, como el cartero, mete la pata dos veces. La primera, al decir que iba para representar a los que no se lo podían pagar. Eso es mentar la soga en casa del ahorcado por la crisis. Y la segunda, al confesar que viajaba a gastos pagados por Del Nido. Osea, Turquía segunda edición. Parafraseando lo que se decía de Arafat, Monteseirín nunca pierde la oportunidad de perder la oportunidad de viajar de gañote.