‘¿Qué me estás contando?’. Nunca el título de unas Jornadas, como las de la UPO para acercar la política local a los universitarios, pudo ser más apropiado a la luz de las palabras del invitado-estrella, Torrijos. El socio de Monteseirín mostró allí su pública conversión al principio de Schumacher de ‘lo pequeño es hermoso’, expuesto en su libro del mismo título, absolutamente recomendable. Bienvenido al club, Antonio. Torrijos mostró en la UPO sus “serias dudas” de que haya que seguir con grandes proyectos como el de las ‘setas’ de la Encarnación, y en su lugar apostó por la micropolítica y los proyectos a escala humana. Pero, ¡qué callado te lo has tenido estos años mientras te beneficiabas del pacto ‘de progreso’ con Alfredo y silbabas mirando al techo cuando el alcalde soltaba el discurso de la transformación de la ciudad, la modernidad, las vanguardias y los iconos emblemáticos! Mientras Monteseirín discurseaba y Marchena diseñaba el plan de financiación de las ‘setas’ ruinosas, tú, Antonio, callabas con un silencio cómplice. Y el que calla, otorga.
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Del Valle es verde
Sí. No es una errata. Han leído bien. El valle, como el de la famosa película, es verde, y Del Valle, el exalcalde de Sevilla, también. Pasa, en cuanto socialdemócrata, por rojo pálido, más bien difuminado por aquello de los despachos, pero al final ha roto en ecologista. Y es que aplica a la política local el principio ecológico del ‘nicho vacío’ (en la Naturaleza, toda especie tiende a ocupar el hábitat dejado libre por otras) cuando ha destacado el gran protagonismo de Torrijos por la debilidad de Monteseirín. Por ende, ha puesto a parir los proyectos-estrella del alcalde, desde el ilógico tranvía que duplica en superficie el recorrido del Metro hasta las ‘setas’ de la Encarnación; ha alardeado de que en su época no había escándalos como el de las facturas falsas y Mercasevilla y ha prescrito que un alcalde no debe estar más de 8 años en el cargo porque se enroca en las ideas y hace falta aire fresco. Parece como si Del Valle, tan serio entre tantos graciosos sin ángel, hubiera extendido el acta de defunción política de Monteseirín.