Bebel, uno de los fundadores del SPD alemán, reaccionó en pleno Parlamento a un aplauso de sus oponentes: “Cuídate, viejo Bebel, del elogio de tus adversarios”. Peor aún que ‘los otros’ son ‘los nuestros’, según dijo Churchill a un inexperto diputado: “Los que tiene usted enfrente son los laboristas, que son sus adversarios; los enemigos los tiene aquí detrás, en su propio partido”. Andreotti acuñó su particular escala: “En la vida hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos mortales, enemigos y…compañeros de partido”. Por eso no hay que tomarse al pie de la letra, sino todo lo contrario, el elogio de Chaves a Monteseirín al equipararlo a Felipe González como “los políticos que más han contribuido a la transformación de Sevilla”. Si Alfredo es tan bueno como Felipe, ¿por qué no repite como candidato? El elogio llevaba veneno: era una carga de profundidad contra el actual presidente de la Junta. Por eso, en la escala de Andreotti evolucionada (como los Fórmula-1) por Griñán ahora hay enemigos, compañeros de partido, Chaves y Monteseirín.
Veneno
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