El retruécano es una figura retórica que consiste en la inversión de los términos de una proposición para que adopte un sentido completamente distinto al original. El rector invierte la carga de la prueba en su comunicado a la comunidad universitaria, donde pide perdón por el daño que a la imagen de la Hispalense ha hecho la interpretación por terceros de la norma sobre los copiones. Y he aquí el retruécano de Joaquín Luque: el perjuicio no lo ha causado él, sino quienes no han sabido leer correctamente el artículo 20 sobre las incidencias en los exámenes. “¡Dios mío, perdónalos porque no saben lo que interpretan!”, viene a decir el rector. Pero da la casualidad de que todo el mundo, desde Griñán al ministro de Educación, ha interpretado lo mismo. Como ha dicho el profesor Mantero, que no es un torpe precisamente, de mala interpretación del Reglamento, nada de nada. Se entiende todo: la letra indica muy bien el objetivo que se pretendía. Respondamos al retruécano del rector con un adagio jurídico: el causante de la causa es el causante del daño causado.
El retruécano del rector
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