La asociación conservacionista Ben Baso ha tenido la luminosa idea de izar banderas negras para señalar en Sevilla los atentados contra el patrimonio histórico-artístico, los adefesios urbanísticos, los inmuebles abandonados a su suerte y otras barbaridades similares. El anti-monumento que pasará a la historia por haber sido el primero marcado por el negro luto de esta bandera es el abrevadero disfrazado de fuente impulsado por Monteseirín en los Jardines de Cristina. Ya puestos, hasta podría llenarse con toda el ‘Agua de Sevilla’ sobrante fabricada por su valido, Manuel Marchena, y que ahora Emasesa no sabe dónde colocar. Ben Baso no debería limitarse a izar banderas negras por doquier en nuestra ciudad (los abadonados Humilladero de San Jerónimo y el hospital de San Lázaro son los próximos candidatos), sino extender esta iniciativa a través de Internet al resto de España, Europa e incluso el mundo. Banderas negras planetarias pueden ser la última esperanza para frenar la destrucción de nuestra herencia cultural ante la manifiesta inoperancia de la Unesco.