El patrimonio, la ‘maría’ municipal

Una de las sorpresas del gobierno de Zoido en este medio año largo de mandato ha sido su escasa sensibilidad respecto del patrimonio histórico, reducido, según los casos, a la condición de caja recaudadora, estorbo para la consecución de otros fines o mero almacén.
El nuevo alcalde no ha tenido empacho en convertir el Real Alcázar, patrimonio de la Humanidad, en señuelo con que incentivar la captación de patrocinios para la Copa Davis. Así, ofreció como contraprestación a la treintena de empresas patrocinadoras del evento deportivo el monumento para que organicen allí sus actos.
No sólo eso: dentro de su política de ‘puesta en valor’ del inmueble lo ha incorporado a la lista de espacios para la celebración de todo tipo de eventos, incluyendo el rodaje de un mayor número de películas si es posible, con todo el movimiento de medios y personas que implican. El nuevo conservador, el arquitecto Jacinto Pérez Elliot, autor de la polémica restauración  (destrucción, según los conservacionistas) de la antigua Posada del Lucero,  aboga por explotarlo turísticamente los 365 días del año, sin considerar las consecuencias del exceso de presión turística y que todo monumento  necesita de, al menos, un día de ‘respiro’ semanal.
El objetivo declarado es exprimir el limón del conjunto histórico, como se exprimían las cuevas de Altamira, para incrementar aún más los ingresos, ya que el excedente no revierte en el monumento para su mejora y conservación, sino en el Ayuntamiento. En vez de corregir la línea iniciada por Monteseirín, Zoido la continúa y amplía.
El Consistorio, mediante una fría carta, también ha conminado a los veinte artesanos del mercado del Postigo a desalojarlo cuanto antes para reubicar allí funcionarios de Hacienda. Aunque en este caso no parece en riesgo la integridad de la antigua Lonja y el Ayuntamiento puede invocar la caducidad de su concesión administrativa, la expulsión de los artesanos supone, al tiempo que otra muestra de insensibilidad, una ingratitud, por cuanto este colectivo salvó de la demolición el inmueble hace treinta años, cuando la Corporación Municipal pensaba derruirlo por no saber qué hacer con él.
Los artesanos lo rehabilitaron y lo han conservado a sus expensas en estos  seis lustros, ahorrándole costes de todo tipo al Ayuntamiento y convirtiéndolo en un atractivo turístico mediante el mantenimiento de la tradición artesanal sevillana. Dado su pequeño tamaño y sus grandes espacios diáfanos interiores, el desalojo del Postigo no resuelve el problema municipal de falta de sitio para sus funcionarios, pero sí destruye un maridaje entre artesanía y patrimonio que ha mostrado su vigencia a lo largo de treinta años.

NAVES DE RENFE

El reciente saqueo durante casi dos semanas de las antiguas naves de Renfe en San Jerónimo por un grupo de indigentes que acampó en su interior y que desmanteló hasta vigas de hierro de la cubierta  ha sido otro ejemplo de la falta de reflejos del Consistorio y de su escasa sensibilidad para la conservación del patrimonio industrial sevillano.
Testigos presenciales del expolio grabaron con sus cámaras el pillaje y alertaron tanto a la Policía local como al alcalde a través de su cuenta en Twitter. El Ayuntamiento tardó casi catorce días en reaccionar: expulsión de los expoliadores y cerramiento de los huecos que habían abierto en los muros de las naves.
Zoido había prometido durante la campaña electoral rehabilitarlas y convertirlas en un vivero de empresas. Ante el cansancio de los vecinos por una situación que se repite con demasiada frecuencia, el delegado del distrito llegó a proponerles la demolición de las naves y construir en su lugar un centro comercial, otro más en una ciudad saturada de ellos. Del vivero de empresas se ha pasado a la conversión de las naves en un solar, como paso intermedio a un destino por ahora incierto. Política de tabla rasa y tierra quemada en vez de recuperación y revalorización del patrimonio industrial.

ARTILLERÍA MULTIUSOS

Cuarto ejemplo de insensibilidad patrimonial: la conversión de la antigua fábrica de Artillería, catalogada como Bien de Interés Cultural, en un almacén para el material y los vehículos de los bomberos mientras se realizan obras de reforma en el parque central.
El plan del gobierno local ha sido motivo de confrontación tanto con PSOE-IU como con la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía. A pesar de las amenazas previas del delegado, Bernardo Bueno, el Gobierno autónomo ha acabado por reconocer que no podía impedir los propósitos del Ayuntamiento, al aferrarse éste a que no va a tocar la estructura del BIC ni acometer obra alguna, sino simplemente a usarlo como depósito con carácter provisional.
Imitando a Monteseirín, que ponía el ventilador de los dossieres cuando se sentía cercado por algún escándalo, el gobierno del PP ha caído en esos vicios que prometió combatir cuando estaba en la Oposición y ha filtrado que en época del PSOE también se utilizó Artillería como almacén, en concreto para que la Hermandad del Rocío de Sevilla diera cobijo allí a sus carretas y bueyes.
No podíamos imaginar que el nuevo gobierno procurase su justificación equiparándose al de Monteseirín. Se cura en salud proclamando además que se trata sólo de un uso provisional como almacén, tras el cual Artillería recuperará su condición anterior.
Bernardo Bueno, socarrón, ha subrayado con buen tino cómo es la ‘provisionalidad’ en Sevilla y recordado que el traslado del mercado de la Encarnación también iba a ser provisional y acabó durando 37 años.

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