Imaginación

Caminaba por la Avenida abarrotada cuando se hizo el milagro eléctrico de Tesla y se encendió el alumbrado con predominio del llamativo color púrpura. Ocurrió entonces lo que nunca había visto antes: la gente prorrumpió en una espontánea salva de aplausos y se alzaron decenas de cámaras expresamente llevadas para la ocasión –y no de turistas, precisamente- y de teléfonos móviles, para fotografiarse unos a otros con las luces de Navidad como telón de fondo. Al éxito de la iluminación en las calles del Centro hay que sumar la masiva afluencia -el Ayuntamiento ha hecho una estimación de medio millón de personas- a las proyecciones sobre la plateresca fachada de las Casas Consistoriales como pantalla; la Giralda (esa maravilla toda de carne rosa, como la describió Juan Ramón) teñida de azul, y hasta la nueva escenografía para el cortejo del Heraldo de la Cabalgata. Estos gozos de diciembre de Zoido han costado casi la mitad del presupuesto que, sin lucimiento, gastaba Monteseirín, con lo cual se demuestra que más importante aún que el dinero es la imaginación.

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