Hace unas semanas contamos en este espacio cómo los ambientes académicos andaban revueltos por causa de un soneto en el que se dirimían diferencias irreconciliables entre dos bandos sobre cuestiones arquitectónicas de actualidad. Ahora, de nuevo en los cenáculos literarios se hacen cábalas sobre quién se esconde tras la firma de Cástor Pólux, el que adopta el nombre de los mitológicos hermanos gemelos y de cuyo numen ha salido a la luz este otro soneto titulado ‘A la torre Zoido-Monteseirín’, que transcribimos a continuación sin quitar ni una letra: “Nunca viose en el mundo tal vileza,/ nunca se tornara en despojo maravilla,/ cual se trocara el cielo de Sevilla/ en desolado erial con tal presteza/. Nunca viose munícipes tan legos/ como Monteseirín, lerdo atrevido,/ y el juez inane, de soberbia henchido;/ ante el prodigio fueran ambos ciegos./ A la torre, el compás, el campanario,/ a la callada historia, al glauco río,/ hurtáronle la gracia y el respeto/. La gloria de ayer, es hoy osario;/ el sociata iniciara este calvario; la puntilla le dio Zoido el cateto”.
Utilizo su blogg, si usted me lo permite, para hacer llegar a Cástor Pólux este otro soneto anónimo a él dedicado que ha caído hoy en mis manos, con mi admiración y reconocimiento. Atentamente.
A Cástor Pólux
Dijo Monteseirín: -Pulido, hagamos
Torre tal e tan alta que la gente
al ver el mamarracho tras el puente
concluya, sin reservas, que cagamos.
La ciudad de los cirios y los tramos
es de suyo pasota e indolente
y le cabe esta torre, así reviente,
pues besa siempre el culo de sus amos.
-Caballero de honra y compromiso-
marchó Don Juan Ignacio, honor y gloria,
y fue a San Petesburgo, muy ufano.
Pues si en torres se mide el paraíso
no sé yo, a estas alturas de la historia,
por qué no la levanta en Montellano.