Tapas-chef

El delegado de Fiestas Mayores y Turismo, Gregorio Serrano, ha confesado que se le encendió la bombilla el día en que recibió una llamada de su homóloga de Valladolid diciéndole  que estaba aquí y pidiéndole que le recomendara algo y algún sitio para comer. Serrano, según dice, se quedó en blanco en ese momento, así que tuvo que llamarla más tarde. Entonces pensó que si hubiera tenido a mano una Guía de lugares y tapas de Sevilla podría habérsela enviado para que su colega vallisoletana hubiera elegido por sí misma.

La historia está llena de estas rarezas y casualidades. Newton nunca habría descubierto la ley de la gravedad si no se hubiera sentado debajo de un manzano y no le hubiera caído en la cabeza una manzana en sazón. Y Fleming nunca habría descubierto la penicilina si no se hubiera dejado olvidadas durante semanas unas placas de cultivo de bacterias que acabaron invadidas por el hongo ‘Penicillium notatum’.

Así que Serrano, para subsanar su lapsus de memoria, ha impulsado junto con el poder fáctico de la Asociación de Hosteleros un concurso en las redes sociales para que los internautas decidan qué tapas y qué benditos bares deben ser declarados ‘patrimonio gastronómico’ de la ciudad. O sea, que a su manera, nuestro delegado se ha erigido en una Unesco muy particular, que en vez de inscribir monumentos en la lista del Patrimonio Mundial concederá tales honores a las croquetas, los pavías de merluza, las papas aliñás y demás especialidades: las tapas-chef de Sevilla. ¿Acabará Zoido como con la torre Pelli, rogando que no se incluya ninguna en la lista negra de tapas en peligro?

Desde que se descubrieron irregularidades en los votos masivos en pro de medianías para el partido de las estrellas de la NBA, no creo en la mano invisible de Adam Smith ordenando los mercados, ni el económico, ni el deportivo, ni el gastronómico. Así que para no crear innecesarias sospechas ni agravios comparativos, dejaría las cosas tal como están, y que cada sevillano recomiende al turisteo las tapas y bares de su predilección, sin que nadie, y menos movidos por el Ayuntamiento que debe ser de todos por igual, expida título alguno de idoneidad. Ya se sabe lo del libro de los gustos en blanco.

Y abogaría por que a Serrano se le ocurrieran ideas diferentes a las de los Reyes ‘Vagos’, los concursos culinarios y similares, siquiera para ir contra el tópico y demostrarnos que también hace honor a sus títulos de delegado de Empleo y de Economía. No sólo de tapas debe vivir  Sevilla.

 

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